Enrique García-Máiquez
Lo serio es lo fácil que se explica esto en un minuto sin que haga falta obligar a nada
El neo plan de igualdad de género en la educación andaluza obligará a la comunidad educativa a erradicar el masculino de uso genérico. Ya no podrá decirse "los niños" ni "los andaluces" ni "los padres"; sino todo junto "los-niños-y-las-niñas", "la-población-andaluza" y, sobre todo, "los-padres-y-las-madres".
No voy a reírme porque para qué. Nuestros políticos son inmunes al escarnio. ¿No hace tiempo que ellos mismos incurrieron en "los jóvenes y las jóvenes", "los miembros y las miembras" y en "los requisitos y las requisitas", peores que chistes, y ahí siguen, erre que erra, inasequibles?
Tampoco voy a ponerme a recordar los serios problemas que tiene la educación para andar con éstas, no vaya a parecer que, si no hubiese otros problemas, podríamos crear éste. Ni haré la reductio ad absurdum de suponer que un día terminará pareciéndole ofensivo a cualquiera tanto énfasis en lo de "los-padres-y-las-madres" como la apoteosis de lo heterosexual.
Vamos a lo serio. La Real Academia de la Lengua explica que "este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos […] La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos".
Lo serio es lo fácil que se explica esto en un minuto sin que haga falta obligar a nada. ¿Ven? Ya está: suspicacia sexista erradicada. Pero nuestros responsables consideran más fácil imponer una norma que entender un argumento. Con este voluntarismo positivista de fondo, ahora sí, ¿nos extraña el fracaso escolar?
¿Y no ven que, imponiendo el lenguaje no sexista, están convirtiendo de golpe a los clásicos del español en machistas a los ojos y los oídos de las nuevas generaciones? ¿Habrá que hacer ediciones expurgadas y corregidas? En la medida late un desdén hacia la historia de nuestra lengua y de nuestra literatura que, si se piensa, tampoco redundará, a la larga, ni en la vida intelectual ni en el éxito académico.