Redacción de infovaticana
La Palingenesia, heredera de la antropología de Viktor Frankl, es un método que cura a personas con enfermedades crónicas
Viktor Frankl, psiquiatra y fundador de la Tercera Escuela Vienesa de psicología, es mundialmente conocido por su libro “El hombre en busca del sentido” en dónde narra su estancia en un campo de concentración nazi, así como de su método de curación: la Logoterapia. Cincuenta años después nace en España otro método de curación que se llama la Palingenesia o volver a nacer, y ha sido creado por el Dr. Francisco Moya tras muchos años de vivir en medio de la enfermedad.
Rafael de los Ríos, autor del libro señala que “ al Dr. Moya, en definitiva, le agrada seguir a Frankl en esta línea: que se yerra cuando no se busca el sentido de la propia vida, que el hombre que se vuelve sobre sí mismo, ha fallado su misión, y trunca su trascendencia”.
“La experiencia del El Dr. Moya con sus pacientes muestra con mucha claridad que, para encontrar el sentido de Frankl, hay que bajar al llamado mundo Zeta; porque así se llega con facilidad a esa parte íntima de la persona. Así se acompaña al paciente. Por eso, la palingenesia o “volver a nacer”, es como la logoterapia; pero va más allá, porque se apoya en la Antropología trascendental del Prof. Polo”.
Para De los Ríos, “si Viktor Frankl llega al sentido de la vida, el Dr. Moya llega al corazón, al fondo de la persona. Y así, médico y enfermo ─ojo: o madre e hijo─ alcanzan también el corazón de la persona que sufre. Esa conexión auténtica es muy eficaz: dos personas coexistiendo, dos personas que se relacionan profundamente, donde el cazamariposas acierta y el boomerang no vuelve de vacío, porque antes han encontrado la persona a quien amar o esa tarea llena de sentido”.
“Esquizofrenia en remisión completa”
El libro escrito por Rafael de los Ríos narra curaciones que sorprenden al lector, como, por ejemplo, la esquizofrenia de una mujer argentina. Tras veinte años de sufrir esa enfermedad, su hermana oye hablar de un médico español, residente en Sevilla, que podría curarla. Se trata de un especialista en radiología, pionero en la introducción de las nuevas tecnologías en el ámbito del diagnóstico por la imagen, y cuyo espíritu innovador e inquieto le ha hecho evolucionar: desde analizar los últimos detalles del cuerpo hasta ver qué hay en el interior de la persona. Y entonces buscar ahí las raíces del sufrimiento.
Viajan las dos hermanas a España. Y la mujer enferma resulta curada, una mujer a quien los psiquiatras la habían diagnosticado, por activa y por pasiva, que su enfermedad era incurable. “Esquizofrenia en remisión completa”, es lo que escribe después su médico argentino.
El síndrome de Tourette…
Otro ejemplo de curación paradigmática. Llega el Dr. Moya a Cáceres. Le han llamado para curar al muchacho de 12 años que padece el llamado síndrome de Tourette, un trastorno neuro-psiquiátrico, para el que no existe cura, aunque muchos pacientes mejoran con el tiempo. Este síndrome se dio a conocer entre el gran público gracias a la exitosa obra de teatro, y ahora también película, “Toc toc”. Esta enfermedad se caracteriza por múltiples tics físicos y vocales, asociados con la exclamación de palabras obscenas o comentarios socialmente inapropiados y despectivos.
Aparece ante el Dr. Moya un joven de pelo entre moreno y castaño oscuro. Junto a él, su madre. Al ver al médico inicia una serie de parpadeos, muecas, gruñidos, insultos y pataleos, que resulta interminable. Un corazón tan sensible como el del doctor apenas puede soportar el sufrimiento interior de ese muchacho, en quien ve al mismo homo patiens que le pide ayuda a gritos. Se traga sus propias lágrimas y pregunta a su madre:
─ Oye, María, ¿cuántos tics tiene mi amigo Jorge?
─ En la clínica le han contado hasta veinte tics, Paco. Veinte. Y también, como ves, esta “necesidad de decir tacos”. Y tiene mucho “déficit de atención”. Me dicen que no hay cura para el síndrome de Tourette, que este trastorno es crónico.
Emplea Paco tres sesiones, también para que Jorge elimine su veintena de tics y su necesidad de decir tacos. Como le ocurre con frecuencia en tantos casos, al acabar ve que el muchacho estalla en un llanto de desahogo. No quiere frenarlo. Sabe que lo necesita. Como su madre. Como él mismo.
No es un método infalible… no acierta siempre…
El cuerpo y también la psique son la pizarra donde escribe el corazón, insiste el Dr. Moya, y ese centro lanza “un mensaje de cambio”. La persona puede querer cambiar o no quererlo. Por eso, el método empleado por el Dr. Moya ayuda mucho, pero no es infalible: llega a la persona, pero no acierta siempre. No son matemáticas. Además, el varón o la mujer deben querer cambiar. Si no se desea un cambio, se sigue viviendo como antes. Y no todo el mundo quiere seguir su camino en la vida.
En estas páginas, el lector conocerá en qué consiste ese viaje al interior de la persona y sus posibles aplicaciones en distintos campos. Porque no se reduce a lo estrictamente médico: va más allá. Se aplica en la familia, en la educación, en el trabajo, en las relaciones humanas y en otros muchos campos.
Y es que el método del Dr. Moya no se dirige a las curaciones simplemente. Su palingenesia apunta a la mejora de la persona, al desarrollo en todos sus aspectos: físico, psíquico, personal, social y espiritual. O sea, al progreso de la persona.
Fuente: infovaticana.com/