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Como cristianos debemos decidir si pelear, cierto, pero puede que sean maneras distintas de batallar. Mi pregunta es, ¿buscáis un cristiano solo, que los hay, o sólo queréis un general?
Una reflexión desde el pozo de Samaria
Acabo de leer el artículo del filósofo Miguel Ángel Quintana Paz en The Objetive, en el que reflexiona sobre la tribuna escrita en El Mundo, por el también filósofo, Diego S. Garrocho, textos en los que ambos se preguntan, cada uno en su espacio, dónde están los intelectuales cristianos porque no los ven. Y no los ven, no por ser intelectuales discretos sino porque las ideas y batallas cristianas no están en el debate público, que es lo peor. Garrocho se pregunta por las ideas que no están y Quintana Paz por qué no están las ideas, teniendo medios.
Miguel Ángel Quintana termina su incitante artículo en la conversación de Jesús en el pozo de Samaria, y al borde de ese pozo me voy a sentar a pegar la hebra yo ahora, que también me ronda la sed.
La primera percepción, común a los dos autores, es la manifestación de la no presencia de voces cristianas en nuestros debates públicos. No hay ninguna que se manifieste, así reclaman, con «el vigor filosófico del Evangelio de San Juan… o la revolución moral de las epístolas de San Pablo». Casi me entran ganas de abrazarlos a cada uno y darles la bienvenida a mi mundo. No lo hago porque mantengo la distancia de seguridad en esta situación especial que vivimos, que si no fuera por la pandemia, no se libraban.
No hay, efectivamente, voces cristianas en los debates públicos. Fueron anuladas hace mucho tiempo por los mismos que dijeron defenderlas. Y estos fueron tres grupos principales, a saber: los políticos que pescaban votos en la charca conservadora sin defender de manera efectiva, esto es, en su labor legislativa y de gobernanza, ninguno de estos valores; los cristianos opinadores oficiales, que optaron por la oficialidad con el nihil obstat episcopal para poder participar en las tertulias como cuota autorizada; y la Conferencia Episcopal, que primó sus acuerdos con los distintos gobiernos a la defensa de los valores cristianos en sus medios y en sus centros de formación. Estos son los tres grandes grupos que han sumido a muchos cristianos españoles en el oscurantismo y la sombra.
Algunos podrán pensar que su medio es aplaudido y su discurso sostenido por quienes deben (sus guías espirituales o sus jefes laborales) y, por tanto, es correcto. Lamento decir que hace mucho tiempo que según qué apoyos no hacen prueba de argumento correcto. Ahí tenemos la triste historia de la iglesia vasca, que hoy parece estar cambiando, por ejemplo, o la iglesia oficial catalana, entregada al proceso independentista sin reclamo de ninguna voz autorizada.
Es curioso cómo afloran comentarios a las leyes aprobadas pero ni una sola batalla prestada con anterioridad si no viene un general al frente.
Sobre la labor de algunos políticos que se han erigido como defensores de algunos intereses en campaña electoral podríamos analizar serenamente, sólo a la luz del diario de sesiones, lo sucedido hasta ahora, viendo lo votado y lo promovido. Se preguntaba Garrocho por las ideas cristianas en el debate público, qué idea más básica para el cristianismo que el aborto y políticas provida, por citar un bloque. ¿Cuántas veces no se han apropiado de tales ideas algunos políticos con el único resultado real de la supresión del debate? Llevo más de una década escuchando que el aborto no es tema a debatir, que me expliquen por qué, habiendo personas para hacerlo. Y justo en años donde se ha legislado al respecto, además. Un asunto, por cierto, del que han expulsado a cualquier provida no cristiano, que los hay y muchos. Puedo entender que España sea en su mayoría, hoy por hoy, abortista, pero no aceptar que sea sólo abortista. Llegó un partido que defendía la vida en todos sus estadios, nunca se identificó como católico, pero los medios oficiales católicos lo menospreciaron porque no eran perfectos (Un tema interesante del que hablar otro día es por qué algunas ideas son aceptables en algunos políticos durante la campaña pero se exige no mantenerlas en el ejercicio de la labor para la que fueron elegidos).
Resulta llamativo que unas autoridades eclesiásticas que no han querido llevar al límite la doctrina para condenar a los políticos a los que apoyan, hayan querido estirar el Evangelio, prescindiendo de los doctores de la iglesia en temas sociales, para condenar a otros. Esto puede no ser visto por el común, pero el cristiano que se levanta por la mañana y ante el espejo tiene que elegir entre ponerse la camiseta de cristiano y la aceptada por todos, ese que no es importante, lo ve.
