5/31/19

El Papa invita al Patriarca Daniel a “caminar juntos a la escucha del Señor”

Discurso al Sínodo Permanente

Beatitud, venerables Metropolitas y Obispos del Santo Sínodo:
Cristos a înviat! [¡Cristo ha resucitado!] La resurrección del Señor es el corazón del anuncio apostólico, transmitido y custodiado por nuestras Iglesias. El día de Pascua, los Apóstoles se regocijaron al ver al Resucitado (cf. Jn20,20). En este tiempo de Pascua, también yo me regocijo al contemplar un reflejo de él en vuestros rostros, queridos Hermanos. Hace veinte años, ante este Santo Sínodo, el papa Juan Pablo II dijo: «he venido a contemplar el rostro de Cristo grabado en vuestra Iglesia; he venido a venerar este rostro sufriente, prenda de una nueva esperanza» ( Discursoal Patriarca Teoctist y al Santo Sínodo, 8 mayo 1999:Insegnamenti XXII,1 [1999], 938). Tambiényo he venido aquí, peregrino deseoso de ver el Rostro del Señor en el rostro de los hermanos; y, mirándoos, os agradezco de corazón vuestra acogida.
Los lazos de fe que nos unen se remontan a los Apóstoles, testigos del Resucitado, en particular al vínculo que unía Pedro a Andrés, que según la tradición trajo la fe a estas tierras. Hermanos de sangre (cf. Mc1,16-18), lo fueron también, de manera excepcional, al derramar la sangre por el Señor. Ellos nos recuerdan que hay una fraternidad de la sangre que nos precede, y que, como una silenciosa corriente vivificante nunca ha dejado de irrigar y sostener nuestro caminar a lo largo de los siglos.
Aquí —como en tantos otros lugares actuales— habéis experimentado la Pascua de muerte y resurrección: muchos hijos e hijas de este país, de diferentes Iglesias y comunidades cristianas, han sufrido el viernes de la persecución, han atravesado el sábado del silencio, han vivido el domingo del renacimiento. ¡Cuántos mártires y confesores de la fe! Muchos, de confesiones distintas y en tiempos recientes, han estado en prisión uno al lado del otro apoyándose mutuamente. Su ejemplo está hoy ante nosotros y ante las nuevas generaciones que no han conocido aquellas dramáticas condiciones. Aquello por lo que han sufrido, hasta el punto de ofrecer sus vidas, es una herencia demasiado valiosa para que sea olvidada o mancillada. Y es una herencia común que nos llama a no distanciarnos del hermano que la comparte. Unidos a Cristo en el sufrimiento y el dolor, unidos por Cristo en la Resurrección para que «también nosotros llevemos una vida nueva» (Rm6,4).
Beatitud, querido Hermano: Hace veinte años, el encuentro entre nuestros predecesores fue un regalo pascual, un evento que contribuyó no sólo al resurgir de las relaciones entre ortodoxos y católicos en Rumania, sino también al diálogo entre católicos y ortodoxos en general. Aquel viaje, que un obispo de Roma realizaba por primera vez a un país de mayoría ortodoxa, allanó el camino para otros eventos similares. Me gustaría dirigir un pensamiento de grata memoria al Patriarca Teoctist. Cómo no recordar el grito espontáneo “Unitate, unitate”, que se elevó aquí en Bucarest en aquellos días. Fue un anuncio de esperanza que surgió del Pueblo de Dios, una profecía que inauguró un tiempo nuevo: el tiempo de caminar juntos en el redescubrimiento y el despertar de la fraternidad que ya nos une.
Caminar juntos con la fuerza de la memoria. No la memoria de los males sufridos einfligidos, de juicios y prejuicios, que nos encierran en un círculo vicioso y conducen a actitudes estériles, sino la memoria de las raíces: los primeros siglos en los que el Evangelio, anunciado con parresia y espíritu de profecía, encontró e iluminó a nuevos pueblos y culturas; los primeros siglos de los mártires, los Padres y confesores de la fe, de la santidad vivida y testimoniada cotidianamente por tantas personas sencillas que comparten el mismo Cielo. Gracias a Dios, nuestras raíces son sanas y sólidas y, aunque su crecimiento ha sido afectado por las tortuosidades y las dificultades del tiempo, estamos llamados, como el salmista, a recordar con gratitud todo lo que el Señor ha realizado en nosotros, a elevar hacia él un himno de alabanza mutua (cf. Sal 77, 6.12-13). El recuerdo de los pasos que hemos dado juntos nos anima a continuar hacia el futuro siendo conscientes —ciertamente— de las diferencias, pero sobre todo con la acción de gracias por un ambiente familiar que hay que redescubrir, con la memoria de comunión que tenemos que reavivar y que, como una lámpara, dé luz a los pasos de nuestro camino.
Caminar juntos a la escucha del Señor. Nos sirve de ejemplo lo que el Señor hizo el día dePascua, cuando caminaba con los discípulos hacia Emaús. Ellos discutían de lo que había sucedido, de sus inquietudes, dudas e interrogantes. El Señor los escuchó pacientemente y con toda franqueza conversó con ellos ayudándolos a entender y discernir lo que había sucedido (cf. Lc24,15-27).
También nosotros necesitamos escuchar juntos al Señor, especialmente en estos últimos años en que los caminos del mundo nos han conducido a rápidos cambios sociales y culturales. Son muchos los que se han beneficiado del desarrollo tecnológico y el bienestar económico, pero la mayoría de ellos han quedado inevitablemente excluidos, mientras que una globalización uniformadora ha contribuido a desarraigar los valores de los pueblos, debilitando la ética y la vida en común, contaminada en tiempos recientes por una sensación generalizada de miedo y que, a menudo fomentada a propósito, lleva a actitudes de aislamiento y odio. Tenemos necesidad de ayudarnos para no rendirnos a las seducciones de una “cultura del odio”, de una cultura individualista que, tal vez no sea tan ideológica como en los tiempos de la persecución ateísta, pero sin embargo es más persuasiva e igual de materialista. A menudo nos presenta como una vía para el desarrollo lo que parece inmediato y decisivo, pero que en realidad sólo es indiferente y superficial. La fragilidad de los vínculos, que termina aislando a las personas, afecta en particular a la célula fundamental de la sociedad, la familia, y nos pide el esfuerzo de salir e ir en ayuda de las dificultades de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de los más jóvenes, no con desaliento y nostalgia, como los discípulos de Emaús, sino con el deseo de comunicar a Jesús resucitado, corazón de la esperanza. Necesitamos renovar con el hermano la escucha de las palabras del Señor para que el corazón arda al unísono y el anuncio no se debilite (cf. vv. 32.35).
El camino llega a su destino, como en Emaús, a través de la oración insistente, para que el Señor se quede con nosotros (cf. vv. 28-29). Él, que se revela al partir el pan (cf. vv. 30-31), llama a la caridad, a servir juntos; a “dar a Dios” antes de “decir Dios”; a no ser pasivos en el bien, sino prontos para alzarse y caminar, activos y colaboradores (cf. v. 33). Las numerosas comunidades ortodoxas rumanas, que allí donde están, colaboran excelentemente con las numerosas diócesis católicas de Europa occidental; son un ejemplo en este sentido. En muchos casos se ha desarrollado una relación de confianza mutua y amistad, alimentada por gestos concretos de acogida, apoyo y solidaridad. A través de esta relación mutua, muchos rumanos católicos y ortodoxos han descubierto que no son extraños, sino hermanos y amigos.
Caminar juntos hacia un nuevo Pentecostés. El trayecto que nos espera va desde la Pascua aPentecostés: desde esa alba pascual de unidad, que aquí amaneció hace veinte años, nos dirigimos hacia un nuevo Pentecostés. Para los discípulos, la Pascua marcó el inicio de un nuevo camino en el que, sin embargo, los temores y las incertidumbres no habían desaparecido. Así fue hasta Pentecostés, cuando los Apóstoles, reunidos alrededor de la Santa Madre de Dios, con un solo Espíritu y en una pluralidad y riqueza de lenguas, fueron testigos del Resucitado con la Palabra y con la vida. Nuestro camino se ha reanudado a partir de la certeza de tener al hermano a nuestro lado, para compartir la fe fundada en la resurrección del mismo Señor. De Pascua a Pentecostés: tiempo para recogerse en oración bajo la protección de la Santa Madre de Dios, para invocar el Espíritu unos por otros. Que nos renueve el Espíritu Santo, que desdeña la uniformidad y ama plasmar la unidad en la más bella y armoniosa diversidad. Que su fuego consuma nuestras desconfianzas; su viento expulse las reticencias que nos impiden testimoniar juntos la nueva vida que nos ofrece. Que él, artífice de fraternidad, nos dé la gracia de caminar juntos; que él, creador de la novedad, nos haga valientes para experimentar nuevas formas de compartir y de misión. Que él, fortaleza de los mártires, nos ayude a que su sacrificio no sea infecundo.
Queridos hermanos: Caminemos juntos en alabanza de la Santísima Trinidad y en beneficio mutuo para ayudar a nuestros hermanos a ver a Jesús. Os renuevo mi gratitud y os aseguro el afecto, la amistad y la oración mías y de la Iglesia Católica.

