El papa recibe hoy las llaves de la ciudad, bendice las banderas, visita una favela y encuentra a los miles de jóvenes que quieren dar rumbo a su vida
Tras un día intenso como el de ayer, el santo padre se prepara para una jornada no menos llena de encuentros y actividades en este tercer día de la JMJ.
Hoy comenzará con la santa misa en privado en la Residencia de Sumaré a las 7.30 de la mañana. Para las 9.00 de la mañana está previsto su traslado al "Palacio de la Ciudad", sede de las oficinas del alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes. Allí se celebrará el acto de la entrega de las llaves de la ciudad. El papa será acogido por el alcalde en el Ingreso de Honor, atravesará el Salón Central y se dirige al balcón donde se le entregarán las llaves.
También allí, el papa Francisco bendecirá las banderas olímpicas, ya que Brasil acogerá las Olimpiadas en el 2016, las primeras que se celebrarán en Sudamérica. En este acto se encontrará con jóvenes atletas en representación de deportistas olímpicos y paraolímpicos. También está confirmada la presencia del famoso jugador de fútbol brasileño Pelé.
A las 10.00 de la mañana está prevista la salida hacia la favela de Varginha (Manguinhos). Allí el papa será acogido por el párroco, el vicario episcopal y la superiora de las hermanas de la Caridad y se dirige directamente a la pequeña iglesia de san Giromaldo Emiliani. Después de un momento de oración el papa bendice el nuevo altar y ofrece un regalo para la parroquia. A pie irá el santo padre hasta el campo de fútbol donde se reunirá la comunidad y durante el recorrido entrará a visitar a una familia. Cantos animarán este encuentro, en el que el santo padre dará un discurso y finalizará con la bendición.
Y como ya ha sido confirmado, una modificación en el programa. De aquí el santo padre se dirige a la catedral de Río para tener un breve encuentro con jóvenes argentinos que han acudido a la JMJ. Después de este saludo Francisco regresa a la Residencia de Sumaré para la comida.
Por la tarde se celebra en Copacabana la fiesta de acogida de los jóvenes con el papa. Está prevista su llegada a las 17.20, paseará con el jeep descubierto para saludar a los presentes y a continuación se dirigirá al escenario. Después de los saludos iniciales, el encuentro continúa con una representación titulada "Rio de Fé" en la que 150 jóvenes presentan artísticamente la vida cotidiana de la "Ciudad Maravillosa". Le seguirá la celebración de la Palabra. El final del acto está previsto a las 19.15.
¿Quieres ser testigo del Evangelio?"
El Papa a la juventud del mundo entero
Queridos jóvenes, ¡Buenas tardes!
Quiero primero darle las gracias por el testimonio de fe que ustedes están dando al mundo. Siempre oí decir que a los cariocas no les gusta el frío y la lluvia. Pero ustedes están mostrando que la fe de ustedes es más fuerte que el frío y la lluvia. ¡Enhorabuena! Ustedes son verdaderamente grandes héroes.
Veo en ustedes la belleza del rostro joven de Cristo, y mi corazón se llena de alegría. Recuerdo la primera Jornada Mundial de la Juventud a nivel internacional. Se celebró en 1987 en Argentina, en mi ciudad de Buenos Aires. Guardo vivas en la memoria estas palabras de Juan Pablo II a los jóvenes: “¡Tengo tanta esperanza en vosotros! Espero sobre todo que renovéis vuestra fidelidad a Jesucristo y a su cruz redentora” (Discurso a los Jóvenes, 11 de abril 1987: Insegnamenti, X/1 [1987], p. 1261).
Antes de continuar, quisiera recordar el trágico accidente en la Guyana francesa, que sufrieron los jóvenes que venían a esta Jornada, allí perdió la vida la joven Sophie Morinière, y otros jóvenes resultaron heridos.
Los invito a hacer un instante de silencio y de oración a Dios, nuestro Padre, por Sophie, los heridos y sus familiares.
