LAS “3 M” DEL SACERDOTE: MISIONERO, MEDIADOR Y MÁRTIR
Roberta Sciamplicotti
Para el arzobispo Savio Hon Tai-Fai, el sacerdote debe encarnar las 3 “M”, siendo misionero, mediador y mártir.
El secretario de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos lo afirmó el sábado por la tarde, al presidir la ordenación sacerdotal de un fraile franciscano en la basílica romana de Santa María de Aracoeli, situada al lado de Campidoglio.
Dirigiéndose al ordenando, el fraile Mauro Zannin, O.F.M. nacido en Suiza, el prelado explicó las “3M” comentando el evangelio del domingo XV del tiempo ordinario, que cuenta la parábola del sembrador (Mt 13, 1-23) que comienza con las palabras “Jesús salió de casa”.
“En la última cena, Jesús habló de la casa de su Padre”, afirmó el arzobispo Hon Tai-Fai, subrayando que “Jesucristo vino del Padre” y en la Carta a los Hebreos “se le llama 'apóstol', es decir mandado por el Padre”.
Jesús, añadió, “es el sumo sacerdote del Nuevo Testamento; en Él también todo el pueblo santo de Dios ha sido constituido pueblo sacerdotal”.
Entre sus discípulos, “quiso elegir a algunos en particular, para que ejercitando públicamente, en la Iglesia y en su nombre, el oficio sacerdotal a favor de todos los hombres, continuasen su misión de maestro, sacerdote y pastor”.
En este contexto, indicó el secretario del dicasterio vaticano, “ser misionero significa ser mandado por el Padre para amar”.
El sacerdote, prosiguió, debe ser también mediador, como señaló también el Papa Benedicto XVI, definiendo al presbítero “mediador entre Dios y los hombres”.
Si en la vida terrena “no faltan los sufrimientos y las pruebas”, “el creyente, y sobre todo el sacerdote, debe saber esperar con esperanza y perseverancia la gloria futura”.
“Querido Mauro”, dijo el arzobispo dirigiéndose al ordenando, “continuarás la obra transformadora de Cristo, transformando las pruebas y los sufrimientos en 'sacrificio viviente, santo, agradecido a Dios'. Mediante tu ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque junto al sacrificio de Cristo, que se ofrece a través de tus manos, en nombre de toda la Iglesia, de modo incruento, sobre el altar en la celebración de los santos misterios”.
La tercera “M” del sacerdote es la que evoca el martirio, declaró monseñor Hon Tai-Fai, en el día en que la Iglesia celebraba la fiesta de los 120 mártires chinos beatificados en varios grupos entre el 1746 y el 1951 y canonizados por el Papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 2000.
“El Evangelio”, comentó el prelado refiriéndose todavía a la cita del sembrador, “habla del terreno bueno para acoger la Palabra. La sangre de los mártires fecunda el terreno para la Palabra. Jesucristo es la Palabra definitiva y eficaz que salió del Padre y volvió a Él, cumpliendo perfectamente Su voluntad en el mundo. El sembrador que lleva la palabra se convierte en la misma Palabra”.
Para esto, el arzobispo exhortó al ordenando a ser “testigo de Cristo, para que con la palabra y el ejemplo pueda edificar la Iglesia y ser el perfume de Cristo en su enseñanza, alegría y apoyo a los fieles”.
“Sigue el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir”, exhortó.
El prelado concluyó citando una oración de Santo Tomás “porque está llena del espíritu de San Francisco”: “Dios mío, no te olvides de mí, cuando yo me olvido de ti. No me abandones Señor cuando yo te abandono. No te alejes de mí, cuando yo me alejo de ti. Llámame si huyo de ti, atraeme si me resisto a tu, levántame si caigo.
“Dame, Señor mío, un corazón vigilante, que ningún pensamiento vano me aleje de ti, un corazón recto, que ninguna intención perversa pueda desviar, un corazón firme, que resista con valentía todas las adversidades, un corazón libre, que ninguna turbia pasión pueda vencer”.
“Concédeme, te ruego, una voluntad que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vida que te guste, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que al final llegue a poseerte”.