Viaje apostólico del Santo Padre a Rumanía

Acogiendo la invitación del Presidente, las autoridades estatales y la Iglesia católica de Rumania, el Santo Padre realizará un viaje apostólico al país del 31 de mayo al 2 de junio de 2019 para visitar las ciudades de Bucarest, Iaşi y Blaj y el Santuario Mariano de Șumuleu Ciuc.
Durante la estancia de Francisco en Rumanía, iremos actualizando esta agenda con los discursos, homilías, etc., que el Papa dirija, así como vídeos de los actos más significativos.

Galería fotográfica

Agenda

Viernes, 31 de mayo de 2019
Roma − Bucarest
08.10 − Salida en avión desde el aeropuerto de Roma/Fiumicino hacia Bucarest
11.30 − Llegada al aeropuerto internacional Henri Coandă-Otopeni de Bucarest
Recibimiento oficial en el aeropuerto
12.05 − Ceremonia de bienvenida en el atrio del Palacio Presidencial de Cotroceni
12.20 − Visita di cortesía al Presidente de Rumanía en el Palacio Presidencial de Cotroceni
12.50 − Encuentro con el Primer Ministro en el Palacio Presidencial de Cotroceni
13.00 − Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático en la sala Unirii del Palacio de Cotroceni
15.45 − Encuentro privado con el Patriarca en el Palacio del Patriarcado
16.15 − Encuentro con el Sínodo permanente de la Iglesia Ortodoxa Rumana en el Palacio del Patriarcado
17:00 − Rezo del Padrenuestro en la nueva Catedral ortodoxa
18.10 − Santa Misa en la Catedral católica de San José
Sábado, 1 de junio de 2019
Bucarest−Bacau−Sumuleu−Ciuc−Iasi−Bucarest
09.30 − Salida en avión hacia Bacau
10.10 − Llegada al aeropuerto de Bacau y traslado en helicóptero a la base aérea de la Brigada de Montaña de Miercurea-Ciuc
11.30 − Santa Misa en el Santuario de Sumuleu-Ciuc
16.10 − Traslado del Santo Padre en helicóptero al aeropuerto de Iasi
17.25 − Visita a la Catedral de Santa María Reina de Iasi
17.45 − Encuentro mariano con la juventud y las familias en la plaza del Palacio de la Cultura de Iasi
19.00 − Salida en avión hacia Bucarest
20.00 − Llegada al aeropuerto Henri Coandă-Otopeni de Bucarest
Domingo, 2 de junio de 2019
Bucarest−Sibiu−Blaj−Sibiu−Roma
09.00 − Salida en avión hacia Sibiu
09.40 − Llegada al aeropuerto de Sibiu y traslado en helicóptero a Blaj
11.00 − Divina Liturgia con beatificación de los siete obispos greco católicos mártires en el Campo de la Libertad de Blaj
12.00 − Regina Coeli
13.25 − Almuerzo con el séquito papal
15:45 − Encuentro con la comunidad gitana de Blaj
16.35 − Traslado del Santo Padre en helicóptero al aeropuerto de Sibiu
17.20 − Ceremonia de despedida en el aeropuerto de Sibiu
17.30 − Salida del avión papal hacia Roma/Ciampino
18.45 − Llegada al aeropuerto de Roma/Ciampino
Huso horario
Roma: + 2h UTC
Bucarest: + 3h UTC
Bacau: + 3h UTC
Sumuleu-Ciuc: + 3h UTC
Iasi: + 3h UTC
Sibiu: + 3h UTC
Blaj: + 3h UTC

