Fernando del Castillo y Nieves Tomillo
Lo que comenzó como un proyecto de acompañamiento a madres solteras y enfermos de sida, se ha convertido hoy en una formación de vida para niños, jóvenes y adultos en cualquier situación
Fernando del Castillo conoció a Nieves Tomillo en noviembre de 1991, en un congreso sobre familia organizado en Roma. En ese momento, san Juan Pablo II convocó a líderes de todos los países dedicados al tema de la familia y de la vida e instó a dedicarse a tiempo completo a la tarea de cuidar la familia y la vida mediante testimonios, charlas y cursos.
Por eso Fernando (licenciado en Filosofía y Letras y Máster en Terapia de pareja y familia), dejó su trabajo como profesor en un instituto. Nieves (Licenciada en Filosofía y Letras y Letras y en Psicopedagogía), que entonces trabajaba en la Comunidad Europea en Bruselas, volvió también a España después de dejar su puesto. “Empezamos a reunirnos como asociación de la mano de Alfonso López Quintás, pedagogo y profesor. Nuestra oficina era una cafetería y comenzamos por la parte asistencial, es decir, acompañar a madres solteras y enfermos de sida”, cuenta Fernando. “Era algo totalmente vocacional, compartíamos lo nuestro, nuestros conocimientos, nuestro tiempo, nuestro ser y con la antropología de López Quintás empezamos a dar charlas a jóvenes, mayores y profesores. El boca a boca fue lo que nos dio a conocer en distintos colegios y parroquias”, continúa el profesor.
¿Por qué no os conocí antes?
Un punto de inflexión lo supuso el viaje que realizaron a Sevilla, invitados por las religiosas Adoratrices a su casa de acogida para hablar a las mujeres que estaban allí. Fue en el año 1992, poco después de comenzar esta aventura. Ellos hablaron de su vivencia del noviazgo, del amor humano. “¿Por qué esto no me lo habían contado antes?”, es la pregunta que le hizo una joven. Estaba saliendo de las drogas después de prostituirse para conseguirlas y, tras meterse en una reyerta, cometer un crimen de homicidio. A su salida de la casa de acogida se enfrentaría a varios años de cárcel. En ese momento Fernando y Nieves se dieron cuenta de que, además de acompañar a madres solteras y enfermos de sida, era necesario prevenir y hacer lo posible para evitar que los jóvenes de ese momento fueran los enfermos y madres solteras del futuro. “Con aquella anécdota vimos que había que ir a la gente joven antes de que se metiera en campos de prostitución y así empezamos, contando nuestro propio testimonio, cómo nosotros veíamos que era el amor humano”, recuerda Fernando. Y poco después, surgieron los talleres de educación afectivo-sexual. Estos fueron los comienzos de lo que hoy es la Fundación Solidaridad Humana.
Un tabú
En los años 1992-1993 hablar abiertamente de sexualidad no era frecuente. Sin embargo, y viendo la necesidad de responder a campañas publicitarias que animaban a los jóvenes a utilizar métodos anticonceptivos (intentando así que no hubiera embarazos precoces, pero consiguiendo lo contrario), Nieves y Fernando comenzaron a hablar sobre la sexualidad ordenada y bien vivida. Ya no solo a jóvenes, también a padres, a profesores e incluso a sacerdotes. Entraron así en la Subcomisión de familia de la Conferencia Episcopal (donde han estado 12 años) y hablaron también a los obispos.
Dando charlas en colegios y en grupos de jóvenes en parroquias, se daban cuenta de que los chavales de 14 y 15 años quedaban impactados por su testimonio porque les hacía reflexionar y ver que la solución no era el preservativo. “Empezamos con los jóvenes pero enseguida nos dirigimos también a padres y profesores porque vimos que si no el mensaje era inconsistente en el tiempo”, explica Fernando. “También nos pusimos a dar formación en seminarios y noviciados”, porque este es un área de la vida que afecta y abarca a todos.
Para todos
“Hemos llegado a muchos miles de personas: hemos intervenido ante 14.000 alumnos al año, y con nuestras publicaciones hemos alcanzado mucha más gente, y por nuestros cursos han pasado miles de personas”, es el balance que hace Fernando después de 27 años de andadura.
Dentro de su programación hay talleres para todas las edades y todas las situaciones. El acompañamiento en cualquier etapa de la vida que lo requiera, es fundamental. Así por ejemplo, el Curso de Amor Humano va dirigido a parejas de novios o matrimonios, “porque la vida en pareja no es fácil y porque cuando el matrimonio no va a una, empiezan las humedades y las grietas. La parte afecta al todo, si el matrimonio no está bien, los hijos lo notan y lo sufren”. Después, existen también talleres para saber cómo hablar a los hijos sobre sexualidad, para hacerlo bien y que no se adelante “la pornografía o un ‘experto’ que les pueda confundir”.
Recibir mucho más
Para Fernando, también como hombre casado y padre de familia, la Fundación “ha sido de muchísima ayuda. Puedo decir que recibo más de lo que doy, porque al dedicarte a esto experimentas mucho en cabeza ajena y estás viendo cosas que te pasan a ti y que me dan una lección de vida. A mí me ha ayudado mucho en mi familia a expresarme, a abrir el corazón, a vivir una sexualidad sana y a muchísimas cosas más”. Para participar en los cursos y talleres de la fundación, obtener más información y ver sus publicaciones, pueden entrar en su página web.