Los titulares de ciertos medios de comunicación podrían despertar en un católico que trata de ser coherente con la fe de Jesucristo y la Iglesia, sospechas, preguntas y hasta miedos, pues quien supuestamente dice tales titulares no es nada más y nada menos que el Papa, el Vicario de Cristo en la tierra
I. Introducción
No es infrecuente en estos últimos seis meses, desde el inicio del pontificado de S.S. Francisco, que sus palabras y gestos hayan acaparado portadas de noticieros y medios de comunicación, incluso algunos que siempre han tenido reparos con la Iglesia Católica. No ha sido tampoco infrecuente que varios de estos titulares hayan dado la impresión de que el Papa Francisco está predicando algo distinto, no visto antes en la Iglesia, incluso en aparente disparidad con sus antecesores, siendo más abierto y estando en coincidencia con cierta mentalidad del mundo.
Con ello algunos han querido mostrar que estamos en una etapa diversa, llamándola de esperanza por, según ellos, estar abierta a las costumbres del mundo y no cerrada a la tradición de la Iglesia; etapa además que supuestamente se opondría a no pocos católicos que de una u otra manera quedarían descolocados frente a las nuevas enseñanzas de Francisco. Así, este tipo de pensamiento presenta al Papa Francisco como un revolucionario, que rompe el esquema de la Iglesia y que divide e inaugura nuevos tiempos.
Esto ¿Es cierto? ¿El Papa Francisco predica una doctrina nueva? ¿Es verdad que Francisco aprueba el aborto? ¿Es cierto que Francisco bendice las uniones homosexuales y dice que ser homosexual es correcto? ¿Francisco ha afirmado que la llamada teología de la liberación marxista es buena y no ha tenido serios problemas? ¿La ha bendecido? ¿A los convivientes o los separados de matrimonios religiosos y unidos con otras personas por medio de vínculos civiles, Francisco los ha aprobado como un camino correcto? ¿El Papa Francisco ha dicho que todas las religiones son iguales, que hay que ser misericordioso y no criticar el pecado?
Ciertamente los titulares de ciertos medios de comunicación podrían despertar en un católico que trata de ser coherente con la fe de Jesucristo y la Iglesia, sospechas, preguntas y hasta miedos, pues quien supuestamente dice tales titulares no es nada más y nada menos que el Papa, el Vicario de Cristo en la tierra. Y esos titulares van contra la enseñanza de la Iglesia. Entonces ¿Francisco está predicando una enseñanza diversa a la de la Iglesia Católica y a la de Jesucristo?
Evidentemente no, pues Francisco es un hombre de Dios y es un hombre de Iglesia; entonces ¿Qué es lo que está pasando? Veamos dos puntos que creo pueden ayudarnos a encaminarnos hacia la respuesta:
1. Un primer indicador nos lo dará el origen de estos titulares. Curiosamente vienen de personas, políticos, literatos, miembros de ONG y directores de medios de comunicación de sesgo marcadamente anticatólico: promotores del aborto, de la unión de homosexuales, entre otras cosas. De personas que normalmente tienen una actitud crítica, agresiva y muy poco objetiva con la Iglesia Católica. Entonces ¿De la noche a la mañana se volvieron católicos y promotores del pensamiento de la Iglesia? ¿Se han vuelto ahora fans del Papa Francisco cuando hace meses atacaban al anterior? ¿Éste es de verdad el Papa diferente que ellos esperaban?
2. Un segundo punto es algo que el mismo Papa Francisco ha notado y que lo dijo en la última entrevista que le hicieron en Roma hace pocas semanas: «Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad». Es decir, hay una estrategia para provocar al Papa y buscar titulares no fieles a su pensamiento como Pontífice.
Propongo un ejercicio evangélico: ser siempre mansos como palomas, pero ahora ser astutos como serpientes y no caer en la ingenuidad. Es decir, no quedarnos fríamente con lo que dicen ciertos medios de comunicación y algunos personajes (con una trayectoria conocida de ataques a la Iglesia) sino sospechar e ir a buscar las fuentes de lo que dice el Papa, es decir a las verdaderas declaraciones del Papa Francisco (en especial a la última entrevista que ha concedido) sin intermediarios, especialmente intermediarios que, en muchas oportunidades, han sido (y son) sumamente agresivos con la Iglesia y las verdades de la fe y de la moral. Y por ende poco fiables. Vayamos a ver al Papa, sin las interpretaciones de algunos que de repente quieran provocar que el Papa diga otra cosa que no es la que dijo.