5/30/19

Luces de Dios

También en tiempos en los que la Fe parece debilitarse en el corazón y en la mente de muchas personas, no faltan hombres y mujeres que anhelan descubrir algún rastro de Dios en sus vidas, y en su entorno
A veces caen en la tentación de pedir al Señor pruebas contundentes, sensibles, palpables de su interés por los seres humanos; y para encontrarlas se lanzan a peregrinaciones a santuarios lejanos para vivir una “experiencia de Dios” que les conmueva y reconforte.
El Señor, que es verdaderamente paciente con las pequeñeces de los hombres, se hace presente en nuestras vidas por caminos muy normales, muy sencillos, muy a nuestro alcance, aunque en tantas ocasiones nos pasan del todo inadvertidos. ¿Qué caminos?
Tantos como seres humanos hay sobre la tierra. Y, me atrevería a decir, de manera particular podemos encontrar el aroma de Dios, y a Dios mismo ahora que tantos lo quieren quitar de sus perspectivas, en la sonrisa de las personas que nos encontramos diariamente en nuestro camino. Su sonrisa nos pueden manifestar la sonrisa de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La sonrisa de un niño, de una niña Down, cuando le da un beso a su madre, a su padre, que le tratan con el mismo cariño que a sus otros cinco hermanos.
La sonrisa de un abuelo, de una abuela que se han vestido con todo esmero y pulcritud para vivir el bautismo de su primer biznieto.
La sonrisa de una madre al contemplar al niño recién salido de sus entrañas, besarlo, acariciarlo, darle el calor de su cuerpo, de su alma; y acompañarle en los primeros latidos de su corazón fuera del seno materno.
La sonrisa de un padre al gozar del buen resultado de un hijo que estrena su profesión venciendo su primer pleito; terminando su primera operación quirúrgica arreglando las válvulas de un corazón extenuado.
La sonrisa de un padre de familia, de una madre, que agradecen a Dios poder gozar de la armonía y buen aire entre sus hijos, y ver que el empeño y la dedicación que han vivido en transmitirles la Fe ha dado frutos profundos en el corazón de todos ellos. La alegría evangélica de saber que “sus hijos caminan en la Verdad”.
La sonrisa de un abuelo que, ya en el lecho de muerte, y después de haber recibido la Unción de los enfermos, se despide de hijos, de nietos, de biznietos, con un sencillo “hasta el cielo”.
La sonrisa de un pecador arrepentido, al vivir el amor misericordioso de Dios, después de recibir la absolución de sus pecados en el sacramento de la Reconciliación.
La sonrisa de un hombre que se lanza al mar para salvar a un náufrago, y se encomienda a su Ángel de la Guarda para que todo salga bien, al devolver a la madre el cuerpo vivo de su hijo que ya daba por muerto.
La sonrisa de un hombre al celebrar las Bodas de Oro, y después de llorar al dar gracias a Dios por el don que ha sido para él la compañía de su esposa, contempla el rostro de su mujer, y sonríe.
La sonrisa de una mujer agradecida a la Virgen Santísima, por el gesto de una persona que ha sabido de su precaria situación económica y le ha hecho llegar un sobre de forma anónima e imposible de ser identificada.
La lista de sonrisas semejantes sería casi infinita. En medio de la falta de moral, del mal ejemplo de personas corrompidas de muchas maneras, del egoísmo e individualismo reinante, el palpitar del amor de Dios a los hombres sigue vibrando en las sonrisas de los hombres y de las mujeres que aman a Dios.

5/29/19

“Saber cómo esperar ‘los pasos’ de Dios”

