El Papa ayer en Santa Marta
En su homilía, el santo padre tomó el ejemplo de las lecturas de hoy para detenerse en cuatro "posibles actitudes en situaciones de conflicto, en situaciones difíciles". La primera actitud es la de la "lentitud" de Lot. Él, explicó, se decidió a abandonar la ciudad antes de que fuera destruida, pero lo hace lentamente. El ángel le dice que corra, pero no está en él la capacidad de separarse del mal y del pecado". Nosotros, continuó, “queremos salir, estamos decididos pero hay algo que nos tira hacia atrás", y así es Lot, que empieza a negociar incluso con el ángel:
"Es tan difícil de cortar con una situación de pecado. ¡Es difícil! Incluso en una tentación, ¡es difícil! Pero la voz de Dios nos dice esta palabra: '¡Escapa! No se puede luchar allí, porque el fuego, el azufre te matarán. ¡Escapa!'. Santa Teresita del Niño Jesús nos enseña que a veces, en algunas tentaciones, la única solución es escapar y no tener verguenza de escapar; reconocer que somos débiles y que tenemos que escapar. Y nuestro pueblo en su sencilla sabiduría lo dice un poco irónicamente: ‘Soldado que huye sirve para otra guerra’. Escapar para seguir adelante por el camino de Jesús".
El ángel, agregó, luego dice "no mires atrás", para escapar y mirar hacia adelante. Aquí, dijo, hay un consejo para vencer la nostalgia del pecado. Pensemos en el Pueblo de Dios en el desierto, subrayó: "Lo tenía todo, las promesas, todo". Sin embargo, "estaba la nostalgia de las cebollas de Egipto" y esta "nostalgia les hizo olvidar que aquellas cebollas las comían en la mesa de la esclavitud". Era “la nostalgia de volver, volver". Y el consejo del ángel, añadió el papa, "es sabio: ¡No mires hacia atrás! Ve adelante". No hay que hacer como la mujer de Lot, hay que "cortar cada nostalgia, porque también existe la tentación de la curiosidad":
"Ante el pecado, huir sin nostalgia. ¡La curiosidad no ayuda, sino que daña! ‘Pero, en este mundo tan pecaminoso, ¿cómo se puede hacer? Pero, ¿cómo será este pecado? Me gustaría saber...’. ¡No, no lo hagas! ¡La curiosidad te hará daño! ¡Huye y no mires atrás! Somos débiles, todos, y tenemos que defendernos.
Sin miedo y con valentía
La tercera situación se da sobre el barco: es el miedo. Cuando hay una gran agitación en el mar, el barco se cubría por las olas. ‘¡Sálvanos, Señor, que estamos perdidos!’, dicen. ¡El miedo! Incluso aquella es una tentación del diablo: tener miedo de avanzar en el camino del Señor".
Hay una tentación que dice que es "mejor quedarse aquí", donde estoy seguro. "Pero esto --advirtió-- es el Egipto de la esclavitud!". Tengo “miedo de seguir adelante, tengo miedo de hacia donde me llevará el Señor". El temor, sin embargo, "no es un buen consejero". Jesús, añadió, "muchas veces, ha dicho: '¡No tengan miedo!'. El miedo no nos ayuda". La cuarta actitud, dijo, "es la gracia del Espíritu Santo." Cuando Jesús trae la calma al agitado mar, los discípulos en la barca se llenaron de temor. "Siempre, ante el pecado, delante de la nostalgia, ante el temor", debemos volver al Señor.
"Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da estupor, tan hermoso, por un nuevo encuentro con el Señor. ‘Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación de pecado; Señor, tengo la curiosidad de saber cómo son estas cosas; Señor, tengo miedo’. Y ellos vieron al Señor: ‘¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!' Y llegó la sorpresa del nuevo encuentro con Jesús. No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, valerosos. Somos débiles, pero hay que ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestro valor muchas veces debe expresarse en una fuga y no mirar hacia atrás, para no caer en la mala nostalgia. ¡No tener miedo y mirar siempre al Señor!"