“El Santo Padre sigue con afección y emoción el asunto del pequeño
Charlie y expresa su proximidad a sus padres” declara el director de la
Sala de prensa de la Santa Sede, Greg Burke, esta tarde del domingo 2 de
julio de 2017, en italiano.
El Papa Francisco, dice el, “ora por ellos deseando que no sea
descuidado su deseo de acompañar y de curar a su hijo hasta el final”.
Ya el viernes 30 de junio, el Papá había enviado un tweet en su
cuenta @Pontifex: “Defender la vida humana, sobre todo cuando está
herida por la enfermedad, es un compromiso de amor que Dios confía a
todo hombre”.
El hospital londinense donde está hospitalizado el pequeño Charlie
Gard, bebé inglés de 10 meses afectado de una enfermedad genética
reputada incurable, ha decidido aplazar la desconexión de las máquinas
que le sostienen.
Los padres de Charlie, Chris Gard y Connie Yates, han abierto un juicio contra el hospital Great Ormond Street Children´s, sobre la cuestión del tratamiento de su hijo nacido con una enfermedad mitocondrial rara que perjudica su cerebro.
La Corte europea de los derechos del hombre ha rechazado el 27 de
junio su demanda de llevar a su hijo a los estados Unidos para un
tratamiento experimental y la Corte suprema británica se ha pronunciado
en favor de paralizar los cuidados.
En una declaración publicada la víspera del tweet del Papa, el
presidente de la Academia pontifica para la vida Mon. Vincenzo Paglia
abogaba por el interés superior del paciente: “Debemos hacer que mejore
la salud del paciente, pero también debemos aceptar los límites de la
medicina y… evitar las intervenciones médicas agresivas
desproporcionadas en relación a los resultados que se podrían esperar o
demasiado pesados para el paciente y para su familia”.
Ponía también en alerta contra la “manipulación ideológica o
política” y el “sensacionalismo de los medios de comunicación, que
pueden ser tristemente superficiales”.
Los obispos británicos:
Al pequeño Charlie Gard, niño de 12 meses internado en un hospital de Londres debido a una rara enfermedad incurable. Este viernes debía seguirse la sentencia, aunque el Hospital Great Ormond Street, decidió aplazarla algunos días. Los papás han perdido una batalla legal que llegó hasta la Corte Europea de los derechos humanos y no pudieron llevar al niño a Estados Unidos para una terapia experimental. Ahora pidieron que al menos le dejen morir en su casa.
Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida hizo un llamado a respetar la voluntad de los papás. “El caso del pequeño niño inglés, Charlie Gard, y de sus padres nos impresiona a todos nosotros por su carga de dolor y de esperanza”. Y asegura su cercanía a quienes “se ocuparon de él y han luchado por él”.
La Conferencia Episcopal Católica de Inglaterra y Gales ha publicado “un comunicado que antes de todo reconoce la complejidad de la situación, el dolor de los papás, la búsqueda del bien para Charlie que han puesto en campo todas las personas involucradas”.
El texto reitera “que no se puede poner en práctica ningún gesto que ponga fin intencionalmente a una existencia humana, incluida la suspensión de la nutrición y de la hidratación”.
Entretanto el obispo señala que “es necesario reconocer también los límites de lo que se puede hacer, dentro de un servicio al enfermo que tienen que continuar hasta la muerte natural”.
Citando la Evangelium Vitae de san Juan Pablo II, Mons. Paglia subraya que “tenemos que cumplir todo aquello que favorezca a la salud y juntos reconocer los límites de la medicina” o sea es necesario “evitar cada insistencia terapéutica desproporcionada o demasiado gravosa”.
Pero sobre todo, indica el presidente de la Pontificia Academia de la Vida, “hay que respetar y escuchar la voluntad de los padres, y al mismo tiempo es necesario ayudarles a reconocer la peculiaridad difícil de su condición”, motivo por el cual “no pueden ser dejados solos para tomar decisiones tan dolorosas”.
“Cuando la alianza terapéutica entre pacientes (en este caso sus padres) y los médicos se interrumpe –concluye Mons. Paglia– todo se vuelve más difícil y se entra a recorrer la extrema solución de la vía jurídica, con los riesgos de manipulación ideológica y política, que en cambio hay que evitar, así como las campañas mediáticas muchas veces tristemente superficiales”.
Los obispos británicos:
Al pequeño Charlie Gard, niño de 12 meses internado en un hospital de Londres debido a una rara enfermedad incurable. Este viernes debía seguirse la sentencia, aunque el Hospital Great Ormond Street, decidió aplazarla algunos días. Los papás han perdido una batalla legal que llegó hasta la Corte Europea de los derechos humanos y no pudieron llevar al niño a Estados Unidos para una terapia experimental. Ahora pidieron que al menos le dejen morir en su casa.
Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida hizo un llamado a respetar la voluntad de los papás. “El caso del pequeño niño inglés, Charlie Gard, y de sus padres nos impresiona a todos nosotros por su carga de dolor y de esperanza”. Y asegura su cercanía a quienes “se ocuparon de él y han luchado por él”.
La Conferencia Episcopal Católica de Inglaterra y Gales ha publicado “un comunicado que antes de todo reconoce la complejidad de la situación, el dolor de los papás, la búsqueda del bien para Charlie que han puesto en campo todas las personas involucradas”.
El texto reitera “que no se puede poner en práctica ningún gesto que ponga fin intencionalmente a una existencia humana, incluida la suspensión de la nutrición y de la hidratación”.
Entretanto el obispo señala que “es necesario reconocer también los límites de lo que se puede hacer, dentro de un servicio al enfermo que tienen que continuar hasta la muerte natural”.
Citando la Evangelium Vitae de san Juan Pablo II, Mons. Paglia subraya que “tenemos que cumplir todo aquello que favorezca a la salud y juntos reconocer los límites de la medicina” o sea es necesario “evitar cada insistencia terapéutica desproporcionada o demasiado gravosa”.
Pero sobre todo, indica el presidente de la Pontificia Academia de la Vida, “hay que respetar y escuchar la voluntad de los padres, y al mismo tiempo es necesario ayudarles a reconocer la peculiaridad difícil de su condición”, motivo por el cual “no pueden ser dejados solos para tomar decisiones tan dolorosas”.
“Cuando la alianza terapéutica entre pacientes (en este caso sus padres) y los médicos se interrumpe –concluye Mons. Paglia– todo se vuelve más difícil y se entra a recorrer la extrema solución de la vía jurídica, con los riesgos de manipulación ideológica y política, que en cambio hay que evitar, así como las campañas mediáticas muchas veces tristemente superficiales”.