1/31/14

La historia de David, el espejo de la conciencia de cada cristiano

El Papa hoy en Santa Marta 

 Cuando disminuye la presencia de Dios entre los hombres, “se pierde el sentido del pecado” y así puede suceder que le hagamos pagar a otros el precio de nuestra “mediocridad cristiana”. Lo ha afirmado este viernes el papa Francisco, en la homilía de la misa matutina que ha celebrado en Santa Marta. Pidamos a Dios, ha exhortado el Papa, la gracia de que en nosotros nunca disminuya la presencia de “su reino”. Un pecado grave, como por ejemplo es el adulterio, disminuido a “un problema para resolver”. La opción que elige el rey David, narrada en la primera lectura de hoy, se vuelve el espejo delante al cual el papa Francisco pone la conciencia de cada cristiano. David se deslumbra con Betsabé, la esposa de Urías, su general, se la apropia y envía al marido a primera línea de batalla, causándole la muerte y de hecho perpetrando un asesinato. Y a pesar de ello ni el adulterio, ni el homicidio lo afectan. “David se encuentra delante a un enorme pecado, pero el no lo siente como un pecado”, observa el Papa. “No le pasa por su mente pedir perdón. Lo que le viene en mente es: ¿cómo resuelvo ésto?”: “A todos nosotros nos puede suceder ésto. Todos somos pecadores y todos estamos sujetos a la tentación que es el pan nuestro de cada día. Si alguno de nosotros dijese: “Yo nunca tuve tentaciones”, o eres un querubín o un poco tonto, ¿no? Se entiende... Es normal en la vida la lucha y el diablo nunca se queda tranquilo, él quiere su victoria. Pero el problema más grave -el problema más grave en esta citación- no es tanto la tentación y el pecado contra el noveno mandamiento, sino el modo en el que actúa David. Y David aquí no habla de pecado, habla de un problema que tiene que resolver. ¡Esto es un signo! Cuando el reino de Dios disminuye, uno de los signos es que se pierde el sentido del pecado”. Cada día, al rezar el “Padrenuestro”, nosotros le pedimos a Dios “Venga a nosotros tu Reino…”, lo que -explica el papa Francisco- quiere decir “crezca Tu Reino”. Cuando se pierde el sentido del pecado, se pierde también “el sentido del Reino de Dios” y en su lugar -subraya el Papa- emerge “una visión antropológica súper potente”, la del “yo lo puedo todo”: “¡La potencia del hombre en lugar de la gloria de Dios! Este es el pan de cada día. Por esto la oración de todos los días a Dios ‘Venga tu Reino, crezca tu Reino’, porque la salvación no vendrá de nuestras astucias, de nuestra inteligencia al hacer negocios. La salvación vendrá de la gracia de Dios y del entrenamiento cotidiano que nosotros hacemos de esta gracia en la vida cristiana”. “El pecado más grande de hoy es que los hombres han perdido el sentido del pecado”. El Santo Padre cita esta célebre frase de Pío XII y después centra su atención en Urías, el hombre inocente mandado a la muerte por la culpa de su rey. Urías, dice el Papa, se convierte en el emblema de todas las víctimas de nuestra inconfesada soberbia: “Yo os confieso, cuando veo estas injusticias, esta soberbia humana, también cuando veo el peligro de que a mí mismo me suceda esto, el peligro de perder el sentido del pecado, me hace bien pensar en los muchos Urías de la historia, en los muchos Urías que también hoy sufren nuestra mediocridad cristiana, cuando nosotros perdemos el sentido del pecado, cuando nosotros dejamos que el Reino de Dios caiga… Estos son los mártires de nuestros pecados no reconocidos. Nos hará bien rezar hoy por nosotros, para que el Señor nos dé siempre la gracia de no perder el sentido del pecado, para que el Reino no disminuya en nosotros. También llevar una flor espiritual a la tumba de estos Urías contemporáneos, que pagan la cuenta del banquete de los seguros, de aquellos cristianos que se sienten seguros”.