El Papa en la Audiencia General

Queridos hermanos y hermanas:
Iniciamos hoy un recorrido de catequesis a través del Libro de los Hechos de los Apóstoles. Este libro bíblico, escrito por San Lucas evangelista, nos habla del viaje, de un viaje: pero, ¿de qué viaje? Del viaje del Evangelio por el mundo y nos muestra la maravillosa unión entre la Palabra de Dios y el Espíritu Santo que inaugura el tiempo de la evangelización. Los protagonistas de los Hechos son precisamente una animada y eficaz “pareja”: la Palabra y el Espíritu.
Dios «manda a la tierra su mensaje» y «su palabra corre veloz», dice el Salmo (147,15). La Palabra de Dios corre, es dinámica, irriga todo terreno en el que cae. ¿Y cuál es su fuerza? San Lucas nos dice que la palabra humana se vuelve eficaz no gracias a la retórica, que es el arte del buen hablar, sino gracias al Espíritu Santo, que es la dýnamis de Dios, la dinámica de Dios, su fuerza, que tiene el poder de purificar la palabra, de hacerla portadora de vida. Por ejemplo, en la Biblia hay historias, palabras humanas; pero, ¿cuál es la diferencia entre la Biblia y un libro de historia? Que las palabras de la Biblia son tomadas del Espíritu Santo que da una fuerza muy grande, una fuerza distinta y nos ayuda a que la palabra sea semilla de santidad, semilla de vida, sea eficaz. Cuando el Espíritu visita la palabra humana esta se vuelve dinámica, como “dinamita”, capaz de encender los corazones y de romper esquemas, resistencias y muros de división, abriendo vías nuevas y dilatando los confines del pueblo de Dios. Y eso lo veremos en el curso de estas catequesis, en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
El que da sonoridad vibrante e incisiva a nuestra palabra humana tan frágil, capaz incluso de mentir y de escapar de sus responsabilidades, es solo el Espíritu Santo, por medio del cual el Hijo de Dios fue engendrado; el Espíritu que lo ungió y sostuvo en la misión; el Espíritu gracias al cual eligió a sus apóstoles y que garantizó a su anuncio la perseverancia y la fecundidad, como las garantiza también hoy a nuestro anuncio.
El Evangelio concluye con la resurrección y ascensión de Jesús, y la trama narrativa de los Hechos de los Apóstoles parte justo de ahí, de la sobreabundancia de la vida del Resucitado transfundida a su Iglesia. San Lucas nos dice que Jesús «después de haber padecido, se presentó vivo (…) hablándoles acerca del reino de Dios» (Hch 1,3). El Resucitado, Jesús Resucitado realiza gestos humanísimos, como compartir la comida con los suyos, y los invita a vivir confiados a la espera del cumplimiento de la promesa del Padre: «seréis bautizados en el Espíritu Santo» (Hch 1,5).
El bautismo en el Espíritu Santo, en efecto, es la experiencia que nos permite entrar en una comunión personal con Dios y participar en su voluntad salvadora universal, adquiriendo la dote de la parresia, el valor, la capacidad de pronunciar una palabra “como hijos de Dios”, no solo como hombres, sino como hijos de Dios: una palabra límpida, libre, eficaz, llena de amor por Cristo y por los hermanos.
Así pues, no hay que luchar para ganarse o merecer el don de Dios. Todo es dado gratuitamente y a su tiempo. El Señor da todo gratuitamente. La salvación no se compra, no se paga: es un don gratuito. Ante el ansia de conocer anticipadamente el tiempo en que sucederán los acontecimientos por Él anunciados, Jesús responde a los suyos: «No es cosa vuestra conocer los tiempos o momentos que el Padre ha fijado con su poder; sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,7-8).
El Resucitado invita a los suyos a no vivir con ansiedad el presente, sino a hacer alianza con el tiempo, a saber esperar el desenlace de una historia sagrada que no se ha interrumpido sino que avanza, siempre va adelante; a saber esperar los “pasos” de Dios, Señor del tiempo y del espacio. El Resucitado invita a los suyos a no “fabricar” ellos la misión, sino esperar que sea el Padre quien dinamice sus corazones con su Espíritu, para poderse involucrar en una testimonio misionero capaz de irradiarse desde Jerusalén a Samaria y de traspasar los confines de Israel para llegar a las periferias del mundo.
Esa espera, los Apóstoles la viven juntos, la viven como familia del Señor, en la sala superior o cenáculo, cuyas paredes son testigos del don con que Jesús se entregó a los suyos en la Eucaristía. ¿Y cómo esperan la fuerza, la dýnamis de Dios? Rezando con perseverancia, como si no fueran muchos sino uno solo. Rezando en unidad y con perseverancia. Pues es con la oración como se vence la soledad, la tentación, la sospecha y se abre el corazón a la comunión. La presencia de las mujeres y de María, la madre de Jesús, intensifica esa experiencia: fueron las primeras en aprender del Maestro a manifestar la fidelidad del amor y la fuerza de la comunión que vence todo temor.
Pidamos también nosotros al Señor la paciencia de esperar sus pasos, de no querer “fabricar” nosotros su tarea y de permanecer dóciles rezando, invocando al Espíritu y cultivando el arte de la comunión eclesial.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos francófonos, en particular a los fieles de la diócesis de Pontoise, acompañados por su Obispo, Mons. Stanislas Lalanne, y a los jóvenes provenientes de Francia, Suiza, y de las Escuelas de caridad y de misión. Siguiendo el ejemplo de los Apóstoles y de María, reunidos en el Cenáculo, pidamos al Señor la paciencia de seguir sus pasos y de no querer rehacer nosotros lo que hace Él. Que nos ayude a permanecer dóciles, rezando al Espíritu Santo y cultivando el arte de la comunión eclesial. Dios os bendiga.
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la Audiencia de hoy, especialmente a los provenientes de Inglaterra, Suecia, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Filipinas, Vietnam, Canadá y Estados Unidos de América. Con la alegría de Cristo Resucitado, invoco sobre vosotros y vuestras familias el amor misericordioso de Dios nuestro Padre. El Señor os bendiga.
Me alegra recibir a los peregrinos de lengua alemana. Saludo en particular a los participantes en la peace ride de los Jesus-Biker. Queridos hermanos y hermanas, pidamos al Señor la paciencia de esperar su obrar y de no ser fabricantes, sino instrumentos de su obra salvífica, y de dejarnos siempre guiar por el Espíritu Santo. Buena estancia en Roma.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Pidamos a Dios el don del Espíritu Santo que nos asista en nuestra vida y nos dé la fuerza para que con nuestras palabras y obras podamos ser testigos misioneros de su amor con todos los que están a nuestro alrededor. Que Dios los bendiga.
Con gran afecto saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los grupos de las diócesis de Barretos, Piracicaba y Jundiaí, deseándoos a todos la paciencia de esperar los «tiempos» fijados por el Padre celeste y permanecer dóciles rezando al Espíritu Santo y cultivando el arte de la comunión eclesial. Que vele sobre vuestro camino la Virgen María y os ayude a ser signo de confianza e instrumento de caridad en medio de vuestros hermanos. Sobre vosotros y vuestras familia descienda la bendición de Dios.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los que vienen de Medio Oriente. Queridos hermanos y hermanas, el Señor nos invita a abrir el corazón al don del Espíritu Santo, para que nos guíe por los senderos de la historia. Él, día a día, nos educa en la lógica del Evangelio, la lógica del amor acogedor, “enseñándonos todo” y “recordándonos todo lo que el Señor nos dijo”. El Señor os bendiga.
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Dirijo un particular saludo a los jóvenes que el sábado irán a Lednica, para el Encuentro de los Jóvenes. El Señor Jesús, antes de ascender al cielo, dirigió a Simón Pedro la pregunta: “¿Me amas?”. Arrepentido por haber negado al Hijo de Dios, confesó: “Tú sabes que te amo”. Esas palabras que son el lema de vuestro encuentro, Dios las repite incesantemente a cada uno de nosotros en el Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación, además que en la Eucaristía. Escuchad con atención su voz. Que los momentos vividos en la “Panamá Polaca”, como en estos días llamáis a Lednica, sostenga el entusiasmo de vuestra fe, de la oración, de la alegría y de la celebración común. Llevad con vosotros los dones que recibiréis: el sello, símbolo de unión con el Santo Espíritu, y un especial examen de conciencia, basado en el contenido del cuadro del Caravaggio: “La vocación de San Mateo”. Acordaos de que la transformación de un pecador en un santo, como pasó en la vida del publicano de Cafarnaúm, es posible. Que os guíe el entusiasmo de un corazón convertido y os bendiga Dios. Os abrazo con mi oración.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. Me alegra recibir a los capitulares de la Congregación de la Sagrada Familia, a los participantes en la Asamblea General de las Pontificias Obras Misioneras y a los Directores del “Boletín Salesiano”. Saludo al grupo de los “Adultísimos” de Acción Católica Italiana; a los seminaristas del Propedéutico de Molfetta; a las comunidades parroquiales, en particular a las de Forino, de Oppido Lucano y de Chianche; a los participantes en la “Clericus cup”; a los Institutos de Enseñanza, especialmente al de Crema; a los miembros del Consejo de la Magistratura Militar; a los de la Jefatura de Policía y a la Policía de Tráfico de Fermo.
Un pensamiento particular para los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados. Mañana celebraremos la Ascensión del Señor Jesús al Cielo. Como a los Apóstoles, también a nosotros hoy, el Señor nos repite: «No os dejaré huérfanos (…). Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (cfr. Jn 14,18; Mt 28,20). Si sois amigos de Jesús, Él hará sentir su presencia en vuestra vida, y no os sentiréis nunca solos o abandonados.

