Homilía del Papa ayer (En la parroquia del Sagrado Corazón)
Es hermoso, este pasaje del Evangelio: Juan que bautizaba. Y Jesús, que había sido bautizado antes - unos días antes – que venía: y ha pasado delante de Juan. Y Juan ha sentido dentro de sí la fuerza del Espíritu Santo para dar testimonio de Jesús. Y mirándolo, y mirando a la gente que estaba a su alrededor, dice: "He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo". Y da testimonio de Jesús: este es Jesús, este es el que viene a salvarnos; este es el que nos dará la fuerza de la esperanza. Jesús es llamado el Cordero: es el Cordero que quita el pecado del mundo. Uno puede pensar , pero cómo un cordero, tan débil, un corderito débil, ¿cómo puede eliminar tantos pecados, tantas maldades? Con el Amor. Con su mansedumbre. Jesús nunca ha dejado de ser cordero: manso, bueno, lleno de amor, cercano a los pequeños, cercano a los pobres. Estaba allí, entre la gente, curaba a todos, enseñaba, rezaba. Pero, tan débil Jesús: como un cordero. Pero ha tenido la fuerza para cargar sobre sí todos nuestros pecados: todos. "Pero, padre, usted no sabe mi vida: tengo uno que... pero, ni siquiera puedo llevarlo con un camión..." . Muchas veces, cuando miramos en nuestra conciencia, nos encontramos con algunos que son grandes, ¿eh ? Pero Él los lleva. Él ha venido para eso: para perdonar, para traer la paz en el mundo, pero primero en el corazón. Quizá cada uno de nosotros tiene una tormenta en el corazón, quizá tiene una oscuridad en el corazón, quizá se siente un poco triste por una culpa... Él ha venido a quitar todo eso. Él nos da la paz, Él lo perdona todo. "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado", ¡pero quita el pecado con la raíz y todo! Esta es la salvación de Jesús, con su amor y su mansedumbre. Al oír esto que dice Juan el Bautista , que da testimonio de Jesús como Salvador, debemos crecer en la confianza en Jesús.
Muchas veces tenemos confianza en un médico: es bueno, porque el médico está para sanarnos; tenemos confianza en una persona: los hermanos, y las hermanas están para ayudarnos. Es bueno tener esta confianza humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor: esta es la clave del éxito en la vida. La confianza en el Señor: encomendémonos al Señor. " Pero, Señor, mira mi vida: estoy en la oscuridad, tengo esta dificultad, tengo este pecado...", todo lo que tenemos: "Mira esto: ¡yo confío en ti!" Y esta es una apuesta que tenemos que hacer: confiar en Él y nunca decepciona. Nunca, ¿eh ? ¡Nunca! Escuchad bien, chicos y chicas, que comenzáis la vida ahora: Jesús nunca decepciona. Nunca. Este es el testimonio de Juan: Jesús, el bueno, el manso, que terminará como un cordero: asesinado. Sin gritar. Él ha venido a salvarnos, para quitar el pecado. El mía, el tuyo y el del mundo: todo, todo.
Y ahora os invito a hacer una cosa: cerramos los ojos; imaginamos esa escena allí, en la orilla del río, Juan mientras bautiza y Jesús que pasa. Y escuchamos la voz de Juan: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Miramos a Jesús y en silencio, cada uno de nosotros, le dice algo a Jesús desde su corazón. En silencio.
El Señor Jesús, que es manso, es bueno - es un cordero - que ha venido a quitar los pecados, nos acompañe en el camino de nuestra vida. Y que así sea.