1/29/14

Conversión ecológica

Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas


VER
Durante el Congreso Diocesano sobre Pastoral de la madre tierra, que organizamos en días pasados, en las diferentes mesas de trabajo se denunciaron, entre otras, estas amenazas al medio ambiente, al cosmos, a la naturaleza, a la creación:
El sistema neoliberal estructural en su ambición de explotación de los bienes naturales. Empresas transnacionales que compran nuestro territorio para sus megaproyectos.Transgénicos y agroquímicos. No hay cultura ecológica. Contaminación del medio ambiente y del agua. Mal manejo de la basura. Tala de árboles y extracción de maderas finas.Autoridades que se corrompen. Concesiones mineras. Sobre-explotación de energías no renovables. Privatización de la semilla criolla. Invasión de cadenas de grandes tiendas que cambian nuestros hábitos alimenticios. El sistema promueve el abandono del campo; nos dan comida chatarra. Consumimos menos verduras que nos da la madre tierra y más productos elaborados en fábricas.Hemos perdido la autonomía de producir y la práctica del trueque.Falta un precio justo de los productos del campo; por eso se tiene que emigrar. Los apoyos del gobierno no se invierten en mejorar la tierra. No producimos lo que necesitamos para comer. Hay pobreza porque, aunque tenemos donde trabajar, buscamos lo más fácil.Preferimos gastar dinero, en vez de producir o trabajar haciendo nuestro alimento.
PENSAR
Sin embargo, la destrucción de la madre tierra no es culpa sólo del sistema, de grandes empresas o del gobierno, sino también de nuestros propios pueblos. Lo podemos ver en las márgenes de las dos carreteras de San Cristóbal a Tuxtla Gutiérrez: ya nada se puede cultivar, porque sólo quedan piedras. Los campesinos, para comer, talaron todos los árboles para sembrar maíz y frijol. Al principio, se daban muy buenos maizales. Pero la lluvia, al no haber árboles, se fue llevando la tierra buena a los ríos y, ahora, sólo quedan piedras; ya no se produce maíz, ni frijol, ni nada; son puros pedregales que dan tristeza; se acabó la vida. Lo mismo está pasando rumbo a Comitán: en vez de praderas verdes, sólo quedan piedras, que nadie come y a nadie alimentan.
También lo comprobamos en nuestros ríos: cuando no llueve, son una maravilla con sus diferentes tonos entre verde y azul; la vista y el corazón se gozan; hay peces y vida en abundancia. Surge espontánea la alabanza al Creador. Pero cuando llueve, nuestros ríos son cafés y chocolatosos, porque llevan toda la buena tierra que había donde se talaron árboles; ya no hay peces ni vida; no dan ganas ni de bañarse, menos de beber. Si seguimos talando irresponsablemente los bosques, en breve tiempo sólo quedarán piedras y desiertos, muerte y destrucción. Y esto lo hacemos nosotros, nuestras familias y nuestros pueblos.
ACTUAR
Pedimos a nuestros gobernantes, legisladores y empresarios, que se conviertan y sean portadores de vida, no de muerte. Que no se dejen comprar, corromper y seducir por la ambición del dinero y del poder. Que no vendan nuestra patria y nuestro amado Chiapas a empresas trasnacionales que sólo buscan su interés, y no les importa destruir los bienes naturales y matar la vida de nuestro pueblo y de las futuras generaciones.Tienen el grave deber de evitar que el poder del dinero destruya, contamine y explote sin conciencia el tesoro que Dios nos regaló en nuestra amada madre tierra. Se necesitan leyes que en verdad beneficien al pueblo pobre y cuiden la naturaleza, y normas más severas para combatir la corrupción. Que los pequeños propietarios no se dejen engañar y no vendan sus tierras.
Seamos defensores de la vida que Dios nos ha regalado tan pródigamente en Chiapas, en sus montañas y en sus ríos, en su vegetación y en sus buenas tierras para el cultivo de alimentos. Cuidemos esta tierra chiapaneca que es madre, que da vida, que es fecunda, que alimenta, que recrea la vista, que da esperanza para un buen vivir, que es un regalo extraordinario de nuestro buen Padre Dios. No destruyamos lo que Dios puso en nuestras manos. Son posibles cielos nuevos y madre tierra nueva, con la gracia de Dios y con nuestro compromiso diario.

Llamamiento por el trabajo y contra la usura

El Papa ayer en la Audiencia general


Una plaza de san Pedro inundada de banderas procedentes de distintas partes del mundo, carteles con mensajes de cercanía y un coro de voces que cantaban ¡viva el Papa! han dado la bienvenida a Francisco. Montado en el jeep blanco, el Papa ha pasado más de media hora saludando a los fieles reunidos en la plaza. En esos treinta minutos, el Santo Padre se dedica a bendecir, besar y acariciar a los más pequeños, protegidos con gorros y bufandas de las bajas temperaturas.
Un momento especialmente simpático y que ha provocado la sonrisa de los que estaban cerca, ha sido cuando el papa argentino ha saludado a un loro colorido. La presencia del animal en la plaza se debe a los 350 representantes del circo de Bergantino, procedente del Triveneto que han acudido hoy a la audiencia general.
Además, en un punto del recorrido, el Santo Padre se ha bajado del jeep para charlar unos minutos con un grupo de niños a los que ha bendecido algunas fotografías que llevaban en la mano.
En la tercera de las catequesis dedicadas a los sacramentos, el Papa ha hablado hoy sobre la Confirmación. Al finalizar la catequeis, comenzó a llover, por lo que Francisco bromeó: "se ve que estos últimos miércoles, a mitad de audiencia, nos bendicen del Cielo: pero ¡ustedes son  valientes, adelante!". 
Duras palabras las que ha dedicados a los "usureros", y ha dirigido un pensamiento a esas  familias que no tienen para comer porque deben pagar la hipoteca... ¡eso es inhumano!" Lo ha dicho tras saludara la Fondazioni Associate alla Consulta Nazionale Antiusuraacompañados por el arzobispo de Bari, monseñor Francesco Cacucci y ha deseado que "las instituciones puedan intensificar su compromiso contra las víctimas de la usura, dramática plaga social que hiere la dignididad inviolable de la persona humana". 
El papa Francisco saludó también a las familias de los trabajadores de una empresa de Florencia, acompañados por su cardenal, el arzobispo Giuseppe Bertori. "Les expreso --dijo Francisco-- mi cercanía y deseo que se hagan todos los esfuerzos posibles por las autoridades competentes, para que el trabajo que es fuente de dignidad sea la preocupación central de todos".
A continuación, las palabras del resumen que el Santo Padre ha hecho de la catequesis en español:
Hoy nos centraremos en el Sacramento de la Confirmación. Junto con el Bautismo y la Eucaristía, forma parte un proceso único que se llama la iniciación cristiana, a través del cual somos insertados gradualmente en Cristo, muerto y resucitado y recibimos una vida nueva. El término Confirmación indica que este sacramento ratifica la gracia bautismal, nos une más firmemente a Cristo: afianza nuestra relación con la Iglesia y concediéndonos una fuerza especial del Espíritu Santo para defender la fe y confesar el nombre de Cristo.
Como todo sacramento, la Confirmación es obra de Dios, que se preocupa de que nuestra vida sea plasmada a imagen de su Hijo, de hacernos capaces de amar como él, infundiéndonos su Espíritu Santo. Este Espíritu actúa con su fuerza en nosotros, en toda la persona y durante toda la vida. Cuando lo recibimos en nuestro corazón, Cristo mismo se hace presente y toma forma en nuestra vida: es él quien reza, quien perdona, el que infunde esperanza, el que sirve a los hermanos más necesitados, el que crea comunión y siembra la paz en nuestra vida. Es él el que hace eso.
A continuación ha saludo con afecto "a los peregrinos de lengua española, venidos de España, Argentina, Chile, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a recordar que hemos recibido la Confirmación, a dar gracias a Dios por él y a pedirle que nos ayude a vivir como verdaderos cristianos y a caminar siempre con alegría, según el Espíritu Santo que hemos recibido".
Después de los saludos en todas las lenguas, Francisco ha dirigido un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El próximo viernes - ha señalado - celebramos la memoria de san Juan Bosco. Por ello "queridos jóvenes, su figura de padre y maestros os acompañe en los años de estudio y formación. Queridos enfermos, no perdáis la esperanza también en los momentos más duros del sufrimiento. Y vosotros, queridos recién casados, inspiraros en el modelo salesiano del amor preventivo en la educación integral de vuestros hijos".