“¿Verdad o relativismo?”“Seamos respetuosos”

Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
VER
Hace poco más de dos años, el CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) presentó una demanda ante la Secretaría de Gobernación contra 26 obispos del país, cuando se discutía la propuesta presidencial de considerar matrimonio a la unión esponsal de personas del mismo sexo, dizque porque habíamos promovido homofobia y discriminación contra homosexuales y lesbianas, y porque alentábamos odio y violencia contra quienes tienen esa tendencia. Un equipo de abogados nos ayudó a defender nuestro derecho a difundir la verdad de nuestra fe, con lo cual no promovíamos la materia del juicio, y todo se resolvió favorablemente para nosotros, conforme a la ley.
A pesar de esta resolución, con frecuencia grupos de esa línea nos amenazan con demandarnos en juicio, coartando nuestra libertad religiosa, amparada, aunque todavía parcialmente, por la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que en su artículo 2º establece: El Estado Mexicano garantiza a favor del individuo los siguientes derechos y libertades en materia religiosa: c) No ser objeto de discriminación, coacción u hostilidad por causa de sus creencias religiosas. e) No ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa por la manifestación de ideas religiosas. Más adelante, el artículo 9º dice: Las Asociaciones Religiosas tendrán derecho, en los términos de esta ley y su reglamento, a: III. Propagar su doctrina, siempre que no se contravengan las normas y previsiones de éste y demás ordenamientos aplicables.
Amparados por esta ley civil, nosotros tenemos todo el derecho de difundir la verdad que proclama nuestra fe, en particular sobre el derecho a la vida desde la concepción hasta su término natural, sobre lo que es realmente un matrimonio, la unión de por vida y por amor entre un hombre y una mujer, sobre la naturaleza de la persona humana, con dos únicos géneros: masculino y femenino. No podemos aprobar el relativismo imperante, en que no hay normas ni criterios básicos en base a la naturaleza humana y a la ley natural. Sin embargo, la Palabra de Dios nos obliga a ser respetuosos de todas las personas y no discriminarlas por sus tendencias. No pretendemos imponer nuestra fe, sino ser libres para presentarla.
PENSAR
Jesucristo, cimiento del catolicismo, nos ordenó ir por todas partes y predicar su Evangelio. Este es un mandato que debemos tomar en cuenta en todas las circunstancias, aunque esto nos genere persecución, cárcel y martirio.
Y esta fe nos dice que Dios creó al ser humano sólo con dos géneros: hombre y mujer. Es el plan del Creador y nosotros, simples creaturas, no lo podemos modificar. Si algunos defienden que hay más géneros, están en su derecho de afirmarlo y los respetamos, pero nosotros también tenemos derecho y obligación de expresar públicamente lo que creemos.
En la Biblia, están estas afirmaciones de San Pablo, que nosotros asumimos: “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que buscan eliminar la verdad por medio de la injusticia… No tienen excusa alguna, porque, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como Dios ni le dieron gracias; al contrario, se envanecieron en sus razonamientos y terminaron por oscurecer su insensato corazón. Se jactaban de ser sabios y resultaron ser necios…
Por eso, conforme a los deseos desordenados de sus corazones, Dios los entregó a una impureza tal que entre ellos deshonraron sus propios cuerpos…
Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues las mujeres cambiaron las relaciones naturales del sexo por otras contra la naturaleza, y de igual manera los varones, dejando de lado las relaciones naturales con la mujer e incitándose en el deseo de unos por otros, realizaron acciones vergonzosas entre ellos, por lo que recibieron en sí mismos el pago merecido por sus extravíos.Y como no quisieron reconocer a Dios, él los entregó a su mente depravada, para que hicieran lo que no conviene. Están repletos de toda clase de injusticia, perversidad, avaricia, maldad; colmados de envidia, asesinatos, peleas, engaños, malicia, difamación, calumnias; son enemigos de Dios, insolentes, altaneros, arrogantes, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, insensibles y despiadados. Ellos saben que, según lo dispuesto  por Dios, quienes  practican  estas cosas  merecen la muerte y, sin embargo, no solo las hacen, sino que incluso aprueban a quienes laspractican”(Carta a los Romanos 1,18-32).
Al respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
“La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (Cf. Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso” (2357).
“Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición” (2358).
“Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana” (2359).
ACTUAR
Seamos respetuosos con quienes piensan y viven de una manera diferente o contraria al Evangelio, a la Biblia, a nuestra fe, a su naturaleza, pero no dejemos de anunciar libremente lo que creemos.

5/28/19

Superar las dificultades

El Papa en Santa Marta


El protagonista del Evangelio de hoy (Jn 16, 5-11) es el Espíritu Santo. En la charla de despedida a los discípulos antes de subir al cielo, Jesús nos da una verdadera catequesis sobre el Espíritu Santo, y nos explica quién es. Los discípulos están tristes al oír que su Maestro dentro de poco los dejará, y Jesús les regaña suavemente por eso, porque la tristeza no es una actitud cristiana. ¿Y cómo no estar tristes? Contra la tristeza, pedimos al Señor en la oración que mantenga en nosotros la renovada juventud del espíritu. Aquí entra en juego el Espíritu Santo porque es Él quien hace que haya en nosotros esa juventud que nos renueva siempre.
Una gran santa decía: “un santo triste es un triste santo”. Así, un cristiano triste es un triste cristiano: eso no va. ¿Qué significa? Que la tristeza no entra en el corazón del cristiano, porque es joven, con una juventud que se renueva y que le hace cargar tantas pruebas, tantas dificultades. Y es el Espíritu Santo es el que nos hace capaces de llevar esas cruces, como hemos leído en la lectura de los Hechos de los Apóstoles (16,22-34) acerca de Pablo y Silas, quienes, encadenados, cantaban himnos a Dios. El Espíritu Santo lo renueva todo. El Espíritu Santo es el que nos acompaña en la vida, y nos sostiene, es el Paráclito. ¡Qué nombre tan raro! Cuando era sacerdote, en una misa con niños el domingo de Pentecostés les pregunté si sabían quién es el Espíritu Santo. Y un niño me respondió: “el paralítico”. Había oído “Paráclito” pero no sabía qué era, y por eso dijo: “paralítico”. Pues a veces también nosotros pensamos que el Espíritu Santo es un paralítico, que no hace nada. La palabra paráclito quiere decir el que está junto a mí para sostenerme, para que yo no caiga, para que yo vaya adelante, para que yo conserve esa juventud del Espíritu. El cristiano siempre es joven: siempre. Y cuando comienza a envejecer el corazón del cristiano, empieza a disminuir su vocación de cristiano. O eres joven de corazón, de alma o no eres plenamente cristiano.
En la vida habrá dolores. Pablo y Silas fueron apaleados y sufrieron, pero estaban llenos de alegría, cantaban… Esa es la juventud. Una juventud que te hace mirar siempre con esperanza: ¡venga, adelante! Pero para tener esa juventud hace falta un diálogo diario con el Espíritu Santo, que está siempre junto a nosotros. Es el gran don que nos dejó Jesús: esa ayuda que te hace ir adelante. Y aunque seamos pecadores, el Espíritu nos ayuda a arrepentirnos y nos hace mirar adelante. Habla con el Espíritu: Él te dará el apoyo y te devolverá la juventud. En cambio, el pecado envejece, envejece el alma, lo envejece todo. Nunca esa tristeza pagana. No digo que la vida sea un carnaval: no, eso no es verdad. En la vida hay momentos difíciles, pero en esos momentos se siente que el Espíritu nos ayuda a seguir adelante, como a Pablo y a Silas, y a superar las dificultades. Hasta el martirio.
Pidamos al Señor que no perdamos esa renovada juventud, que no seamos cristianos jubilados que han perdido la alegría y no se dejar llevar adelante. El cristiano nunca se jubila; el cristiano vive, vive porque es joven, cuando es verdadero cristiano.