II. Quién es el Papa Francisco
a. Aspectos de fondo
Hay siete elementos que el Papa ha dicho y me parece que son como piedras angulares desde donde se puede entender todo su mensaje:
1. Su vocación y misión no es de origen humano, sino se sabe llamado por el Señor para predicar no doctrinas humanas, sino al mismo Señor, como lo hace la Iglesia: «Soy alguien que ha sido mirado por el Señor. Mi lema, ‘Miserando atque eligendo’, es algo que, en mi caso, he sentido siempre muy verdadero». Y por lo tanto pide «sentir las cosas de Dios desde su ‘punto de vista’»; no desde el punto de vista de moda, mundano o más cómodo, sino desde la verdad del Evangelio que custodia y predica la Iglesia. Y lo reafirma así: «Dios está primero, está siempre primero».
2. Él sigue la misión de Jesucristo, que es la de predicar el Evangelio a todos los lugares del mundo como la verdad suprema. No plantea que la Iglesia debe replegarse, ponerse al mismo lugar que los demás y hacerla desaparecer del espacio público, todo lo contrario: «Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad».
3. Él es miembro e hijo de la Iglesia Católica con todo lo que ello implica de fidelidad a ella y su doctrina. Lo dijo cuando hablaba sobre temas doctrinales y respondía a ello desde la doctrina de la Iglesia: «Conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia». Él pues no viene a predicar nada nuevo que no haya dicho y siga diciendo la Iglesia en sus más de dos mil años.
4. Como miembro de la Iglesia suscribe y se basa en lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica publicado por mandato del Beato Juan Pablo II y del que fue encargado y redactor principal Benedicto XVI (es decir, hay una continuidad en el pensamiento). Lo dijo al referirse sobre lo que la Iglesia piensa acerca de la homosexualidad: «Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo». Y en una homilía hace poco afirmó: «Se puede conocer a Jesús en el Catecismo, porque nos enseña muchas cosas sobre Jesús y debemos estudiarlo, debemos aprenderlo... ¿cuántos son los que han leído el Catecismo de la Iglesia católica desde que fue publicado hace más de 20 años? Hay que conocer a Jesús en el Catecismo, pero no es suficiente conocerlo con la mente; este es solo un paso»
5. Como conclusión de lo visto, él mismo dice que la Iglesia tiene enseñanzas dogmáticas y morales que son válidas, pero que deben siempre estar en su lugar, es decir, como consecuencia del seguimiento de Cristo (como una manifestación de coherencia de vida), algo que la Iglesia siempre ha predicado. «Las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmáticas o morales, no son todas equivalentes. Una pastoral misionera no se obsesiona por transmitir de modo desestructurado un conjunto de doctrinas para imponerlas insistentemente. El anuncio misionero se concentra en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte es lo que más apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón, como a los discípulos de Emaús. Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales».
6. La necesidad de la oración: «Rezo el Oficio todas las mañanas. Me gusta rezar con los Salmos. Después, inmediatamente, celebro la misa. Rezo el Rosario. Lo que verdaderamente prefiero es la Adoración vespertina, incluso cuando me distraigo pensando en otras cosas o cuando llego a dormirme rezando. Por la tarde, por tanto, entre las siete y las ocho, estoy ante el Santísimo en una hora de adoración. Pero rezo también en mis esperas al dentista y en otros momentos de la jornada». Una oración que además el Papa hace en latín como lo cuenta el padre jesuita que lo entrevistó («El Papa, en este momento, se levanta y va coger su Breviario de la mesa de trabajo. Es un Breviario en latín y ya muy ajado por el uso»).
7. La unidad. Muy diversa a las visiones de ruptura, de conflicto y de separación que se quiere dar a entender, Francisco pide que la Iglesia camine junta, como Cuerpo de Cristo: «Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el Papa».
b. Las formas del Papa Francisco
Es la primera vez en la historia de la Iglesia, en poco más de dos mil años, que hay un Papa de Latino América. Y ello implica una reflexión que aquí no haremos, pero sí la consideración de tratarse de un Pontífice que viene de una cultura diferente a la acostumbrada europea; una cultura ciertamente católica y latina, pero que tiene sus improntas de frescura, espontaneidad, alegría, pasión, cercanía y más joven. Eso es lo que vivió Bergoglio en su infancia y juventud, luego como sacerdote, obispo, cardenal y ahora Pontífice. Entonces no podemos pretender que los Papas sean unos robots que tienen la misma forma de aproximarse a la realidad; en cuanto al seguimiento de Cristo, la Fe y la doctrina de la Iglesia serán siempre unánimes, pero en los modos evidentemente variarán. Y eso ciertamente nos cuesta, sobre todo cuando nos acostumbramos por tiempo a determinados modos, pero es una riqueza de la Iglesia que es un Cuerpo.