1/28/14

¿Eres capaz de gritar por un gol y no de cantar alabanzas al Señor?

El Papa hoy en Santa Marta


El Santo Padre en la misa de Santa Marta de hoy martes ha hablado sobre la fecundidad de la oración de alabanza. Al comentar la danza alegre de David al Señor de la que habla la primera lectura, ha subrayado que si nos cerramos en la formalidad, nuestra oración se convierte en fría y estéril.
El papa Francisco ha hablado en su homilía sobre David que "danzaba con todas las fuerzas delante del Señor" y sobre esta imagen alegre de la que se habla en el Segundo Libro de Samuel. Todo el Pueblo de Dios estaba en fiesta porque el Arca de la Alianza volvía a casa. La oración de alabanza de David, ha explicado, "le llevó a salir de cualquier compostura y a bailar delante del Señor" con "todas las fuerzas". ¡Esto era precisamente la oración de alabanza! - ha exclamado el Papa. Además, ha indicado que leyendo este pasaje, "he pensado enseguida" en Sara, después de haber dado a luz a Isaac. "¡El Señor me ha hecho bailar de alegría!", dijo la anciana. Por esto, Francisco ha señalado que "para nosotros es fácil de entender la oración para pedir algo al Señor, también para dar gracias al Señor" o  la "oración de adoración". Pero la oración de alabanza "la dejamos de lado, no nos viene espontánea", ha precisado.
Y de este modo lo ha explicado: "'¡Pero, padre, esto es para los de la Renovación Carismática, no para todos los cristianos!' No, ¡la oración de alabanza es una oración cristiana para todos nosotros! En la misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, ¡porque es grande! Y le decimos cosas bonitas, porque a nosotros nos gusta que sea así. 'Pero, padre, yo no soy capaz... Yo debo...' ¿Pero eres capaz de gritar cuando tu equipo marca un gol y no eres capaz de cantar alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de tu compostura para cantar esto? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! No pedimos, no damos las gracias: ¡alabamos!"
Debemos rezar "con todo el corazón". Ha continuado matizando que "es un acto de justicia, ¡porque Él es grande! ¡Es nuestro Dios!" David, ha recordado el Santo Padre, "era muy feliz, porque volvía con el Arca, volvía con el Señor: también su cuerpo rezaba con esa danza".
Francisco ha continuado lanzando "una buena pregunta que podemos hacernos hoy: 'Pero ¿cómo va mi oración de alabanza? ¿Sé alabar al Señor? ¿Sé alabar al Señor o cuando rezo el Gloria o rezo el Sanctus lo hago solamente con la boca y no con todo el corazón?' ¿Qué me dice David, danzando aquí? Y Sara ¿bailando de alegría?  Cuando David entra en la ciudad comienza otra cosa: ¡una fiesta!"
"La alegría de la alabanza - ha explicado - nos lleva a la alegría de la fiesta. La fiesta de la familia". De este modo el Papa ha recordado que cuando David entra en el palacio, la hija del rey Saúl, Mikal, le reprende y le pregunta si no le da vergüenza haber bailado de esa forma delante de todos, él que es el rey. Mikal, "despreció a David".
De este modo, Francisco ha proseguido: "yo me pregunto ¿cuántas veces nosotros despreciamos en nuestro corazón a personas buenas, gente buena que alaba al Señor como le viene, así espontáneamente, porque no son cultos, no siguen las actitudes formales? ¡Pero, desprecio! ¡Y dice la Biblia que Mikal quedó estéril durante toda la vida por esto! ¿Qué quiere decir la Palabra de Dios aquí? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos! Sara bailaba en el momento grande de su fecundidad, a los noventa años! La fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor. Ese hombre o esa mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor, que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, cuando canta el Sanctus en la misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecunda".
El Pontífice, para finalizar, ha advertido que "aquellos que se cierran en la formalidad de una oración fría, medida, quizá terminan como Mikal: en la esterilidad de su formalidad". Por ello, el Papa ha invitado a imaginar a David que danza "con todas las fuerzas delante del Señor y pensemos que bello es hacer la oración de alabanza". Además, ha afirmado que nos hará bien repetir las palabras del Salmo 23 que hemos rezado hoy: "Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria!  ¿Y quién es ese Rey de la gloria? Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates!”

