7/22/11

“¿LA PRIMAVERA ES TAMBIÉN PARA LA IGLESIA?”


Monseñor Landel, arzobispo de Rabat

Al final del año pastoral, es bueno hacer balance no sólo de lo que hemos vivido nosotros, sino también de lo que nuestro país de acogida ha vivido.
Todos nos hemos visto sorprendidos por los acontecimientos que empezaron en Túnez y cuyo espíritu se ha propagado por Oriente Medio e incluso hacia nosotros. En numerosos medios de comunicación, hemos leído o escuchado hablar de esta “Primavera árabe”. La primavera es
- el tiempo en que la naturaleza recobra vida,
- un tiempo en el que uno se prepara para acoger todo lo que brotará de estas semillas;
- un tiempo en el que se ven brotar colores, siempre nuevos, por todas partes, ¡incluso, quizás, en los campos de rocas!
- un tiempo en el que, incluso físicamente, cada uno de nosotros se siente revivir.
Es verdad que en tal o cual país, la violencia se ha impuesto; pero nosotros
- nos tomamos el tiempo de acoger esta Primavera que, de alguna manera ya está ahí...
- nos preparamos, en la esperanza, para acoger esta nueva vida que, de momento, todavía está sólo brotando.
No podemos permanecer como espectadores de todo lo que se transforma. Es para nosotros un tiempo para dejar penetrar en nuestros corazones todas estas informaciones “verificadas”; un tiempo para leer tal o cual texto que nos permita dirigir mejor el futuro. Es verdad, muchos de nosotros, sólo estamos de paso; pero no podemos olvidar toda esta dinámica que este pueblo que nos acoge se prepara para vivir. ¡No seamos pájaros de mal agüero, interesémonos por todo lo que va a surgir!
Como cristianos, ¿no tenemos que “dar cuenta de nuestra esperanza” estando al servicio de la paz, de la justicia y de la reconciliación? Allá donde estamos plantados. ¡En primavera, estos brotes de paz, de justicia y de reconciliación pueden también surgir!
Nuestra Iglesia en Marruecos, ¿no está también en un momento de primavera; en un momento en que la vida continúa creciendo, incluso aunque la tierra es continuamente removida, incluso aunque las semillas que somos nosotros están en perpetuo cambio? No se trata de semillas que pasan por nuestros campos, sino de las semillas que somos nosotros y que tenemos el deseo de germinar.
La primavera se manifiesta
- por todas nuestras celebraciones litúrgicas que manifiestan así una fe viva y dinámica
- por todas esas preparaciones a los sacramentos vividas en las diferentes catequesis
- por todas esas reflexiones que se realizan en uno u otro movimiento o grupo informal
- por esos numerosos bautismos o confirmaciones de cristianos extranjeros
- por toda nuestra presencia en la economía del país o en las universidades; ese testimonio gratuito es el más fuerte... ¡una semilla sembrada en la tierra no hace ruido!
- por todos esos encuentros que podemos hacer en un ámbito más religioso
- por toda esa presencia junto a los migrantes, pero también de muchas asociaciones marroquíes de carácter social o educativo
- por toda esa presencia en el ámbito de la escolarización y de la salud
Sepamos alegrarnos por esta primavera de la Iglesia en la que participamos.
Sepamos, junto a las personas que nos encontremos, dar testimonio de que esta primavera de la Iglesia es algo maravilloso. Una primavera que puede mostrar su esplendor en el corazón de este mundo musulmán. ¡Sí, es una verdadera primavera porque nuestra fe está obligada a crecer!
Y al final del año pastoral, para nosotros que tenemos la gracia de pertenecer a la Iglesia en Marruecos, tengamos la audacia de decir por todos los continentes que podemos vivir una fe viva y vivificante en el corazón del mundo del islam.
La Iglesia en Marruecos no puede más que enriquecerse con esta “Primavera árabe”.
Las palabras libertad, justicia, dignidad, participación, honestidad, responsabilidad,... no están vacías de sentido para nosotros los bautizados!”.