Stephen J. Heaney
Abraham Lincoln preguntó una vez cuántas patas tiene un perro si llamamos a la cola pata. La respuesta, dijo, es cuatro: llamar a una cola pata no cambia nada. Nos reímos y seguimos adelante.
Pero ¿y si la gente comienza a argumentar que la cola es en realidad una pata? Se podría decir que lo que define la pata es que se trata de un apéndice del cuerpo del perro, que contiene huesos y músculos cubiertos de piel y de pelo, igual que una cola. Solo que la cola sale del cuerpo en un ángulo diferente que las otras patas. Cuando la cola cuelga hacia abajo, ¿quién puede ver la diferencia?
Este es un ejemplo de cómo definir una cosa por sus características no esenciales. Es como decir que un soldado es " "un hombre que viste un uniforme y lleva un arma", o llamar a un estadio de fútbol "un campo rodeado por un montón de asientos." Puede ser verdad en cada caso, pero no sirve para definirlo.
(...) La exigencia del matrimonio entre personas del mismo sexo implica un error similar. El matrimonio se caracteriza a menudo hoy en día de la siguiente manera: (1) dos personas (2) que se aman (3) que desean tener relaciones sexuales (4) dan su consentimiento para unir sus vidas en lo sexual, material y económico (5) con el refrendo de la comunidad. Dado que las parejas del mismo sexo pueden cumplir con los cuatro primeros criterios, ¿cómo puede la sociedad rechazar la quinta? (...)
Pensando en los hijos
Por lo general, el matrimonio tiene de hecho estas características. Pero ¿por qué el matrimonio tiene estas características? (...)
En primer lugar, los seres humanos tienen una poderosa atracción para mantener relaciones sexuales.
En segundo lugar, las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer de modo natural y frecuente llevan a tener hijos. Hombres y mujeres solo tienen cada uno una parte del sistema reproductivo completo. Sin las dos partes, la reproducción no puede suceder. Si el resultado no fueran los niños, sería un verdadero misterio saber para qué tenemos esos órganos, y por qué tenemos una profunda inclinación a mantener relaciones sexuales.
En tercer lugar, la crianza de los niños es una responsabilidad de por vida. Como seres sociales que somos, nos mantenemos conectados a través de las generaciones. Incluso cuando los adultos tienen sus propios hijos, necesitan la sabiduría y el consejo de sus padres y madres. Para los que entran en este proyecto todo es más fácil si se quieren y saben darse el uno al otro. Realizar estas acciones con amor es la forma propia del ser humano.
En cuarto lugar, como dan origen a los hijos, las relaciones sexuales tienen importantes consecuencias públicas. No son, como nos gustaría pensar, actos puramente privados. A la comunidad le importa quién las realiza, y en qué circunstancias. Así que la comunidad aprueba ciertos acuerdos sexuales; y rechaza como inapropiados otros que no cumplen con la plenitud de la verdad de la sexualidad humana. Para apoyar a los que la cumplen, les ofrece la institución del matrimonio. En el matrimonio, la pareja se compromete ante la comunidad a realizar este proyecto a través de las promesas de fidelidad y permanencia, uniendo sus cuerpos y sus vidas para hacer que el proyecto se realice. (...) La comunidad apoya a la familia por medio de protección y ayudas. Puede ser que otros reciban prestaciones similares por distintas razones, pero la razón de que las prestaciones correspondan al matrimonio es para ayudar a que el proyecto del matrimonio prospere.
Si la sexualidad no llevara naturalmente a la descendencia, sería difícil explicar por qué existe, tanto si uno cree en una evolución puramente material o en un diseñador amoroso del universo, pues no tendría ninguna utilidad. Si los actos sexuales no conducen naturalmente a los hijos, sería difícil explicar cómo apareció el matrimonio en la historia humana, pues no serviría para nada
Las religiones no lo inventaron
Las religiones pueden bendecir el matrimonio, pero no lo han inventado. Como el sexo y el matrimonio son realidades profundamente importantes, no es de extrañar que tengan un significado religioso. Pero el sexo y el matrimonio han existido siempre en toda comunidad humana.
Si aceptamos una definición de matrimonio basada en sus características no esenciales como si eso bastara, sería imposible rechazar el matrimonio homosexual. En cambio, si se tiene en cuenta toda la verdad, es imposible aceptarlo. Aunque superficialmente las uniones homosexuales resulten parecidas a los verdaderos matrimonios, las relaciones entre personas del mismo sexo no puede funcionar como matrimonios.
Hoy en día, los matrimonios se desmoronan, las familias se rompen, la sociedad se tambalea. ¿Por qué? Porque no estamos viviendo en la verdad. Aceptamos una mala definición del matrimonio, admitimos casi cualquier arreglo sexual, glorificamos la búsqueda del placer sexual, y tratamos a los niños como si fueran un medio para satisfacer nuestros deseos. En su gran mayoría, las investigaciones muestran que criar a los niños en un ambiente distinto al de sus padres naturales es perjudicial. A veces el daño es inevitable, como cuando un padre muere, pero no hay que buscarlo a propósito.