'Agradezco a tantos sacerdotes que dan la vida por su pueblo'

El Papa ayer en Santa Marta

La Iglesia no se puede entender como una simple organización humana, la diferencia la hace la unción que el Espíritu da a los obispo y sacerdotes para servir al pueblo de Dios. Lo ha afirmado el papa Francisco en la misa de hoy lunes en Santa Marta. Por ello el Pontífice ha dado las gracias a tantos sacerdotes santos que dan la vida en el anonimato del servicio cotidiano.
Al comentar la primera lectura de la liturgia de hoy, que habla de las tribus de Israel que ungen a David como su rey, el Papa ha explicado el significado espiritual de esta unción: "Sin esta unción David habría sido solamente el jefe" de "una empresa", de una "sociedad política, que era el Reino de Israel", habría sido solamente un "organizador político". Sin embargo -ha indicado Francisco- "después de la unción, el Espíritu del Señor" desciende sobre él y permanece con él. Y la Escritura dice, ha recordado el Papa: "David iba creciendo cada vez más en el poder y el Señor Dios de los ejércitos estaba con él". Y ha subrayado que "ésta es precisamente la diferencia de la unción". El ungido es una persona elegida por el Señor. Así es en la Iglesia para los obispos y los sacerdotes.
Y el Papa ha explicado: "los obispos no son elegidos solamente para llevar adelante una organización, que se llama Iglesia particular, son ungidos, tienen la unción y el Espíritu del Señor está con ellos. ¡Pero todos los obispos, todos somos pecadores, todos! Pero somos ungidos. Y todos queremos ser más santos cada día, más fieles a esta unción. Y eso es lo que hace la Iglesia precisamente, eso que da la unidad a la Iglesia, es la persona del obispo, en nombre de Jesucristo, porque es ungido, no porque ha sido votado por la mayoría. Porque es ungido. Y en esta unción una Iglesia particular tiene su fuerza. Y por participación también los sacerdotes son ungidos".
El Pontífice ha continuado señalando gracias a la unción, nace en los obispos y los sacerdotes esa alegría y fuerza que permite "llevar adelante a un pueblo, ayudar a un pueblo, vivir al servicio de un pueblo". Dona la alegría de sentirse "elegidos por el Señor, mirados por el Señor, con ese amor con el que el Señor nos mira, a todos nosotros". Así, "cuando pensamos a los obispos y a los sacerdotes, debemos pensarlos así: ungidos".
A continuación el Papa ha observado que "al contrario no se entiende la Iglesia, pero no solo no se entiende, no se puede explicar cómo la Iglesia va adelante solamente con las fuerzas humanas. Esta diócesis va adelante porque tiene un pueblo santo, muchas cosas, y también un ungido que la lleva, que la ayuda a crecer. Esta parroquia va adelante porque tiene muchas organizaciones, muchas cosas, pero también tiene un sacerdote, un ungido que la lleva adelante. Y nosotros en la historia conocemos una mínima parte, pero cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes, cuántos sacerdotes santos que han dejado su vida al servicio de las diócesis, de la parroquia; cuánta gente ha recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor, la esperanza de estos párrocos anónimos, que nosotros no conocemos. ¡Hay muchos!"
De hecho, Francisco ha recordado que son muchos "los párrocos de campo o párrocos de ciudad que con su unción han dado fuerza al pueblo, han transmitido la doctrina, han dado los sacramentos, es decir, la santidad".
Finalmente, el Santo Padre ha añadido: "'¡Pero, padre, yo he leído en un periódico que un obispo ha hecho tal cosa o que un sacerdote ha hecho tal cosa!' Eh, sí, también yo lo he leído, pero, dime, ¿en los periódicos vienen las noticias de eso que hacen muchos sacerdotes, muchos sacerdotes en tantas parroquias de ciudad y del campo, tanta caridad que hacen, tanto trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo?' ¡Ah, no! Esto no es noticia. Eh, lo de siempre: hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. Hoy pensemos en esta unción de David, nos hará bien pensar en nuestros obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos, fieles y rezar por ellos. ¡Gracias a ellos estamos aquí!".

1/27/14

Finalizan las 49 Jornadas Pastorales de Castelldaura

Dos días de reflexiones de representantes de entidades, profesores y teólogos sobre la caridad
      
José Medina, biógrafo del papa Francisco, explicó este miércoles en las ‘Jornadas Castelldaura’ de Barcelona, que «no ha cambiado nada, el papado no se le ha subido a la cabeza, lo que antes hacía vestido de negro, ahora lo hace vestido de blanco». Durante la conferencia “Francisco y la pobreza”, el sacerdote hizo esta reflexión después de entrevistar a 18 familiares, amigos y conocidos, claves para entender y explicar la vida del papa Francisco para un libro que está preparando.
      Ante unas 150 personas Medina destacó la entrevista que hizo a la hermana del papa Francisco, quién le aseguró que «es el mismo, gracias a Dios, Francisco sigue siendoJorge». A través de una serie de imágenes y anécdotas personales demostró cómo la mayor parte de los gestos que han llenado los periódicos de todo el mundo desde su elección, hace veinte años que los mantiene.

El amor, en el libro de instrucciones

      Desde otra perspectiva, el profesor de la Facultad de Teología de Cataluña, Dr. Joan Costa, explicó que «la lógica amorosa es la propia humana, es el libro de instrucciones que Dios ha puesto en el ser humano» y añadió que no comprender bien el amor y la dignidad humana «lleva a un mundo injusto». Concluyó que «hasta que no tengamos sistemas económicos que respeten el libro de instrucciones del hombre habrá crisis».
      Por su parte, el profesor del IESE Alfredo Pastor explicó como la palabra fraternidad ha dejado paso a la de solidaridad, un concepto que considera que debe estar orientado a «buscar el bien común, entendido como la consecuencia del principio de fraternidad». Por esto propuso ver la sociedad como una gran familia «pero no como un recurso teórico sino de verdad». Acabó su exposición indicando que «la familia es una analogía de la sociedad, y la fraternidad es un principio constitutivo de una sociedad que funciona bien».

