RECONOCER LOS LÍMITES DEL MÉTODO CIENTÍFICO, HERENCIA DEL PADRE JAKI
La importancia de reconocer los límites del método científico, que impide a la ciencia experimental tratar realidades no cuantificables, ha sido expuesta como una de las principales aportaciones del sacerdote y físico Stanley Jaki.
Destacados especialistas abordaron el tema Ciencia y fe en Stanley Jaki, en un curso de verano del 11 el 13 de julio en el Colegio Mayor San Pablo CEU de Madrid, ciudad donde el sacerdote y físico húngaro falleció hace dos años.
Los ponentes pusieron de relieve, como aspectos más sobresalientes del pensamiento de Jaki, los límites del método científico, la distinción entre ciencia experimental y saber humanístico, y la importancia de distinguir sin oponer ciencia y fe, informó a ZENIT uno de los coordinadores del curso, el profesor de la Universidad San Pablo CEU Leopoldo Prieto.
Intervinieron, entre otros, el matemático y profesor de Filosofía de la ciencia de la Universidad de La Sorbonne Jacques Vauthier, el físico y filósofo de la Universidad de Comillas Manuel María Carreira y el profesor del Ateneo Regina Apotolorum Paul Haffner.
Las instituciones organizadoras del Congreso fueron la Universidad CEU San Pablo (Madrid) y el Ateneo pontificio Regina Apostolorum (Roma).
Cuestión metodológica
Todos coincidieron en que Stanley Jaki, en su obra, se preocupó por poner al descubierto los límites del método científico, intentando continuamente deslindar el objeto de la ciencia y el objeto de la religión.
En una entrevista realizada en 1991, Jaki hacía suyas las palabras de Maxwell: “Una de las pruebas más difíciles para una mente científica es conocer los límites del método científico”.
A la obligada pregunta de cuáles son estos límites, Jaki respondía: “Los límites de la ciencia (y al hablar de ciencia me refiero aquí a la física) los fija su propio método”.
“El método de la física versa sobre los aspectos cuantitativos de las cosas en movimiento –continuaba-. Sólo podemos aplicar legítimamente el método científico-experimental cuando captamos rasgos cuantitativos en las cosas”.
“Pero cuando ante las cosas nos surgen preguntas como ¿es esto bello?, o ¿existe esto?, o ¿es moralmente buena esta acción?, nos preguntamos cosas que la ciencia no puede responder”, añadía.
Según los ponentes del congreso, ésta es una idea fundamental y “muy sana” de los límites del método científico en la que hay unanimidad en la epistemología actual, no sólo entre los catolicos.
Ciencias y humanidades
Precisamente en razón de los límites del método científico, el científico y sacerdote húngaro señaló que la ciencia experimental no está capacitada para tratar realidades que no son cuantificables o medibles, y pertenecen al saber humanístico.
Acerca de la distinción entre saber humanístico y ciencia experimental, Jaki afirmaba: “Los estudios humanísticos y los científicos deben estar separados. No se debe intentar fundirlos porque parten de presupuestos distintos y emplean métodos también distintos”.
“En humanidades, por ejemplo, cuando estudiamos a Dante, no preguntamos: ¿cuántas letras hay en tal o cual obra de Dante?, pregunta que en el campo científico sería lógica”, señalaba el sacerdote científico.
Jaki indicó que “debemos cultivar tanto los aspectos cuantitativos de las cosas como aquellos que no son mensurables”.
Contra el cientifismo
Los ponentes también destacaron que el padre Jaki denunció el cientifismo como un enfoque de la ciencia que no reconoce los límites de su propio método.
El Diccionario de la Real Academia Española presenta dos acepciones de cientificismo. La primera pone de manifiesto sobre todo el aspecto metodológico del cientificismo, definiéndolo como la “doctrina según la cual los métodos científicos deben extenderse a todos los dominios de la vida intelectual y moral sin excepción”.
La segunda acepción de cientificismo se centra en su aspecto de contenido, definiéndolo como la “teoría según la cual los únicos conocimientos válidos son los que se adquieren mediante las ciencias positivas”.
Jaki llegó a afirmar que el gran crimen de este siglo es decir que el único verdadero conocimiento es aquel que pertenece al campo de lo misurable cuantitativamente.
