Doctor Justo Aznar
Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia
La reiterada difusión en los medios de comunicación y redes sociales de accidentes tromboembólicos en personas que han sido vacunadas contra la COVID-19 con la vacuna de AstraZeneca, ha creado un temor, seguramente injustificado, a utilizarla. Por ello, nos parece que puede ser de interés reflexionar sobre ese tema.
1. Reiteradamente se han publicado casos puntuales de accidentes tromboembólicos en personas que han sido vacunadas con la vacuna de AstraZeneca. Aunque han sido puntuales, al publicarlos sin que hayan sido acompañados de una evaluación médica adecuada, ello ha podido inducir a muchas personas a pensar que existe un elevado riesgo de sufrir uno de estos accidentes tras la administración de la vacuna, y como consecuencia, a llevar a un grupo amplio de población a rechazarla, lo que nos parece que médicamente no está justificado.
2. La incidencia de accidentes tromboembólicos en los vacunados por AstraZeneca, aunque no está médicamente bien determinada, oscila alrededor del 0,00006%, pues tras vacunarse en el Reino Unido 18 millones de personas se han detectado 30 accidentes, de los cuales fallecieron 7 pacientes. Sin embargo, la incidencia de problemas tromboembólicos en las personas que se infectan por el SARS-CoV-2 y que posteriormente desarrollan la COVID-19, oscila entre el 14% y el 17%. Es decir, muy superior al riesgo de accidentes tromboembólicos tras la vacunación.
3. Por otro lado, está médicamente comprobado que existen personas o grupos de población que tienen mayor riesgo de sufrir accidentes tromboembólicos, tanto en situaciones que se pueden catalogar como fisiológicas, como por ejemplo el embarazo, o por tratamientos específicos, como pueden ser los contraceptivos hormonales o la terapia hormonal sustitutiva en mujeres menopáusicas. También tras traumatismos graves, y sobre todo en personas que son portadoras de algún factor genético que las predisponga a problemas tromboembólicos.
4. Por otro lado, es sabido que existen circunstancias transitorias en las que el peligro de contagio por el SARS-CoV-2 está aumentado, como ocurre con los profesionales sanitarios que desarrollan su labor en unidades hospitalarias con pacientes COVID-19, los cuidadores que trabajan en residencias de ancianos, y también, todos aquellos profesionales cuyo trabajo requiere una relación social mantenida en el tiempo con muchas personas.
5. A la vista de todo ello, somos de la opinión que todas aquellas personas no incluidas en los grupos de riesgo anteriormente referidos, pueden vacunarse con AstraZeneca sin mayor temor, pues como ya se ha comentado, los beneficios de la vacunación son muy superiores a los riesgos que pueden derivarse de la misma. Sin embargo, las personas incluidas en el apartado tres sí que deberían posponer su vacunación hasta que el riesgo haya desaparecido y si, por alguna razón, es necesario vacunarse, hacerlo con una vacuna mRNA, pues tras la vacunación con estas últimas no se han detectado casos de tromboembolismo.
Adicionalmente a ello, aquellas personas portadoras de un factor de riesgo tromboembólico congénito deberían consultar con un médico especializado antes de vacunarse.
6. Las personas incluidas en el apartado 4, que son las que tienen mayor riesgo de contagio, sí que deberían vacunarse.
7. Por último, creemos de interés señalar que se acaba de publicar un trabajo en el que, al parecer, se detecta una posible causa de los accidentes tromboembólicos en los pacientes vacunados con AstraZeneca, al comprobarse que estos desarrollan un cuadro parecido a la trombocitopenia inducida por la heparina, aunque con un perfil serológico diferente. Si esto se confirma, se podría abrir una esperanzadora posibilidad de tratar a los pacientes con problemas tromboembólicos secundarios a algunas vacunas contra la COVID-19.
Fuente: Exaudi.org