Crece la sensibilidad hacia los necesitados

      En el primer día de las Jornadas, el pasado martes, el cardenal Robert Sarah afirmó que «el mundo cada vez es más sensible a las necesidades de los demás hombres». También han intervenido los representantes de Cáritas, la Comunidad de San Egidio y el Braval, que han respondido a varias preguntas del público asistente sobre la relación entre la caridad y la evangelización.
      El presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, que lleva a la práctica las iniciativas humanitarias del papa Francisco, dijo que durante el pontificado de Juan Pablo II se multiplicaron las organizaciones caritativas y sus actividades. Añadió que estas entidades deben «imprimir en toda la pastoral de la caridad de la Iglesia este horizonte evangelizador» porque «la caridad es el camino a través del que el hombre puede conocer quién es Dios». Lamentó que «incluso en nuestro lenguaje cristiano, el término caridad ha decaído simplemente en el significado banal de la limosna» y ha reivindicado que «el amor no es igual que la caridad», que ha definido como «entregarse a los demás» o «dar la vida». Explicó que las organizaciones de ayuda de la Iglesia «sienten la tentación de deshacer sus vínculos con la Iglesia e identificarse completamente con las ONG» pero les ha pedido que no lo hagan porque «no son mera filantropía» sino que conviene que «no se separe el servicio de la caridad de la misión de evangelización».

Voluntariado cerca de Dios

      Precisamente la relación entre la caridad y la evangelización fue uno de los aspectos tratados en la mesa redonda que ha moderado la subdirectora de la Agència Catalana de NotíciesAnna Nogué. La presidenta de Cáritas Cataluña, Carme Borbonès, explicó que «no somos un servicio social más del territorio porque compartimos con los demás el amor de Dios», e indicó que considera que ha habido un gran aumento del voluntariado durante los últimos años, donde ha querido destacar especialmente la ayuda de los vecinos y la familia a las personas necesitadas.
      Por su parte, el presidente de la Comunidad de San Egidio en Barcelona, Jaume Castro, indicó que «la vida lejos de los pobres no es garantía de felicidad» y ha explicado que «el voluntariado es un servicio gratuito donde verdaderamente vives la joya de dar». Finalmente, el presidente del BravalJosep Masabeu, ha apuntado que «hay mucha más gente generosa de lo que pensamos» pero ha lamentado que «no tiene visibilidad en los medios», y ha expuesto que un voluntario, por el hecho de ser una persona que se dedica a los otros ya «está en la antesala del encuentro con Dios».

La caridad, una historia de amor

      Don Joan Galtés durante su conferencia mostró cómo la Iglesia desde el primer momento ha vivido la caridad como elemento esencial de la vida cristiana. Explicó que ya los primeros cristianos gozaban de una cierta organización en el ejercicio de la caridad, que se desarrolló con el paso de los siglos en diversas manifestaciones: colectas, rescate de cautivos, instituciones de beneficencia, hospitales, promoción de la paz, casas de misericordia e iniciativas de carácter educativo abiertas a los más necesitados. Acabó diciendo que la caridad, «no se trata de una especie de actividad asistencial que se puede dejar de hacer si ya la hacen otras instituciones de la sociedad», sino que pertenece a la «naturaleza íntima de la Iglesia».
      También participaron en las Jornadas el cardenal Arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, el decano de la Facultad de Teología de Cataluña, Dr. Armand Puig, el vicario de la Prelatura del Opus Dei en Cataluña, Antoni Pujals, y el director del Centro Sacerdotal Rosselló, Dr. Albert Ribot.

Para elegir a sus discípulos, Jesús se dirige a los humildes

El Papa en el Ángelus del Domingo


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo cuenta los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los pueblos de Galilea. Su misión no sale de Jerusalén, es decir del centro religioso, social y político, sino de una zona periférica, despreciada por  los judíos más observadores, con motivo de la presencia en esa región de diferentes poblaciones; por esto el profeta Isaías indica como "Galilea de las gentes".
Es una tierra de frontera, un zona de tránsito donde se encuentran personas de diferentes razas, culturas y religiones. Galilea se convierte así en un lugar simbólico de apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: coexistencia de diversas culturas, necesidad de comparación y de encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una "Galilea de las gentes", y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús nos enseña que la Buena Noticia no está reservada a una parte de la humanidad, es para comunicar a todos. Es un feliz anuncio destinado a cuantos lo esperan, pero también a cuantos quizá no esperan nada más y no tienen ni siquiera fuerza para buscar y preguntar.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que ninguno está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método, su método, que expresa el contenido, es decir la misericordia del Padre. "Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada. ¿Y cuál es esa llamada? Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio".  (Esort. ap. Evangelii gaudium, 20).
Jesús comienza su misión no solo desde un lugar descentrado, si no también con hombres que se les diría de "bajo perfil". Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas o de los doctores de la Ley, sino a las personas humildes y sencillas, que se preparan con empeño a la llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, sobre la orilla del lago: son pescadores. Les llama, y ellos le siguen, enseguida. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante.
Queridos amigos y amigas, ¡el Señor llama también hoy! Pasa por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en este momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él, a trabajar con Él por el Reino de Dios, en las “Galileas” de nuestros tiempos. Cada uno de ustedes piense: el Señor pasa hoy, el Señor me mira, ¡me está mirando! ¿Qué me dice el Señor? Y si alguno de ustedes oye que el Señor le dice: “sígueme”, sea valiente, vaya con Él; Él no decepciona jamás. ¡Dejemos alcanzarnos por su mirada, por su voz, y sigámoslo! “Para que la alegría del Evangelio llegue hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz”.
Tras la oración del Ángelus, el Santo Padre ha dicho:
(...) Se celebra hoy la Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, aún estando en receso, lamentablemente afecta todavía a muchas personas en condiciones de grave miseria. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas. A ellos aseguramos nuestra oración, y rezamos también por todos aquellos que les asisten y, en diferentes formas, se comprometen a derrotar esta enfermedad.
Estoy cerca con la oración a Ucrania, en particular a cuantos han perdido la vida en estos días y a sus familias. Deseo que se desarrolle un diálogo constructivo entre las instituciones y la sociedad civil y, evitando todo recurso y acción violenta, prevalezcan en el corazón de cada uno ¡el espíritu de la paz y la búsqueda del bien común!
(...) En los próximos días, millones de personas, que viven en Extremo Oriente y repartidos en varias partes del mundo, entre los cuales chinos, coreanos y vietnamitas, celebran el fin de año lunar. A todos ellos les deseo una existencia llena de alegría y de esperanza. El anhelo que no se puede suprimir a la fraternidad, que alberga en su corazón, encuentre en la intimidad de la familia el lugar privilegiado donde pueda ser descubierto, educado y realizado. Será esta una preciosa contribución a la construcción de un mundo más humano, en el que reina la paz.
Ayer, en Nápoles, se ha proclamado beata María Cristina de Savoya, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, reina de las dos Sicilias. Mujer de profunda espiritualidad y de gran humildad, supo hacerse cargo de los sufrimientos de su pueblo, convirtiéndose en verdadera madre de los pobres. Su extraordinario ejemplo de caridad testimonia que la vida buena del Evangelio es posible en cualquier ambiente y condición social.
Saludo con afecto a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de diferente parroquias de Italia y de otros países, como también a las asociaciones, grupos escolares y otros. En particular, saludo a los estudiantes de Cuenca (España) y las chicas de Panamá. Saludo a los fieles de Caltanissetta, Priolo Gargallo, San Severino Marche y San Giuliano Milanese, y los ex alumnos de la escuela de Minoprio. Quisiera también expresar mi cercanía a la población que ha sufrido inundadaciones en Emilia.
¡Me diirijo ahora a los chicos y chicas de Acción Católica de la Diócesis de Roma! Queridos jóvenes, también esto año, acompañados del cardenal vicario, habéis venido numerosos al finalizar vuestra "Caravana de la Paz". ¡Os doy las gracias! (...) Escuchamos ahora el mensaje que vuestro amigos aquí junto a mí, no leerán".
Al finalizar la lectura, los dos niños junto al Papa han lanzado las dos palomas como símbolo de la paz.
Para concluir, el Santo Padre ha deseado a todos un buen domingo y buena comida.