Creo que es importante ver algunos elementos de estas formas del Papa Francisco que pueden sernos de utilidad al momento de escucharlo y saber qué quiere decir y cómo lo hace. Aquí cuatro puntos:
1. Es espontáneo y no le gusta las cosas muy ordenadas. Decía: «Yo soy un indisciplinado nato, nato, nato». Puede entenderse mejor en un recuento que hizo de su época de profesor: «Quería encontrar la manera de que mis alumnos estudiasen El Cid. Pero a los chicos no les apetecía. Me pedían leer a García Lorca. Entonces decidí que estudiaran El Cid en pasa y que en clase yo hablaría de los autores que les gustaban más. Naturalmente los chicos querían leer obras literarias más ‘picantes’, contemporáneas, como La casada infiel o clásicas, como La Celestina de Fernando de Rojas. Pero leyendo estas cosas que les resultaban entonces más atractivas, le cogían gusto a la literatura y a la poesía en general, y pasaban a otros autores. Y a mí me resultó una gran experiencia. Pude acabar el programa, aunque de forma no estructurada, es decir, no según el orden previsto, sino siguiendo el que iba surgiendo con naturalidad a partir de la lectura de los autores. Esta modalidad se me acomodaba muy bien: no era de mi agrado hacer una programación rígida, todo lo más conocer, sobre poco más o menos, a donde quería llegar. Y entonces empecé a hacerles escribir. Al final decidí pedir a Borges que leyera dos narraciones escritas por mis chicos. Conocía a su secretaria, que me había dado clases de piano. A Borges le gustaron muchísimo. Y me propuso redactar la introducción de una recopilación». Esto se ve en cosas concretas como en su dificultad para seguir el orden que la seguridad pretende darle (en el Vaticano y en la jornada mundial de la juventud en Rio de Janeiro) o en sus coloquios espontáneos (como cuando le dice a un argentino en el Vaticano «que gane San Lorenzo»). Esto lo entendemos muy bien los latino americanos, porque así somos. A veces pueden tildarnos de poco serios, pero nos nace ser espontáneos, alegres, y hasta pícaros como se le ve al Papa. En una entrevista al Cardenal Cipriani hecha por Zenit hace pocos días (después de su reunión personal con el Papa Francisco) dijo al respecto: «El santo padre tiene una frescura y soltura en explicar las cosas que está muy lejos de poder ser encasillado por grupos de izquierda o de derecha, o de centro, de conservadores o de progresistas. Si leemos sus palabras y homilías, como a los jóvenes en la JMJ de Río de Janeiro, vemos que el santo padre tiene una profundísima intimidad con Cristo, desde donde viene este volcán de entusiasmo que a veces al expresarse puede llevar a la gente a pensar ‘mira, al papa no le interesa tal cosa’ o ‘ha atacado a no sé quién’. Nada de eso está en esa bondad y sencillez del papa Francisco. Y el Santo Padre está haciendo un esfuerzo muy grande, por elevación, para unir en la Iglesia y dejar discusiones anacrónicas sobre el concilio, sobre el progresismo o sobre el conservadurismo. Un esfuerzo que encuentra cierta resistencia en la dinámica normal de las noticias».
2. El mismo Francisco reconoce que no es un teólogo catedrático ni académico, es decir no tiene un pensamiento más escolástico ordenado, como sí encontrábamos en Benedicto XVI, que además posee una gran sabiduría. El padre jesuita entrevistador decía que «es obvio que el papa Francisco está más acostumbrado a la conversación que a la cátedra», mostrando en esa entrevista «respuestas sin completar, no académicas», lo cual se ve por ejemplo en sus homilías matutinas en Santa Marta.
3. Hay en el Papa Francisco la pasión muy latino americana de resaltar un punto muy intensamente, haciendo parecer que es lo más importante y que puede llevar al desmedro del anterior, sin que así sea. «Hablar con el papa Francisco es una especie de flujo volcánico de ideas que se engarzan unas con otras. Incluso el acto de tomar apuntes me produce la desagradable sensación de estar interrumpiendo un diálogo espontáneo».