Este año, la Jornada vuelve, por segunda vez, a América Latina. Y ustedes, jóvenes, han respondido en gran número a la invitación de Benedicto XVI, que los ha convocado para celebrarla. A él se lo agradecemos de todo corazón. Y a él, que nos convocó hoy aquí, le enviamos un saludo y un fuerte aplauso. Ustedes saben que, antes de venir a Brasil, estuve charlando con él. Y le pedí que me acompañara en el viaje, con la oración. Y me dijo: los acompaño con la oración, y estaré junto al televisor. Así que ahora nos está viendo. Mi mirada se extiende sobre esta gran muchedumbre: ¡Son ustedes tantos! Llegados de todos los continentes. Distantes, a veces no sólo geográficamente, sino también desde el punto de vista existencial, cultural, social, humano. Pero hoy están aquí, o más bien, hoy estamos aquí, juntos, unidos para compartir la fe y la alegría del encuentro con Cristo, de ser sus discípulos. Esta semana, Río se convierte en el centro de la Iglesia, en su corazón vivo y joven, porque ustedes han respondido con generosidad y entusiasmo a la invitación que Jesús les ha hecho para estar con él, para ser sus amigos.
El tren de esta Jornada Mundial de la Juventud ha venido de lejos y ha atravesado la Nación brasileña siguiendo las etapas del proyecto “Bota fe - Poned fe”. Hoy ha llegado a Río de Janeiro. Desde el Corcovado, el Cristo Redentor nos abraza y nos bendice. Viendo este mar, la playa y a todos ustedes, me viene a la mente el momento en que Jesús llamó a sus primeros discípulos a orillas del lago de Tiberíades. Hoy Jesús nos sigue preguntando: ¿Querés ser mi discípulo? ¿Querés ser mi amigo? ¿Querés ser testigo del Evangelio? En el corazón del Año de la Fe, estas preguntas nos invitan a renovar nuestro compromiso cristiano. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran don de la fe. Cristo ha crecido en ustedes. Hoy quiere venir aquí para confirmarlos en esta fe, la fe en Cristo vivo que habita en ustedes, pero he venido yo también para ser confirmado por el entusiasmo de la fe de ustedes. Ustedes saben que en la vida de un obispo hay tantos problemas que piden ser solucionados. Y con estos problemas y dificultades, la fe del obispo puede entristecerse, Qué feo es un obispo triste. Qué feo, que es. Para que mi fe no sea triste he venido aquí para contagiarme con el entusiasmo de ustedes.
Los saludo con cariño. A ustedes aquí presentes, venidos de los cinco continentes y, a través de ustedes, saludo a todos los jóvenes del mundo, en particular a aquellos que querían venir a Río de Janeiro, y no han podido. A los que nos siguen por medio de la radio, y la televisión e internet, a todos les digo: ¡Bienvenidos a esta fiesta de la fe! En diversas partes del mundo, muchos jóvenes están reunidos ahora para vivir juntos con nosotros este momento: sintámonos unidos unos a otros en la alegría, en la amistad, en la fe. Y tengan certeza de que mi corazón los abraza a todos con afecto universal. Porque lo más importante hoy es ésta reunión de ustedes y la reunión de todos los jóvenes que nos están siguiendo a través de los medios. ¡El Cristo Redentor, desde la cima del monte Corcovado, los acoge y los abraza en esta bellísima ciudad de Río!
Un saludo particular al Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el querido e incansable Cardenal Stanislaw Rilko, y a cuantos colaboran con él. Agradezco a Monseñor Orani João Tempesta, Arzobispo de São Sebastião do Río de Janeiro, la cordial acogida que me ha dispensado, además quiero decir aquí que los cariocas saben recibir bien, saben dar una gran acogida, y agradecerle el gran trabajo para realizar esta Jornada Mundial de la Juventud, junto a sus obispos auxiliares, con las diversas diócesis de este inmenso Brasil. Mi agradecimiento también se dirige a todas las autoridades nacionales, estatales y locales, y a cuantos han contribuido para hacer posible este momento único de celebración de la unidad, de la fe y de la fraternidad. Gracias a los Hermanos Obispos, a los sacerdotes, a los seminaristas, a las personas consagradas y a los fieles laicos que acompañan a los jóvenes, desde diversas partes de nuestro planeta, en su peregrinación hacia Jesús. A todos y a cada uno, un abrazo afectuoso en Jesús y con Jesús.
¡Hermanos y amigos, bienvenidos a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, en esta maravillosa ciudad de Río de Janeiro!