Conclusión de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Homilía del  Papa en San Pablo Extramuros

      
«¿Está dividido Cristo?» (1 Co 1,13). La enérgica llamada de atención de san Pablo al comienzo de su Primera carta a los Corintios, que resuena en la liturgia de esta tarde, ha sido elegida por un grupo de hermanos cristianos de Canadá como guion para nuestra meditación durante la Semana de Oración de este año.
      El Apóstol ha recibido con gran tristeza la noticia de que los cristianos de Corinto están divididos en varias facciones. Hay quien afirma: «Yo soy de Pablo»; otros, sin embargo, declaran: «Yo soy de Apolo»; y otros añaden: «Yo soy de Cefas». Finalmente, están también los que proclaman: «Yo soy de Cristo» (cf. v. 12). Pero ni siquiera los que se remiten a Cristo merecen el elogio de Pablo, pues usan el nombre del único Salvador para distanciarse de otros hermanos en la comunidad. En otras palabras, la experiencia particular de cada uno, la referencia a algunas personas importantes de la comunidad, se convierten en el criterio para juzgar la fe de los otros.
      En esta situación de división, Pablo exhorta a los cristianos de Corinto, «en nombre de nuestro Señor Jesucristo», a ser unánimes en el hablar, para que no haya divisiones entre ellos, sino que estén perfectamente unidos en un mismo pensar y un mismo sentir (cf. v. 10). Pero la comunión que el Apóstol reclama no puede ser fruto de estrategias humanas. En efecto, la perfecta unión entre los hermanos sólo es posible cuando se remiten al pensar y al sentir de Cristo (cf. Flp 2,5). Esta tarde, mientras estamos aquí reunidos en oración, nos damos cuenta de que Cristo, que no puede estar dividido, quiere atraernos hacia sí, hacia los sentimientos de su corazón, hacia su abandono total y confiado en las manos del Padre, hacia su despojo radical por amor a la humanidad. Sólo él puede ser el principio, la causa, el motor de nuestra unidad.
      Cuando estamos en su presencia, nos hacemos aún más conscientes de que no podemos considerar las divisiones en la Iglesia como un fenómeno en cierto modo natural, inevitable en cualquier forma de vida asociativa. Nuestras divisiones hieren su cuerpo, dañan el testimonio que estamos llamados a dar en el mundo. El Decreto sobre el ecumenismo del Vaticano II, refiriéndose al texto de san Pablo que hemos meditado, afirma de manera significativa: «Con ser una y única la Iglesia fundada por Cristo Señor, son muchas, sin embargo, las Comuniones cristianas que se presentan a los hombres como la verdadera herencia de Jesucristo; ciertamente, todos se confiesan discípulos del Señor, pero sienten de modo distinto y marchan por caminos diferentes, como si Cristo mismo estuviera dividido».
      Y, por tanto, añade: «Esta división contradice clara y abiertamente la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y perjudica a la causa santísima de predicar el Evangelio a toda criatura» (Unitatis redintegratio, 1). Las divisiones nos han hecho daño a todos. Ninguno de nosotros desea ser causa de escándalo. Por eso, todos caminamos juntos, fraternalmente, por el camino de la unidad, construyendo la unidad al caminar, esa unidad que viene del Espíritu Santo y que se caracteriza por una singularidad especial, que sólo el Espíritu Santo puede lograr: la diversidad reconciliada. El Señor nos espera a todos, nos acompaña a todos, está con todos nosotros en este camino de la unidad.
      Queridos amigos, Cristo no puede estar dividido. Esta certeza debe animarnos y sostenernos para continuar con humildad y confianza en el camino hacia el restablecimiento de la plena unidad visible de todos los creyentes en Cristo. Me es grato recordar en este momento la obra del beato Juan XXIII y del beato Juan Pablo II. Tanto uno como otro fueron madurando durante su vida la conciencia de la urgencia de la causa de la unidad y, una vez elegidos Obispos de Roma, han guiado con determinación a la grey católica por el camino ecuménico. El papa Juan, abriendo nuevas vías, antes casi impensables. El papa Juan Pablo, proponiendo el diálogo ecuménico como dimensión ordinaria e imprescindible de la vida de cada Iglesia particular. Junto a ellos, menciono también al papa Pablo VI, otro gran protagonista del diálogo, del que recordamos precisamente en estos días el quincuagésimo aniversario del histórico abrazo en Jerusalén con el Patriarca de Constantinopla, Atenágoras.
      La obra de estos Pontífices ha conseguido que el aspecto del diálogo ecuménico se haya convertido en una dimensión esencial del ministerio del Obispo de Roma, hasta el punto de que hoy no se entendería plenamente el servicio petrino sin incluir en él esta apertura al diálogo con todos los creyentes en Cristo. También podemos decir que el camino ecuménico ha permitido profundizar la comprensión del ministerio del Sucesor de Pedro, y debemos confiar en que seguirá actuando en este sentido en el futuro. Mientras consideramos con gratitud los avances que el Señor nos ha permitido hacer, y sin ocultar las dificultades por las que hoy atraviesa el diálogo ecuménico, pidamos que todos seamos impregnados de los sentimientos de Cristo, para poder caminar hacia la unidad que él quiere. Y caminar juntos es ya construir la unidad.
      En este ambiente de oración por el don de la unidad, quisiera saludar cordial y fraternalmente a Su Eminencia el Metropolita Gennadios, representante del Patriarcado Ecuménico, a Su Gracia David Moxon, representante del arzobispo de Canterbury en Roma, y a todos los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades Eclesiales que esta tarde han venido aquí. Con estos dos hermanos, en representación de todos, hemos rezado ante el Sepulcro de Pablo y hemos dicho entre nosotros: «Pidamos para que él nos ayude en este camino, en este camino de la unidad, del amor, haciendo camino de unidad». La unidad no vendrá como un milagro al final: la unidad viene en el camino, la construye el Espíritu Santo en el camino. Si no caminamos juntos, si no rezamos los unos por los otros, si no colaboramos en tantas cosas como podemos hacer en este mundo por el Pueblo de Dios, la unidad no se dará. Se construye en este camino, a cada paso, y no la hacemos nosotros: la hace el Espíritu Santo, que ve nuestra buena voluntad.
      Queridos hermanos y hermanas, oremos al Señor Jesús, que nos ha hecho miembros vivos de su Cuerpo, para que nos mantenga profundamente unidos a él, nos ayude a superar nuestros conflictos, nuestras divisiones, nuestros egoísmos; y recordemos que la unidad es siempre superior al conflicto. Y nos ayude a estar unidos unos a otros por una sola fuerza, la del amor, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones (cf. Rm 5,5 ). Amén.