En cuanto al grupo de opinadores oficialmente católicos encontramos a muchos para los que todo vale porque «el consenso». Cierto es que muchos han sido criados así, en el mantra del “no te señales”, “no des ruido”, apoya a una causa mayor. Cuando uno ha crecido en un ambiente así, cuando ha sido educado espiritualmente por personas a las que se les ha dado el trabajo más por pertenencia a un grupo que por su vocación para la enseñanza, el alumno aprende. Aprende que la lealtad al grupo sitúa una carrera profesional más rápidamente que el talento. Y si, además, tiene talento, puede despegar muy rápido. El método lo aprendió antes de empezar bachillerato. Ahora sólo le queda elegir grupo al que ser leal, y a opinar y a influir.
Este inmenso número de alumnos deriva en dos grupos generales, los que honestamente apreciaron la formación y siguieron su propio camino ideológico, chapó, y los que aprendieron el método de moverse de perfil dentro de las instituciones y sus favores. Una lacra formada generalmente por la misma universidad que pare activistas comunistas y promotores de la pobreza de otros con titulaciones cum laude en cátedras católicas, modernas, cuquis y fratellis. Esta situación nunca generó un problema real en la iglesia española, siempre y cuando no tocara sus colegios y sus acuerdos. Y así llevamos décadas, vendiendo valores por derechos, perdiendo razones por tantos por ciento y aceptando culpas por dispensas laicas. Ay, pero ahora, ahora sus abonos son nuestro problema.
Habla Quintana Paz de los medios de comunicación propios de la institución, la Cope y La Trece. Es curioso porque hoy he leído en Twitter, de personas oficialmente “autorizadas”, que el Espíritu Santo inspira a los obispos sobre los medios de comunicación que gestionan. Tened todos tranquilidad. Es falso. El Espíritu Santo inspira a obispos y cardenales en elección colegiada del Papa y en asuntos de doctrina, siempre y cuando señalen a la doctrina. La gestión empresarial va por otro carril.
Es interesante la diferencia de programación entre tv2000, La Trece italiana, para entendernos, y la de aquí. Nada que ver. Empieza con la misa del Papa a en Santa Marta, tres rosarios durante el día, generalmente desde Lourdes, audiencia, cuando la hay, corona de la divina misericordia, misa por la tarde las siete o siete y media, desde diferentes lugares de Italia, telediarios, programas de entrevistas, educación y actualidad, series y películas clásicas de la bbc, por ejemplo. Sus programas son programas en relación al cristianismo hoy, o la dureza de hoy, y cómo puede ayudar un cristiano hoy. Sus celebraciones eucarísticas durante la pandemia han conectado con el fiel más que cualquier pelea sobre católicos españoles buenos o malos ante tal angustia mundial.
La pregunta original del artículo es dónde están (escondidos) los intelectuales cristianos. En España, los cristianos que no se ciñen a la corriente principal de pensamiento eclesial están aguantando la pelea y siendo humillados por otros en las sacristías y en las redes. Y luego están los elegidos que decidieron hace tiempo, como Enrique García Máiquez y José María Nieto, que revalidan su cristianismo cada día en su trabajo.
¿Se buscan pensadores o generales?
Muchas veces, muchos cristianos están ahí, donde no les quieren. La pregunta es, si hay un cristiano, ¿se le oye? Quizá buscáis cristianos pero sólo esperáis generales, y ahí radica parte del problema. Porque como cristianos debemos decidir si pelear, cierto, pero puede que sean maneras distintas de batallar. Mi pregunta es, ¿buscáis un cristiano solo, que los hay, o sólo queréis un general?
Una parte de la riqueza del pensamiento es dar cabida a aires menos académicos que también trabajan con honestidad desde la Tradición en el mundo de hoy. Pero como grupo compacto, reconocido y respetado que esté desarrollando una línea de pensamiento enriquecedora y crítica dentro de la Doctrina, lamentablemente, y sólo hoy por hoy, grupo de intelectuales cristianos no parece que haya. Precisamente porque por la naturaleza de lo que se necesita, no puede ser autorizado a priori. El pensamiento se ha de desarrollar, asumir el riesgo de algunas contradicciones para mejorarlo, hay que formular una idea para poderla reformular más perfecta y completa después. Y da la sensación de que los académicos que tratan estos temas no quieren correr el riesgo de no contar con el beneplácito siempre y en todo momento. Quizá sea este justo el punto de encuentro adecuado, un pozo en el camino de Samaria.