Preguntado por las consecuencias más relevantes, el sacerdote húngaro respondía: “Es un crimen en el sentido de que estas aplicaciones unilaterales del método cuantitativo llegan a privar al ser humano de su comprensión de los aspectos inconmensurables de la existencia”
Según Jaki, “la principal consecuencia es la relativización de los puntos de vista morales”.
“En lugar de movernos en una perspectiva moral, según la cual una acción es intrínsecamente buena y otra es intrínsecamente mala, ahora seguimos un modelo behaviorista”, explicaba.
Para el científico húngaro, “esta es la base del relativismo moderno que se fundamenta en la creencia de que existen varios patrones de comportamiento, o, como dice la popular frase americana, existen “estilos de vida alternativos”. Después no se hacen más preguntas”.
Complementariedad
En este sentido, el coordinador del curso, Leopoldo Prieto afirmó que “asistimos a una nueva oleada de presiones de una pretendida ciencia biológica militante atea”.
“Frente a un dogma clásico del cientifismo, que afirma que ciencia y fe son incompatibles, el padre Jaki reitera una doctrina clásica de la Iglesia –explicó Prieto-: sí hay una distinción de métodos entre ellas, pero ninguna oposición, sino perfecta complementariedad”.
Para el padre Jaki, ciencia y fe son dos modos de acercamiento, ambos racionales, con métodos distintos.
En opinión de Prieto, bajo la pretendida oposición entre ciencia y fe “quien vive una religión lo hace a expensas de una carencia de racionalidad; se condena a un estatuto inferior a aquella persona que cree en Dios y asume la verdad de lo que la Iglesia propone”.
Además, se cae en el materialismo, promotor de cuestiones como el aborto y la eutanasia.
En su intervención, el profesor de la Universidad de Leeds John Beaumont destacó que el padre Jaki siempre se movió por la convicción de que “la ciencia y la religión apuntan hacia Dios, pero lo hacen por caminos distintos”.
Una idea central del pensamiento de Jaki expuesta por Beaumont se refiere a que la ciencia empírica no conduce necesariamente al descreimiento de las realidades inmateriales que escapan de su enfoque.
Por ello, el sacerdote y físico húngaro manifestó que incluso si uno acepta los principios del darwinismo, la persona sigue siendo algo distinto.
Por eso, destacó el ponente, las tesis darwinistas no suponían para Jaki ningún problema sino hasta el momento en que se convierte en ideología.
Sacerdote y científico
Stanley Jaki nació en 1924 en Győr (Hungría). Sacerdote benedictino, fue profesor de Historia y Filosofía de la ciencia en la Universidad Seton Hall de South Orange (Nueva Jersey).
En 1950 obtuvo la licenciatura en Teología sistemática en el Ateneo Pontificio Anselmianum (Roma). Siete años después, obtuvo el doctorado en Física en la Fordham University (Nueva York).
Se especializó en historia y filosofía de la ciencia. Escribió más de cincuenta libros y más de 400 artículos.
Recibió los premios Lecomte du Nouy en 1970 y Templeton en 1987, así como siete doctoradoshonoris causa.
Era miembro honorario de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la History of Science Society, así como miembro correspondiente de la Academia Nacional de las Ciencias, Bellas Artes y Artes de Burdeos.
Durante los años 1974-1976 impartió en Edimburgo dos ciclos de las prestigiosas Gifford Lectures y en 1977 fue Fremantle Lecturer en el Balliol College de Oxford.
Durante casi 50 años el P. Stanley Jaki ofreció conferencias en las más prestigiosas universidades americanas y europeas.
Jaki ha contribuido con sus estudios históricos, ante todo, a la clarificación del origen cristiano de la ciencia moderna, en continuidad con lo que habían sostenido precedentemente otros historiadores de la ciencia como Alasdair Crombie, Edward Grant, Herbert Butterfield, Alexander Koyré y Reijer Hooykaas.
No descuidó el estudio de importantes cuestiones científico-epistemológicas, ni la apologética.
El 7 de abril de 2009, después de un ciclo de conferencias impartidas en Roma, murió en Madrid, a la edad de 85 años, el padre Stanley Jaki, monje benedictino, físico, filósofo y teólogo.