4. Su estilo es muy de la amistad y la confianza, lo que hace que cuando confía en alguien se fíe en esa persona hasta el extremo y le cueste dejar de confiar: «Cuando confío algo a una persona, me fío totalmente de esa persona. Debe cometer un error muy grande para que yo la reprenda».
III. Supuestos temas novedosos en el Papa Francisco
Como hemos dicho ya, hay un gran entusiasmo de parte de ciertas organizaciones y personas ajenas a la Iglesia y también de algunos miembros de la Iglesia que han mostrado durante años su contrariedad con la doctrina eclesial en varios puntos, y que ven supuestamente en Francisco una especie de liberador que viene a traer temas nuevos, acercar la Iglesia al pueblo, a predicar cosas negadas antes, y a darles la razón. Esto ¿Es cierto? Veamos algunos puntos que son los más sonados en los últimos meses.
a. ¿El cristiano debe ser uno más en el mundo y olvidar su fe?
No. Eso no ha dicho Francisco; más bien ha criticado esta postura: «La palabra ‘inserción’ es peligrosa, porque algunos religiosos la han tomado como una moda, y han sucedido desastres por falta de discernimiento». Y ha mencionado que la forma como uno debe ver la realidad en el mundo es desde la fe: «No me gusta mucho la palabra ‘optimismo’ porque expresa una actitud psicológica. Me gusta más usar la palabra ‘esperanza’, tal como se lee en el capítulo 11 de la Carta a los Hebreos que he citado más arriba. Los Padres siguieron caminando a través de grandes dificultades. La esperanza no defrauda, como leemos en la Carta a los Romanos... la esperanza cristiana no es un fantasma y no engaña. Es una virtud teologal y, en definitiva, un regalo de Dios que no se puede reducir a un optimismo meramente humano. Dios no defrauda la esperanza ni puede traicionarse a sí mismo». Ha dicho además, frente a quienes plantean que la Iglesia no debe meterse en la vida pública, que «la religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas».
b. ¿Francisco ha relativizado la necesidad de estar en la Iglesia Católica?
Mentira. Para Él como para la doctrina eclesial, estar en la Iglesia Católica es estar en el pueblo elegido por Dios: «Una imagen de Iglesia que me complace es la de pueblo santo, fiel a Dios. Es la definición que uso a menudo y, por otra parte, es la de la Lumen Gentium en su número 12. La pertenencia a un pueblo tiene un fuerte valor teológico: Dios, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana». Pero un pueblo que está llamado a evangelizar a todo el mundo: «Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad».
c. ¿El Papa ha pedido que se democratice la Iglesia y cada uno decida lo que cree?
En absoluto. «No hay ni que pensar que la comprensión del ‘sentir con la Iglesia’ tenga que ver únicamente con sentir con su parte jerárquica... Obviamente hay que tener cuidado de no pensar que esta infallibilitas de todos los fieles, de la que he hablado a la luz del Concilio, sea una forma de populismo. No: es la experiencia de la ‘santa madre Iglesia jerárquica’, como la llamaba san Ignacio, de la Iglesia como pueblo de Dios, pastores y pueblo juntos. La Iglesia es la totalidad del pueblo de Dios». La Iglesia como dice el Papa, como dijo Benedicto XVI y el Vaticano II, somos los bautizados, un pueblo, pero en ella hay una jerarquía y un orden y obediencia, no a los hombres como tales, sino a Jesucristo y el mandado que ha confiado. Francisco lo sabe bien y es lo que predica. Dice en esta línea a los religiosos: «Un religioso no debe jamás renunciar a la profecía. Lo cual no significa actitud de oposición a la parte jerárquica de la Iglesia».
d. ¿El Papa ha dicho que es de izquierda porque ha dicho que no es de derecha?
Otra mentira. Primero porque dentro de la Iglesia esos conceptos ideológicos de la política del mundo no existen, ni se enuncian, ni están presentes en sus documentos. Son visiones humanas y no pocas veces tendenciosas y distorsionadas por las cuales se quiere encasillar diversos rostros y facetas de la Iglesia en los parámetros humanos; entonces, si asiste a los pobres (como lo realiza la Iglesia hace dos mil años) es comunista, y si predica las verdades de fe y de moral, es de derecha. Eso no solo es una falta lógica de pensamiento, sino un cliché bastante pobre y anacrónico.