¿BAILAMOS?

 Eva Carreras del Rincón  (Catequesis para la familia) 

Dios elige siempre «al más pequeño», lo llama por su nombre y entabla con él una relación personal: es por ello que para dialogar con Él es necesario, ante todo, ser «pequeños». Lo recordó el Papa Francisco en la misa del martes 21 de enero.
Nuestros hogares deben favorecer esta relación personal de cada uno de la familia con Dios.
Para los pequeños solo existe lo que ven. Necesitan imágenes y símbolos para comprender y conocer. ¿Cómo van a entablar una relación personal de amor con Dios si no tenemos su imagen en nuestra casa?
Está bien rezar juntos unas oraciones determinadas, pero también es muy importante que los niños puedan darle besos al niño Jesús y hablar con ellos y contarles sus cosas. Los mayores damos ejemplo cuando colocamos esa imagen en un sitio accesible, donde nos reunimos en familia y nos preocupamos de ponerle flores o de tener detalles de cariño.
A mi hijo David le encantaban las piedras y fue acumulándolas al lado de la Virgen y del Niño, eran su regalo cuando volvía de jugar.
Una amiga me contaba que a ella, de pequeña, le encantaba bailar delante de la imagen de la Virgen de Montserrat que presidía el salón de su casa. Se divertía con ellos.
Recuerdo a mi madre poniéndoles siempre las rosas más bonitas.
Otro lugar donde es bueno que tengan su propia imagen es en su mesita de noche. Nos hace mucha compañía y cuando uno tiene miedo siempre puede agarrarse a la Madre de Dios.
Siempre digo que cada familia es única así que depende de cada uno decidir el lugar, el número de imágenes y su colocación. Es verdad que no podemos decorar nuestras casas como lo hacían nuestros padres, pero utilicemos nuestra creatividad y buen gusto para que Jesús y su madre vuelvan a presidir nuestros hogares.
Y nosotros...aprendamos de los niños y ¡bailemos!
Alguien me dijo una vez que la liturgia es algo así como el baile nupcial de Dios con su esposa, la Iglesia. Pues, entonces, también se podría decir que la familia es el lugar en donde se aprende a “bailar”. Estos gestos no son propiamente litúrgicos, pero evidentemente constituyen la mejor preparación para la liturgia.

