Homilía del Papa en las Ordenaciones
Queridísimos hermanos, estos nuestros hijos han sido llamados al orden del presbiterado. Pensemos atentamente en el ministerio al que serán elevados en la Iglesia.
Como bien sabéis, hermanos, el Señor Jesús es el único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, pero en Él todo el pueblo de Dios también ha sido constituido pueblo sacerdotal. Sin embargo, entre todos sus discípulos, el Señor Jesús quiere elegir a algunos en particular, para que ejerciendo públicamente en la Iglesia, en su nombre, la función sacerdotal a favor de todos los hombres, continuasen su misión personal de maestro, sacerdote y pastor.
Después de una madura reflexión, ahora estamos a punto de elevar al orden de los presbíteros a estos hermanos, para que al servicio de Cristo, Maestro, Sacerdote, Pastor, cooperen en edificar el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, en pueblo de Dios y Templo santo del Espíritu.
En cuanto a vosotros, hijos queridísimos, que vais a ser promovidos al orden del presbiterado, considerad que en el ejercicio del ministerio de la doctrina sagrada, participáis en la misión de Cristo, el único Maestro. Seréis pastores como Él, eso es lo que quiere de vosotros. Pastores. Pastores del santo pueblo fiel de Dios. Pastores que van con el pueblo de Dios: a veces delante del rebaño, a veces en medio o detrás, pero siempre ahí, con el pueblo de Dios.
Antes −en el lenguaje de la época− se hablaba de la “carrera eclesiástica”, que no tenía el mismo significado que tiene hoy. Esto no es una “carrera”: es un servicio, un servicio como el que hizo Dios a su pueblo. Y este servicio de Dios a su pueblo tiene “rasgos”, tiene un estilo, un estilo que debéis seguir. Estilo de cercanía, estilo de compasión y estilo de ternura. Ese es el estilo de Dios. Cercanía, compasión, ternura.
La cercanía. Las cuatro cercanías del cura, son cuatro. Cercanía con Dios en la oración, en los Sacramentos, en la Misa. Hablar con el Señor, estar cerca del Señor. Él se hizo cercano a nosotros en su Hijo. Toda la historia de su Hijo. También ha estado cerca de vosotros, de cada uno, en el camino de vuestra vida hasta este momento. Incluso en los momentos feos del pecado, estaba allí. Cercanía. Sed cercanos al santo pueblo fiel de Dios. Pero ante todo cercanos a Dios, con la oración. Un sacerdote que no reza lentamente apaga el fuego del Espíritu por dentro. Cercanía a Dios.
Segundo: cercanía al Obispo, y en este caso al “Vice obispo”. Estar cerca, porque en el Obispo tendréis la unidad. Vosotros sois, no quiero decir servidores −sois servidores de Dios− pero colaboradores del Obispo. Cercanía. Recuerdo una vez, hace mucho tiempo, un sacerdote que tuvo la desgracia −digamos así− de cometer un “resbalón”… Lo primero que se me ocurrió fue llamar al Obispo. Hasta en los momentos feos llama al Obispo para estar cerca de él. Cercanía a Dios en la oración, cercanía al Obispo. “Pero este Obispo no me gusta…”. Pero es tu padre. “Pero este Obispo me trata mal…”. Sé humilde, ve al Obispo.
Tercero: cercanía entre vosotros. Y yo os sugiero un propósito para este día: nunca hablar mal de un hermano sacerdote. Si tenéis algo contra otro, sed hombres, tened pantalones: id allí, y decídselo a la cara. “Pero es que es algo muy feo… no sé cómo se lo tomará…”. Ve al Obispo, que te ayuda. Pero nunca jamás criticar. No seáis chismosos. No caigáis en la murmuración. Unidad entre vosotros: en el Consejo presbiteral, en las comisiones, en el trabajo. Cercanía entre vosotros y con el Obispo.
Y cuarto: para mí, después de Dios, la cercanía más importante es al santo pueblo fiel de Dios. Ninguno de vosotros ha estudiado para ser sacerdote. Habéis estudiado las ciencias eclesiásticas, como la Iglesia dice que se debe hacer. Pero habéis sido elegidos, tomados del pueblo de Dios. El Señor decía a David: “Yo te he tomado de detrás del rebaño”. No olvidéis de dónde venís: de vuestra familia, de vuestro pueblo… No perdáis el olfato del pueblo de Dios. Pablo decía a Timoteo: “Acuérdate de tu madre, de tu abuela…”. Sí, de dónde vienes. Y aquel pueblo de Dios… El autor de la Carta a los Hebreos dice: “Acordaos de los que os han introducido en la fe”. ¡Sacerdotes de pueblo, no clérigos de Estado!
Las cuatro cercanías del cura: cercanía con Dios, cercanía con el Obispo, cercanía entre vosotros, cercanía con el pueblo de Dios. El estilo de la cercanía que es el estilo de Dios. Pero el estilo de Dios es también un estilo de compasión y de ternura. No cerréis el corazón a los problemas. ¡Y tendréis muchos! Cuando la gente viene a contaros sus problemas y ser acompañada, perded tiempo escuchando y consolando. La compasión, que te lleva al perdón, a la misericordia. Por favor: sed misericordiosos, sed perdonadores. Porque Dios perdona todo, no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Cercanía y compasión. Pero compasión tierna, con esa ternura de familia, de hermanos, de padre… con esa ternura que te hace sentir que estás en la casa de Dios. Os deseo este estilo, este estilo que es el estilo de Dios.
Y luego, os apuntaba algo en la sacristía, pero quería decirla aquí ante el pueblo de Dios. Por favor, alejaos de la vanidad, del orgullo del dinero. El diablo entra “por los bolsillos”. Pensad esto. Sed pobres, como pobre es el santo pueblo fiel de Dios. Pobres que aman a los pobres. No seáis “trepas”. La “carrera eclesiástica”… Porque luego te vuelves funcionario, y cuando un sacerdote empieza a hacer de empresario, ya sea de la parroquia o del colegio…, sea donde sea, pierde esa cercanía al pueblo, pierde esa pobreza que lo hace semejante a Cristo pobre y crucificado, y se vuelve empresario, el sacerdote empresario y no el servidor. He oído una historia que me ha perturbado. Un sacerdote muy inteligente, muy práctico, muy capaz, que administraba muchas cosas, pero tenía el corazón apegado a aquel encargo, un día, porque vio que uno de sus empleados, un anciano, había cometido un error, le gritó y lo despidió. Y aquel anciano murió por eso. Aquel hombre había sido ordenado sacerdote, y acabó como un empresario despiadado. Tened esta imagen siempre, tened siempre esta imagen. Pastores cercanos a Dios, al Obispo, entre vosotros, y al pueblo de Dios. Pastores: servidores como pastores, no empresarios. Y alejaos del dinero.
Y luego, acordaos que es bonita esta senda de las cuatro cercanías, esta senda de ser pastores, porque Jesús consuela a los pastores, porque Él es el Buen Pastor. Y buscad consuelo en Jesús, buscad consuelo en la Virgen £no olvidéis a la Madre−, buscad siempre consuelo allí: ser consolados desde ahí.
Y llevad las cruces −las habrá en nuestra vida− en las manos de Jesús y de la Virgen. Y no tengáis miedo, no temáis. Si estáis cercanos al Señor, al Obispo, entre vosotros, y al pueblo de Dios, si tenéis el estilo de Dios −cercanía, compasión y ternura− no tengáis miedo, que todo irá bien.