Frente a ello el Papa Francisco respondió: «Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas». Creo que la respuesta es bastante clara y no da lugar a interpretaciones erradas o manipuladoras, especialmente por parte de grupos políticos de izquierda o de rebelión contra la doctrina de la Iglesia que desean jalar agua para su molino.
e. ¿Francisco no vive en el departamento papal porque es ostentoso, mientras que él es pobre?
Falso. Vive en la casa que está dentro del mismo Vaticano y se llama Santa Marta (hecha para reuniones grandes de obispos y cardenales); el no vivir en el apartamento papal (también dentro del Vaticano) tiene en Francisco una razón de ser, la de estar cerca a la gente. «Hay algo fundamental para mí: la comunidad. Había buscado desde siempre una comunidad. No me veía sacerdote solo: tengo necesidad de comunidad. Y lo deja claro el hecho de haberme quedado en Santa Marta: cuando fui elegido ocupaba, por sorteo, la habitación 207. Esta en que nos encontramos ahora es una habitación de huéspedes. Decidí vivir aquí, en la habitación 201, porque, al tomar posesión del apartamento pontificio, sentí dentro de mí un ‘no’. El apartamento pontificio del palacio apostólico no es lujoso. Es antiguo, grande y puesto con buen gusto, no lujoso. Pero en resumidas cuentas es como un embudo al revés. Grande y espacioso, pero con una entrada de verdad muy angosta. No es posible entrar sino con cuentagotas, y yo, la verdad, sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi vida junto a los demás».
f. ¿El Papa está haciendo muchos cambios en la Iglesia?
Afinemos la pregunta. En lo de fondo, la doctrina transmitida por Jesucristo y custodiada por la Iglesia Católica, no puede cambiar nunca porque así lo enseñó el Señor. La verdad no cambia. Entonces el Papa no puede cambiarla porque él no es dueño sino administrador y servidor del Señor. Y segundo, porque no es su intención ya que como él mismo dice «yo soy hijo de la Iglesia». En las formas y administración, sí está haciendo algunos cambios. Cambios que son normales y cotidianos en la Iglesia, como designar nuevos obispos, aceptar la renuncia de otros por el límite de edad que impone el Código de Derecho Canónico, o pidiendo a ciertos miembros de la Iglesia que lo ayuden en determinadas responsabilidades. Esto pasa todos los días desde hace cientos de años en el Vaticano, y los nuevos nombramientos o cambios es algo que la Santa Sede comunica a diario a través de su sala de comunicaciones. No hay entonces sobre este proceder novedad. Pero sí hay cosas, también como siempre las hubo en la Iglesia, que en la actualidad requieren reformas, mejoras o cambios drásticos porque no están bien. Como en toda institución, hay cosas que no siempre andan bien y requieren cambios. Y como sucedió con Juan Pablo II y con Benedicto XVI, Francisco encuentra algunas cosas que no andan bien y que requieren ser renovadas. Sin dramatismos ni aspavientos. Sí con firmeza, radicalidad y con el Evangelio y la doctrina de la Iglesia.
Veamos ahora algunos de estos supuestos cambios que se dice el Papa ha dicho hará, especialmente en materia moral.
g. ¿El Papa Francisco se ha mostrado contrario al celibato y lo quitará?
Mentira. Y cito para ello lo que dijo a los religiosos que profesan el celibato: «Los votos no pueden acabar convirtiéndose en caricaturas, porque cuando así sucede, por ejemplo, la vida de comunidad se vuelve un infierno y la castidad una vida de solterones. El voto de castidad debe ser un voto de fecundidad».
h. ¿Ha dicho Francisco que ordenará sacerdotes a mujeres y las hará cardenales?
Nunca. Francisco, como sus predecesores, ha dicho que debe haber cada vez más espacios en todos lados, entre ellos en la Iglesia, para el aporte de la mujer, como de hecho viene siendo con responsabilidades importantes en ciertos dicasterios en Roma. Pero de ello, las malas interpretaciones con sesgos feministoides (que deforman la verdadera feminidad) pretenden ir más allá de Jesucristo y en su afán democrático (todos deben poder hacer lo mismo... como si los hombres saliésemos a marchar porque se nos antojó quejarnos porque no podemos ser madres), buscan imponer que las mujeres deban ser sacerdotes. Allí está la base del porqué la manipulación de lo dicho por Francisco. Pero ¿Qué dijo el Papa? «Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer. Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia». Quiero presentar una última cita, de la entrevista que el Papa hizo en el avión de vuelta de Río de Janeiro ante la pregunta sobre la ordenación sacerdotal para mujeres; dijo tajante: «Eso ya lo dejó cerrado Juan Pablo II, con una formulación definitiva. La Iglesia ya ha hablado y dice no».
i. ¿El Papa Francisco aprobó la homosexualidad?