5/27/19

“Docilidad a la acción del Espíritu Santo”

El Papa ayer en el Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este VI Domingo de Pascua nos presenta el pasaje del discurso que Jesús dirigió a los Apóstoles en la Última Cena (cf. Jn 14,23-29). Él habla de la obra del Espíritu Santo y hace una promesa: “El Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho” (v. 26). Como en el momento de la cruz Jesús asegura a los Apóstoles que no se quedarán solos: con ellos estará siempre el Espíritu Santo, el Paráclito, que los apoyará en su misión de llevar el Evangelio por todo el mundo. En el idioma griego original, el término “Paráclito” significa el que está al lado, para apoyar y consolar. Jesús regresa al Padre, pero continúa instruyendo y animando a sus discípulos a través de la acción del Espíritu Santo.
¿Cuál es la misión del Espíritu Santo que Jesús promete como don? Él mismo dice: Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho. En el transcurso de su vida terrena Jesús ya ha transmitido todo lo que quería confiar a los Apóstoles, llevó a término la Revelación divina, es decir, todo lo que el Padre quiso decir a la humanidad mediante la encarnación del Hijo. La tarea del Espíritu Santo es hacer que la gente recuerde, es decir, hacerlas comprender plenamente e inducirlas a poner en práctica concretamente las enseñanzas de Jesús. Esta es también la misión de la Iglesia, que la lleva a cabo a través de un estilo de vida preciso caracterizado por ciertas exigencias: la fe en el Señor y la observancia de su Palabra; la docilidad a la acción del Espíritu, que hace vivo y presente continuamente al Señor Resucitado; la acogida de su paz y del testimonio que se le ha dado con una actitud de apertura y de encuentro con los demás.
Para lograr todo esto, la Iglesia no puede permanecer estática, sino que, con una participación activa de cada bautizado, está llamada a actuar como comunidad en camino, animada y sostenida por la luz y el poder del Espíritu Santo, así es el Espíritu de Dios quien nos guía y guía a la Iglesia para que resplandezca el auténtico rostro de de ella, bello y luminoso querido por Cristo.
Hoy el Señor nos invita a abrir nuestros corazones al don del Espíritu Santo, para que nos guíe por los caminos de la historia. Día a día, nos enseña la lógica del Evangelio, la lógica del amor acogedor enseñándonos todo y “recordándonos todo lo que el Señor nos ha dicho”.
Que María que en este mes de mayo veneramos y rezamos con especial devoción como nuestra madre celestial, proteja siempre a la Iglesia y a toda la humanidad. Que ella que con humilde y valiente fe cooperó plenamente con el Espíritu Santo, para la Encarnación del Hijo de Dios, nos ayude también a dejarnos instruir y guiar por el Paráclito, para que podamos acoger la Palabra de Dios y dar testimonio de ella con nuestra vida.

5/26/19

‘Haremos morada en él’


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
−Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escucháis no es mía sino del Padre que me ha enviado. Os he hablado de todo esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis escuchado que os he dicho: «Me voy y vuelvo a vosotros». Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

Comentario

En la intimidad de la Última Cena, Jesús ofreció a sus discípulos algunas enseñanzas con sabor a despedida y a testamento final, como las que recoge el evangelio de este sexto domingo de Pascua.
En primer lugar, Jesús se refiere al profundo misterio de la presencia de Dios en el alma. En el Antiguo Testamento el Señor se dio a conocer progresivamente al pueblo de Israel y prometió permanecer en medio de él. Esta presencia estaba especialmente significada en el Santo de los Santos, el lugar más sagrado del templo de Jerusalén. Ahora Jesús anuncia una nueva forma de presencia en cada persona, con tal de que ame y guarde sus palabras, para hacerse así templo en el que Dios habita, como recordaba san Pablo a los primeros cristianos: “vosotros sois el templo de Dios vivo, según dijo Dios: Yo habitaré y caminaré en medio de ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (2 Co 6,16).
Esta presencia de Dios en el alma ha fascinado siempre a los santos, que se han sentido urgidos a corresponder a tanto amor de Dios por sus criaturas. Como explica san Josemaría, “la Trinidad se ha enamorado del hombre, elevado al orden de la gracia y hecho a su imagen y semejanza; lo ha redimido del pecado (…) y desea vivamente morar en el alma nuestra”. ¿Somos conscientes habitualmente de esta verdad profunda, de esta presencia de Dios en nuestra alma en gracia? ¿Sabemos corresponder cada día con agradecimiento, con gestos de cariño y adoración? San Agustín aconsejaba: “En realidad Dios no está lejos. Tú eres el que hace que esté lejos. Ámalo y se te acercará; ámalo y habitará en ti. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna”.
La presencia de Dios en el alma no puede separarse de la acción eficaz del Espíritu Santo. Por eso Jesús se refiere aquí a Él y lo llama el Paráclito. Este término griego significa literalmente el que camina en paralelo, mientras habla, sugiere y avisa. Por eso puede traducirse como “abogado” y “consolador”. Abogado porque intercede ante la justicia divina para obtener el perdón de nuestros pecados gracias a la pasión de Jesús; y también como “consolador” porque alivia nuestras aflicciones con sus sugerencias. A propósito de este pasaje, los Padres de la Iglesia explican que la ausencia física de Jesús ante nuestros ojos permite precisamente esta acción eficaz de su Espíritu en nuestros corazones. Allí el Paráclito nos “recordará” las palabras de Jesús, como Él mismo anuncia a sus discípulos, y nos sugerirá a la vez amarlas y seguirlas, “inspirando invisiblemente el Espíritu de la verdad la ciencia de lo divino en el entendimiento”.
Cuando de verdad nos esforzamos por seguir dócilmente las sugerencias del Espíritu Santo, nuestra alma se llena de paz y de alegría, señales ciertas de la presencia divina, incluso en medio de las dificultades. De aquí que Jesús se refiera también al fruto primerizo que obtendría con su pasión y con el que se presentó resucitado: la paz. No la paz que ofrece el mundo, la vida cómoda, sino la paz de Cristo, fruto de la cruz y de la lucha. Por eso, dice san Josemaría, “¡cuántas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa... Y, en seguida, luz o, al menos, aceptación y paz”. Ojalá sepamos nosotros acudir siempre a esa presencia de Dios en el alma como una fuente de agua viva donde calmar toda nuestra sed, como la fuente donde recuperar una y otra vez la alegría y la paz que debemos llevar a todas partes.
Fuente: opusdei.org.