1/24/14

Carta del Prelado del Opus Dei sobre la beatificación

Con ocasión del anuncio de la fecha y el lugar de la beatificación de Mons. Álvaro del Portillo

    Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
      Con gran agradecimiento a Dios, os comunico que ayer tarde, poco después de regresar de la India, recibí la confirmación de que el Santo Padre Francisco ha concedido, acogiendo la petición que le dirigí −con motivo del elevadísimo número de personas que deseaban acudir a la beatificación del queridísimo venerable don Álvaro−, que esa ceremonia tenga lugar en Madrid, el 27 de septiembre de 2014. Se da además la circunstancia de que este año, en el que se cumplirá ese acto en esa ciudad, coincide con el centenario de su nacimiento, que ocurrió precisamente en la capital de España el 11 de marzo de 1914. Por otro lado, según la praxis vigente desde el 20 de septiembre de 2005 −Benedicto XVI estableció que el Papa sólo presidiera la ceremonia de las canonizaciones−, la beatificación será celebrada por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Amato.
      Aunque más adelante se concretarán otros detalles sobre los distintos actos en Madrid y en Roma, me urgía transmitiros esta noticia, que debe llenarnos de gozo, al tiempo que queremos vivirla para gloria de Dios, y servicio a la Iglesia y a las almas.
      Os pido que, en esta fase de singular alegría, os unáis a mi gratitud al Papa, por la decisión de que se proceda a la beatificación de este obispo −para todos nosotros, en años anteriores, hermano; y luego Padre− que tanto amó y sirvió a la Iglesia Santa. Desde ahora encomendemos a don Álvaro las intenciones del Santo Padre: la renovación apostólica y el servicio a Dios de todos los cristianos, la promoción y ayuda de los más necesitados, el próximo Sínodo sobre la familia, la santidad de los sacerdotes, y tantas peticiones que dirige al Pueblo de Dios.
      Os sugiero que aprovechéis estos meses previos a la beatificación −yo también lo haré— para seguir más de cerca las huellas de don Álvaro: pasos de fidelidad al Señor, a la Iglesia, al Papa, a San Josemaría, a sus hermanas y hermanos, a sus amigos, a sus hijos en la Obra. Al repasar tantos puntos luminosos de su vida, y conocer mejor sus escritos, procuremos imitar su amor a Dios y a los demás, su deseo de cumplir siempre y en todo la Voluntad divina, su celo apostólico y su capacidad de servir a las almas, así como su disponibilidad para llevar en primera persona la carga santa de la Obra, que ahora está en vuestras manos y en las mías.
      Don Álvaro infundía paz en los corazones: es algo que comentan muchas personas que le han tratado o que le han conocido a través de los vídeos de tertulias y viajes pastorales. Hija mía, hijo mío: ahora le suplicamos que nos consiga de Dios un profundo gaudium cum pace en el corazón, también para quienes en algún momento han estado en contacto con la labor del Opus Dei. Y roguemos además al próximo Beato por la paz en el mundo, surcado por tanta guerra y conflicto.
      Con todo cariño, os bendice
                              vuestro Padre
                              + Javier

'La comunicación esté al servicio de la cultura del encuentro'

Mensaje del Papa por la 48ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales


    Queridos hermanos y hermanas:
      Hoy vivimos en un mundo que se va haciendo cada vez más “pequeño”; por lo tanto, parece que debería ser más fácil estar cerca los unos de los otros. El desarrollo de los transportes y de las tecnologías de la comunicación nos acerca, conectándonos mejor, y la globalización nos hace interdependientes. Sin embargo, en la humanidad aún quedan divisiones, a veces muy marcadas.
      A nivel global vemos la escandalosa distancia entre el lujo de los más ricos y la miseria de los más pobres. A menudo basta caminar por una ciudad para ver el contraste entre la gente que vive en las aceras y la luz resplandeciente de las tiendas. Nos hemos acostumbrado tanto a ello que ya no nos llama la atención. El mundo sufre numerosas formas de exclusión, marginación y pobreza; así como de conflictos en los que se mezclan causas económicas, políticas, ideológicas y también, desgraciadamente, religiosas.
      En este mundo, los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros, a que percibamos un renovado sentido de unidad de la familia humana que nos impulse a la solidaridad y al compromiso serio por una vida más digna para todos. Comunicar bien nos ayuda a conocernos mejor entre nosotros, a estar más unidos. Los muros que nos dividen solamente se pueden superar si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros.
      Necesitamos resolver las diferencias mediante formas de diálogo que nos permitan crecer en la comprensión y el respeto. La cultura del encuentro requiere que estemos dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros. Los medios de comunicación pueden ayudarnos en esta tarea, especialmente hoy, cuando las redes de la comunicación humana han alcanzado niveles de desarrollo inauditos. En particular, Internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios.
      Sin embargo, también existen aspectos problemáticos: la velocidad con la que se suceden las informaciones supera nuestra capacidad de reflexión y de juicio, y no permite una expresión mesurada y correcta de uno mismo. La variedad de las opiniones expresadas puede ser percibida como una riqueza, pero también es posible encerrarse en una esfera hecha de informaciones que sólo correspondan a nuestras expectativas e ideas, o incluso a determinados intereses políticos y económicos. El mundo de la comunicación puede ayudarnos a crecer o, por el contrario, a desorientarnos. El deseo de conexión digital puede terminar por aislarnos de nuestro prójimo, de las personas que tenemos al lado. Sin olvidar que quienes no acceden a estos medios de comunicación social −por tantos motivos−, corren el riesgo de quedar excluidos.
      Estos límites son reales, pero no justifican un rechazo de los medios de comunicación social; más bien nos recuerdan que la comunicación es, en definitiva, una conquista más humana que tecnológica. Entonces, ¿qué es lo que nos ayuda a crecer en humanidad y en comprensión recíproca en el mundo digital? Por ejemplo, tenemos que recuperar un cierto sentido de lentitud y de calma. Esto requiere tiempo y capacidad de guardar silencio para escuchar. Necesitamos ser pacientes si queremos entender a quien es distinto de nosotros: la persona se expresa con plenitud no cuando se ve simplemente tolerada, sino cuando percibe que es verdaderamente acogida.
      Si tenemos el genuino deseo de escuchar a los otros, entonces aprenderemos a mirar el mundo con ojos distintos y a apreciar la experiencia humana tal y como se manifiesta en las distintas culturas y tradiciones. Pero también sabremos apreciar mejor los grandes valores inspirados desde el cristianismo, por ejemplo, la visión del hombre como persona, el matrimonio y la familia, la distinción entre la esfera religiosa y la esfera política, los principios de solidaridad y subsidiaridad, entre otros.