En ningún momento. Más bien, como él mismo dice, lo han querido provocar con este tema: «Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad». Y él ha sido claro: «Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Y aquí entramos en el misterio del ser humano. En esta vida Dios acompaña a las personas y es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición. Hay que acompañar con misericordia». Hay que recordar lo que es la misericordia: no solo el amor, sino el amor que perdona y da oportunidad. Pero ¿Por qué habría que tener misericordia por una situación así si no fuese errada? Podría haber dicho que se ame al homosexual como a todos, pero usa el vocablo misericordia para expresar (como lo veremos en un instante) que hay algo que no está bien, que ha llevado a una ruptura y que necesita ser sanado.
Y recuerda su respuesta en el viaje de vuelta de Rio de Janeiro: «Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. Al decir esto he dicho lo que dice el Catecismo». Esta última referencia es clave, pues el Papa Francisco no predica nada diverso a lo que la Iglesia ha predicado siempre sobre ello (desde que lo leemos en la Sagrada Escritura, en especial en San Pablo). Él no ha dicho nada diferente al Catecismo, es decir, Francisco (desde el Catecismo) afirma sobre la homosexualidad lo siguiente:
1. «La Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso».
2. «Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición».
3. «Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana».
Francisco predica firmeza con la doctrina eclesial que se basa en la verdad y la misericordia para buscar al que está en el camino errado, como en este caso el que ha caído en la homosexualidad.
j. ¿El aborto ha sido aceptado por Papa Francisco como un gesto de misericordia?
Para nada. Es otra falsedad. Sabemos que Francisco quiere predicar la base del cristianismo que es la amistad con Jesús y, como consecuencia, el seguimiento fiel. Las normas morales las presenta como consecuencia de esa amistad con el Señor. Por ello, él mismo dice que no habla tanto de eso, y más bien quiere que la gente se acerque a Jesús. Pero eso no significa que apruebe ciertas prácticas inmorales que la Iglesia no aprueba. Y zanja Francisco el asunto con algo tajante y clarísimo: la doctrina de la Iglesia (que encontramos, como ha dicho varias veces, en el Catecismo). Es como si nos dijera a todos: vayan allí a encontrar lo que pienso y lo que debe hacer. Por eso ha dicho: «No podemos seguir insistiendo sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo no he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar».
Por ejemplo el 12 de mayo, en Roma, en el Ángelus del día bendijo a los asistentes de la Marcha por la Vida afirmando que deben «concentrarse en el importante hecho de respetar la vida desde el momento de la concepción». Y el 20 de setiembre, a un grupo de ginecólogos católicos que asistieron a una reunión que promovió la Federación Internacional de las Asociaciones de Médicos Católicos les insistió en rechazar lo que llamó «cultura del descarte» que con el aborto pretende deshacerse del más débil.
k. ¿Francisco les ha dicho a los separados vueltos a unirse civilmente que es correcto?
Nuevamente no. Otra manipulación. En el contexto de lo hablado, sobre predicar a Jesucristo, el Papa unió varios temas morales como la homosexualidad, el aborto y las uniones civiles de personas casadas por la Iglesia católica y separadas. Habló nuevamente del binomio ya visto: ir a predicarles a Jesucristo, es decir el fondo de todo (y no quedarse en un rigorismo externo y de formas), pero diciendo siempre que él es hijo de la Iglesia y predica la doctrina eclesial: «El confesionario no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos. Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?... No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible... si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia». Aquí, como vemos, el Papa no afirma nada contrario a la doctrina: ve que una mujer es consciente de sus pecados (aborto y adulterio) y se va a confesar, recomienda ir primero al fondo para sanarla y ayudarla en su acercamiento a Jesucristo, pero sin dejar las normas de la Iglesia que son las normas que puso el mismo Señor. Esta unidad en la predicación el Papa la ve como clave.
Hay una afirmación en este sentido sumamente clara y hermosa del Papa: «La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!’. Y los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia. Por ejemplo, el confesor corre siempre peligro de ser o demasiado rigorista o demasiado laxo. Ninguno de los dos es misericordioso, porque ninguno de los dos se hace de verdad cargo de la persona. El rigorista se lava las manos y lo remite a lo que está mandado. El laxo se lava las manos diciendo simplemente ‘esto no es pecado’ o algo semejante. A las personas hay que acompañarlas, las heridas necesitan curación».
l. ¿Este Papa sí es misericordioso y se abre a la modernidad?