5/25/19

La belleza al servicio de la caridad

Encuentro del Papa con el Instituto de los Inocentes

Queridos hermanos y hermanas,
Yo había  preparado un discurso para vosotros, pero es un poco aburrido de leer … Prefiero decir dos palabras y, sobre todo, saludaros un a uno.
Usted [la Presidente del Instituto] dijo una expresión que es conmovedora: la “cultura del niño”. Hoy tenemos que retomarla. La cultura de los niños. Hay una cultura de sorpresa al ver crecer, ver cómo se sorprenden con la vida, cómo entran en contacto con la vida. Y debemos aprender a hacer lo mismo. Esa senda, ese camino que todos hemos hecho como niños, debemos reanudarlo. Usted citó el Evangelio de Marcos: “Dejad que los niños …”; pero también hay otros pasajes del Evangelio en los que Jesús va aún más lejos: No dice solamente que se acoja a los niños y que quien les acoge le recibe a Él , sino que va más allá: “Si no os volvéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos”. Y esto es lo que la cultura del niño debe enseñarnos. De alguna manera debemos volver a la simplicidad de un niño y sobre todo a la capacidad de sorprendernos. ¡Las sorpresas! Nuestro Dios es el Dios de las sorpresas, y debemos aprender esto.
Y todavía tengo que decir otra cosa, que me gustaría retomar: esas medallas rotas … [la mitad para el niño y la otra mitad para la madre que lo dejaba en el Instituto]. Hoy en día en el mundo hay muchos niños que idealmente tienen la mitad de la medalla. Están solos. Las víctimas de la guerra, las víctimas de la migración, los niños no acompañados, las víctimas del hambre. Niños con media medalla. ¿Y quién tiene la otra mitad? La Madre Iglesia. Tenemos la otra mitad. Necesitamos reflexionar y hacer que la gente entienda que somos responsables de esta otra mitad y ayudar a hacer de hoy otra “casa de los inocentes”, más global, con la actitud de adopción. Muchas veces hay personas que quieren adoptar niños, pero hay una burocracia tan grande: cuando no está de por medio la corrupción en el medio, pagas y … Pero ayudadme en esto: a sembrar conciencia de que tenemos la otra mitad de la medalla de ese niño. Muchas, muchas familias que no tienen hijos y ciertamente tendrían el deseo de tener uno con la adopción: seguir adelante, crear una cultura de adopción porque los niños abandonados, solos, víctimas de la guerra, etc., son tantos; que la gente aprenda a mirar esa mitad y diga: “Yo también tengo otra”. Os  pido que trabajéis en esto. Y gracias.
Discurso entregado por el Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas,
Os  doy la bienvenida a todos vosotros, dirigentes y operadores del  Instituto de los Inocentes, y a vosotros, niños y niñas, que sois los protagonistas de esta institución que  desde hace seiscientos años  acoge, asiste y promueve  a  la infancia de los niños durante. Cuando vine a Florencia, en 2015, para la V Conferencia Eclesial Nacional, hablando de la belleza de la ciudad, no pude evitar recordar que gran parte de esa belleza se puso al servicio de la caridad, y mencioné el “Hospital de los Inocentes”, como ejemplo. Recordé que“ “una de las primeras arquitecturas renacentistas se creó para el servicio de los niños abandonados y de las madres desesperadas” (Discurso a la conferencia eclesial de Florencia, 10 de noviembre de 2015).
El Instituto de los Inocentes con sus seis siglos de historia  – una historia que no ha terminado, sino que mira hacia el futuro.- nos habla de una ciudad que se ha esforzado por dar la bienvenida a los niños, para que ya no pudieran llamarse “abandonados” sino bienvenidos, confiados al amor y al cuidado de la comunidad”. La de los Inocentes es una historia que tiene mucho que enseñarnos.En su origen está la generosidad de un rico banquero, Francesco Datini, que donó la cantidad con la que fue posible iniciar las obras. También hoy, la responsabilidad social y ética del mundo de las finanzas es un valor indispensable para construir una sociedad más justa y solidaria. El otro elemento sorprendente de esta historia es que el proyecto fue confiado a Filippo Brunelleschi, el arquitecto más importante de la época, que en ese momento estaba trabajando en una obra maestra que aún hoy asombra al mundo: la cúpula de la Catedral de Santa María del Fiore. Para que la misma belleza que se dedica a la casa del Señor se dedicase también a la casa de los niños menos afortunados. Porque a los niños necesitados de acogida  no bastaba con darles la leche de las nodrizas, se deseaba además que crecieran en un ambiente lo más hermoso posible.
Desde hace  seiscientos años, el Instituto de los Inocentes se ha preocupado de ofrecer a sus niños y niñas todo lo  necesario para crecer de manera digna. Esta es una verdad que hoy se debe decir con fuerza: a los pobres, a las criaturas frágiles, a los que viven en las periferias, debemos ofrecer lo mejor que tenemos. Y entre las personas más frágiles que tenemos que cuidar, ciertamente hay muchos niños rechazados, privados de su infancia y de su futuro; menores que se enfrentan a viajes desesperados para escapar del hambre o la guerra. Niños que no ven la luz porque sus madres sufren condicionamientos económicos, sociales, culturales que los empujan a renunciar a ese maravilloso regalo que es el nacimiento de un niño. ¡Cuánto necesitamos una cultura que reconozca el valor de la vida, especialmente la débil, la amenazada, la ofendida y, en lugar de pensar en dejarla de lado, en  excluirlo con muros y cierres, se preocupe por ofrecer cuidado y belleza! Y una cultura que reconozca en todos los rostros, incluso el más pequeño, el rostro de Jesús: “Quien recibe a un niño en mi nombre, me recibe a mí” (Mt 18, 5).
El Instituto de los  Inocentes es un lugar de historia, pero también de historias: historias más pequeñas, pero igualmente fascinantes. Estas son las historias de los cientos de miles de niños que han pasado entre esas paredes. Siempre hablando en la Conferencia de Florencia, también me referí a un aspecto particular: el hecho de que las madres a menudo dejaban, junto con los recién nacidos, una  medalla rota por la mitad, con la que esperaban, al presentar la otra mitad, poder reconocer a sus hijos en tiempos mejores «Aquí —dije—, debemos imaginar que nuestros pobres tengan una medalla rota. Nosotros tenemos la otra mitad. Porque la Madre Iglesia tiene en Italia la mitad de la medalla de todos y reconoce a todos sus niños abandonados, oprimidos y fatigados “.
Hoy el objetivo que debemos establecer, a diversos niveles de responsabilidad, es que ninguna madre se vea en la condición de abandonar a su hijo –terminó el Pontífice- Pero también debemos asegurarnos de que, ante cualquier evento, incluso trágico, que pueda separar a un niño o una niña de sus padres, existan estructuras e itinerarios de acogida en los que la infancia siempre esté protegida y cuidada, de la única manera digna: dar a los niños lo mejor que podemos ofrecerles Recordando las palabras de Jesús que nos invita a todos a ser como vosotros, como niños, para poder entrar en el Reino de los Cielos.
Esto es lo que el Instituto de los Inocentes nos enseña con su historia centenaria con las miles de historias que ha recibido, y con las historias que vosotros y los niños de hoy también cuentan con sus rostros sonrientes y alegres. Y esto es lo que agradezco a los dirigentes, los operadores y todos aquellos que contribuyen a llevar a cabo las diversas actividades del Instituto de Inocencio de los Inocentes. Os lo agradezco y os invito a continuar vuestro servicio con competencia y ternura, profesionalismo y dedicación. Rezo por esto y os bendigo. Y os pido que por favor recéis por mí.

