7/04/13

Besar las llagas de Jesús en nuestros hermanos en dificultad

El Papa ayer en Santa Marta


Tomás: testigo de la divinidad de Cristo
Jesús, después de la resurrección, se aparece a los apóstoles, pero Tomás no estaba allí: "Ha querido que esperara una semana --dijo Francisco. El Señor sabe por qué hace las cosas. Y a cada uno de nosotros le da el tiempo que él piensa que es mejor para nosotros. A Tomás le ha concedido una semana". Jesús se revela con sus llagas: "Todo su cuerpo estaba limpio, hermoso, lleno de luz –continuó--, pero las heridas estaban y todavía están", y cuando el Señor venga en el fin del mundo, "nos hará ver sus llagas". Tomás, para creer, quería meter sus dedos en aquellas llagas:
"Él era un terco. Pero el Señor se ha servido de un terco para hacernos comprender algo más grande. Tomás ha visto al Señor, y fue invitado a meter el dedo en las llagas de los clavos; meter su mano en el costado; pero no dijo: 'Es verdad: ¡el Señor ha resucitado!’. ¡No! Ha ido más allá. Ha dicho: '¡Dios'. Fue el primero de los discípulos en hacer la confesión de la divinidad de Cristo, después de la resurrección. Y lo adoró".
"Y así --prosiguió el papa-- cuál era la intención del Señor para hacerlo esperar: tomar también su incredulidad, no para llevarlo a la afirmación de la resurrección, sino a la afirmación de su divinidad". El "camino hacia el encuentro con Jesús-Dios, son las llagas. No hay otro".
Caminos insuficientes
"En la historia de la Iglesia han habido algunos errores en el camino hacia Dios. Algunos creyeron que al Dios viviente, al Dios de los cristianos, podemos alcanzarlo por el camino de la meditación, y elevarse más a través de la meditación. Eso es peligroso, ¿eh? Cuántos se pierden en ese camino y no llegan. Llegan sí, tal vez, al conocimiento de Dios, pero no de Jesucristo, Hijo de Dios, la segunda Persona de la Trinidad. A aquello no llegan. Es el camino de los gnósticos, ¿no? Son buenos, trabajan, pero no es el camino correcto. Es muy complicado y no te lleva a buen puerto".
"Hay otros --dijo Francisco--, que pensaban que para llegar a Dios hay que ser mortificado y austero, y han elegido el camino de la penitencia: solo la penitencia y el ayuno. Y estos no ni siquiera llegaron al Dios vivo, Jesucristo, el Dios vivo. Son los pelagianos, que creen que lo pueden conseguir con su esfuerzo". Pero Jesús nos dice que la manera de conocerlo es encontrar sus heridas.
Las llagas de Cristo hoy
"Y las heridas de Jesús --afirmó--, las encuentras haciendo las obras de misericordia, dándole al cuerpo --al cuerpo--, y también al alma, pero al cuerpo, lo subrayo, de tu hermano llagado, porque tiene hambre, tiene sed, está desnudo, está humillado, es un esclavo, porque está en la cárcel, en el hospital. Esas son las llagas de Jesús hoy. Y Jesús nos invita tener un acto de fe, en Él, pero a través de estas llagas. '¡Oh, genial! Hagamos una fundación para ayudar a todos ellos y hagamos muchas cosas buenas para ayudarlos’. Eso es importante, pero si seguimos en este nivel, solo seremos filantrópicos. Tenemos que tocar las llagas de Jesús, debemos acariciar las llagas de Jesús, curar las llagas de Jesús con ternura, tenemos que besar las heridas de Jesús, y esto de modo literal... Pensemos, ¿qué pasó con san Francisco, cuando abrazó al leproso? Lo mismo que a Tomás: ¡su vida cambió!".
Para tocar al Dios vivo –-concluyó el santo padre-- no hay necesidad de "hacer un curso de actualización", sino entrar en las llagas de Jesús, y para ello "solo hay que salir a la calle". Pidamos a santo Tomás, la gracia de tener el coraje para entrar en las llagas de Jesús con nuestra ternura, y seguramente tendremos la gracia para adorar al Dios vivo".