Vayamos con cuidado, porque la mentira cuando va enredada con verdades, como la cizaña, hace mucho daño.
1. Primero veamos lo de la misericordia. Es lo que Dios ha predicado desde el mismo momento de la caída de nuestros padres: que Él está dispuesto a perdonar el pecado, y es lo que Jesucristo ha hecho en la cruz. Es, por decirlo así, la esencia del cristianismo desde su origen. Esta misericordia la ha vivido la Iglesia desde sus inicios, como también en el siglo pasado cuando cuidaba a los judíos frente al régimen nazi, cuando asistía a los pobres de las guerras, o acoge a los huérfanos.
2. Segundo punto, abordemos lo de las heridas. Lo que genera heridas en la humanidad, es el pecado, y el Papa dice que «Dios es más grande que el pecado». Por eso «aun cuando la vida de una persona haya sido un desastre, aunque los vicios, la droga o cualquier otra cosa la tengan destruida, Dios está en su vida. Se puede y se debe buscar a Dios en toda vida humana. Aunque la vida de una persona sea terreno lleno de espinas y hierbajos, alberga siempre un espacio en que puede crecer la buena semilla». Pero es importante entender que cuando Francisco habla de la misericordia lo hace frente a estas heridas que son los pecados y los alejamientos del Señor, como él mismo ha dicho al hablar del aborto, la homosexualidad y el adulterio, siguiendo la doctrina de la Iglesia. Éstas son heridas graves que le hacen daño a uno y a la humanidad, frente a las cuales la Iglesia sale a curar con la verdad. Es la Iglesia la única que puede curar las heridas de esta sociedad: «Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas... Y hay que comenzar por lo más elemental». Esta misericordia se da de modo especial en el confesionario, donde se curan las heridas: «Esta es la grandeza de la confesión: que se evalúa caso a caso, que se puede discernir qué es lo mejor para una persona que busca a Dios y su gracia. El confesionario no es una sala de tortura, sino aquel lugar de misericordia en el que el Señor nos empuja a hacer lo mejor que podamos».
3. Tercero, toquemos el axioma falso del mundo por el cual aceptar sus pecados y depravaciones es ser misericordioso y el no hacerlo es ser rígido, conservador, intransigente, intolerante y cerrado. Ya el Papa Francisco nos ha mostrado que la Iglesia es de Jesucristo y que estamos llamados a predicar esta verdad a todo el mundo sin miedo y abiertamente. Lo cual implicará que el Evangelio prime, y no los axiomas mundanos. Eso ¿Nos hará para esa anti cultura intolerantes? Sí, como lo fue desde el inicio del cristianismo. Pero, dice Francisco, «tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad».
ll. ¿Francisco aceptó la teología de liberación marxista de Gustavo Gutiérrez?
No. Y basta hacer una pregunta ¿De dónde sale esa información? Que un Obispo miembro de un dicasterio (dicasterio al cual curiosamente cierta prensa siempre le ha tenido odio pero que ahora alaba) haya tenido comentarios favorables de modo personal con respecto a Gustavo Gutiérrez, o que una sola vez se haya hecho sobre él una nota en el periódico del Vaticano (periódico que desde hace un tiempo trae noticia de todo tipo en un intento de apertura), o que Gutiérrez haya estado en audiencia privada con el Papa Francisco, no es señal de afirmar que el Papa aceptó este tipo de teología de la liberación. Es, por decir lo menos, un error lógico, si es que no una estrategia para desvirtuar las cosas. No hay en ningún lado una afirmación del Papa Francisco que contradiga la doctrina de la Iglesia acerca de esta teología de liberación marxista.
Me surgen algunas inquietudes:
1. El por qué no el Papa Francisco se tomó una foto con Gutiérrez y ésta fue publicada (cosa que el Papa hace con muchísima gente).
2. El por qué el Papa, que habla de muchas cosas, no haya hablado de este asunto.
3. También que se haya hecho una mirada retrospectiva diciendo, que porque el Papa Francisco lo recibió en una audiencia privada, la Iglesia nunca lo censuró (cosa no cierta porque desde los ochenta se le llamó la atención y se dieron dos instrucciones vaticanas contra sus escritos, y que Gutiérrez dijo no eran para él por no llevar su nombre).