5/24/19

“Una sola familia humana, una casa común”

21ª Asamblea General de Caritas Internationalis

Del 23 al 28 de mayo
Cada cuatro años, la confederación de Caritas se reúne en Roma para revisar su evolución y sus políticas, elegir a los responsables y discutir y tomar decisiones clave para su futuro.
Este jueves, 23 de mayo de 2019, a las 11:30 horas, han presentado el tema de la 21ª Asamblea General el Cardenal Luis Tagle, arzobispo de Manila (Filipinas) y presidente de Caritas Internationalis; Michel Roy, Secretario General de Caritas Internationalis, y Maria José Alexander, Directora de Caritas Somalia representante de las mujeres y los jóvenes en este encuentro, siendo la delegado nacional más joven de la organización.
Los temas sobre los que trabajarán en esta Asamblea, que congrega a 164 delegados de Caritas en el Vaticano hasta el próximo 28 de mayo, son la migración, la proliferación de los conflictos y el desastre medioambiental, entre otros, con el objetivo de actuar “juntos urgentemente contra estos problemas como una sola familia humana con una casa común”, han explicado.
“Experiencia viva”
El Cardenal Tagle ha destacado que el encuentro busca ser una “afirmación de la experiencia viva de la Caritas, una afirmación del Evangelio, una afirmación de la Doctrina Social de la Iglesia, un tema vivo, que nosotros debemos celebrar, y profundizar”, y ha subrayado la importancia de los jóvenes en la vida de la Iglesia y en el cuidado de la casa común.
Por su parte, Michel Roy, Secretario General de Caritas Internationalis durante 8 años dejará el cargo ante la inminente elección del nuevo secretario general, puesto al que optan 3 candidatos: una mujer y dos hombres. También se elegirá tesorero para la organización internacional, y el Cardenal Tagle renovará su mandato para otros 4 años como director general.
Foro de mujeres
Un día antes del comienzo de la Asamblea General, el 22 de mayo, tuvo lugar el nuevo Foro de las Mujeres de Caritas y el Foro de los Jóvenes de Caritas, por primera vez en este ámbito. El objetivo de esta convocatoria es debatir sobre un rol más visible de la mujer y de los jóvenes dentro de la estructura principal de Caritas Internationalis, especialmente en los puestos de liderazgo y espacios de toma de decisiones.
Dimensión espiritual
El Santo Padre presidió la Eucaristía con la que se inaugura esta Asamblea General, en la Basílica de San Pedro, a la que están invitados todos los delegados, además de que cada una de las regiones de la confederación de Caritas también preparará y celebrará la Eucaristía. Habrá estampas de oración con el tema específico de esta Asamblea General: “Una sola familia humana, una casa común”. 
Homilía del Papa
El Santo Padre ha celebrado la Misa el jueves de la quinta semana de Pascua, el 23 de mayo de 2019, en el altar de la Cátedra de San Pedro de la Basílica Vaticana, con motivo de la inauguración de la 21ª Asamblea General de Caritas Internationalis sobre el tema: “Una sola familia humana, una casa común“, que está inspirada en la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco. La Asamblea tendrá lugar en Roma del 23 al 28 de mayo.
Evangelio, “nuestro programa de vida”
Contra “la tentación de la eficiencia, pensar que a la Iglesia le va bien si tiene todo bajo su control, si vive sin conmociones, con una agenda siempre en orden”, ha dicho el Pontífice, Jesús envía el Espíritu. Santo que “no viene trayendo el orden del día” sino que “viene como un fuego”. Y ha agregado: “La fe no es una hoja de ruta, sino un ‘Camino'”. Jesús mismo vivió “en el camino”. En una palabra, “nuestro programa de vida” es el Evangelio.
Francisco destacó “tres elementos esenciales para la Iglesia en el camino: la humildad de escuchar, el carisma de estar juntos y el valor de la renuncia”. La renuncia, porque “para seguir al Señor, tienes que caminar rápido y caminar rápido, tienes que aliviar, incluso si cuesta”. Y de manera similar, para anunciar “de manera transparente y creíble” que Dios es amor, el Papa explicó que “las convicciones y tradiciones humanas que son obstáculos en lugar de ayuda, pueden y deben dejarse atrás”.
Las intenciones de la oración universal se han expresado en español, inglés, francés e italiano: para obtener verdadera caridad, para gobernantes solidarios, para voluntarios, para los pobres.
Cada mañana, el Presidente de Caritas Internationalis, el Cardenal Luis Antonio Tagle, dirige una reflexión diaria con los delegados.
Mosaico “Compartiendo el viaje”
Al final de la conferencia, el cardenal Tagle ha pegado una fotografía de su bisabuelo (el padre de su abuelo), un niño migrante en el collage interactivo de fotos de migrantes y refugiados pasados y presentes, líderes y personas asociadas con la migración, titulado “El futuro lo hacemos nosotros así que Compartamos el Viaje”.
Se trata de un mosaico elaborado para la campaña mundial de Caritas “Compartiendo el viaje”, hecho por el artista romano Stefano Maria Girardi. Esta creación artística de tres metros altura representa a los migrantes y refugiados, “haciéndonos reflexionar sobe cómo, aun siendo todos muy diferentes como individuos, compartimos una humanidad común”, explican los organizadores.
La joven representada llamada Nasrin trabaja para Caritas Bangladesh, creando espacios seguros para los niños, en un campamento en que se han refugiado familias rohingya. Nasrin simboliza la ternura, la tenacidad y el amor concreto que la gente de Caritas muestra a los inmigrantes, los refugiados, los pobres y marginados, en muchos países del mundo. Representa el enorme poder que se encarna en el servicio y la solidaridad a nivel individual y global, en mundo de hoy.