4. Que el Papa reciba a una u otra persona no es señal de aceptar lo que piensa; Juan Pablo II saludó en su viaje a Nicaragua al ex sacerdote Ernesto Cardenal, prácticamente revolucionario. Benedicto XVI aceptó conversar con Hans Kung (ex sacerdote y de posturas heréticas). Esto se hace por respeto, misericordia y gestos de bondad, pero no son sinónimos de aceptación de posturas contrarias a la doctrina de la Iglesia.
Como dijo el Sustituto de Secretaría de Estado del Vaticano, Monseñor Angelo Becciu, en una entrevista hecha en setiembre en el diario Corriere della Sera, «el Papa nunca ha adoptado la teología de la liberación entendida en el sentido ideológico».
m. ¿Francisco ha contradicho al Cardenal Cipriani?
Mentira. Y como dice la norma de los juicios civiles, que se pruebe. Hasta donde sabemos, jamás ha pasado ello. Pero, los enemigos de la Iglesia, en concreto en el Perú, en una más de sus estrategias por manipular al Papa Francisco, tratan de hacernos creer que está en contra del Cardenal Cipriani, pero más que en contra de una persona, en contra de lo que este Cardenal limeño valientemente defiende como principios humanos y doctrina de la Iglesia.
n. ¿El Papa Francisco sí es misericordioso y aceptará a todos los que tengan dentro de la Iglesia posturas contrarias a la doctrina?
No. Esto por un motivo básico: el Papa no es dueño, sino servidor y custodio de la Buena Nueva de Jesucristo. Y así como toca predicar, exhortar, alentar y perdonar, toca defender la fe, aunque sea doloroso. Lo muestro con un ejemplo: Francisco hace no mucho ha excomulgado a un sacerdote de la diócesis de Melbourne, el ex sacerdote Reynolds por promover doctrinas contrarias a la fe y la moral de la Iglesia a través de una grupo llamado inclusive catholics, que promocionaba el lobby gay dentro de la Iglesia y la ordenación sacerdotal de mujeres. Es decir, ha defendido la fe como sus predecesores. Algo que para ciertos medios de comunican y personajes alejados de la Iglesia es una intolerancia. Bueno, es importante que estas personas sepan que para ellos el Papa Francisco es tan intolerante como cualquier católico que quiere vivir bien su fe. Es decir, es un buen católico que no va a dejar pasar la mentira por respetos humanos.
IV. Conclusión
¿Qué debe experimentar un católico obispo, religioso o laico, hombre o mujer que aprendió la doctrina de la Iglesia y quiere ser fiel a Jesucristo, cuando escucha al Papa Francisco? Según este grupo de personas (con intereses claros), miedo, porque el Papa sería un revolucionario que viene a cambiar lo que enseñó Jesucristo. Pero luego de lo que brevemente hemos visto ¿Hay cabida para ello? De ninguna manera. Quien escucha al Papa Francisco en lo que hemos presentado aquí no puede más que decir ésta es la Iglesia de Jesucristo que fue fundada hace dos mil años, la de los mártires, la de los santos y santos, la de las familias, la de los pecadores arrepentidos, la de Juan Pablo II y la de Benedicto XVI. Y es que Francisco no trae más que la novedad de siempre: la novedad de Jesucristo.
¿Hay contradicción en Francisco? ¿Es un revolucionario? ¿Predica cosas nuevas en la Iglesia descartando la doctrina eclesial? A mí me parece que estamos ante el mismo Pedro de hace dos mil años, ante el mismo Evangelio, ante la misma doctrina de la Iglesia. Entonces, no hay que temer, pues como dijo el Señor, la Iglesia y el primado de Pedro están fundados sobre la Roca que es Él y ni siquiera el poder de satanás, que en estos días quiere distorsionar lo dicho por el Papa Francisco para crear confusión, podrá lograr la destrucción de la Iglesia.
Por ello, no nos dejemos engañar ni desilusionar por personas que con ignorancia o a veces con intenciones claras quieren desorientar al rebaño, desunir a la Iglesia y llevarnos al caos. No es así. Francisco predica lo mismo que predicó San Pedro, San Pío V, San Pío X y el próximo San Juan Pablo II. La verdad de la Fe contenida y custodiada por la Iglesia Católica, la única Iglesia que fundó en esta tierra nuestro Señor Jesucristo. No permitamos que encasillen y encierren al Papa Francisco esta cultura del mundo que quiere, manipulando sus palabras, jalarlo para su lado. No es cierto. El Papa Francisco es católico, es la cabeza visible de nuestra Iglesia.