Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo
Migraciones, libertad religiosa y recursos naturales
Proposición 26
Las elecciones
Los ciudadanos expresan libremente con su voto su elección política. Así las elecciones democráticas representan el signo del legítimo ejercicio del poder en África. La falta de respeto de la Constitución nacional, de la ley, de los derechos humanos, del veredicto de las urnas donde las elecciones hayan sido libres, imparciales y transparentes, no es aceptable en ningún caso.
Así, los Padres Sinodales invitan a las Iglesias locales a sensibilizar a los candidatos a las diversas elecciones para que respeten las reglas del juego (transparencia electoral, respeto del propio adversario político, la Constitución, el voto y la imparcialidad de los distintos observadores y la aceptación de la derrota legítima), y a contribuir a través de las Comisiones “Justicia y Paz” a la supervisión de las elecciones, para que sean libres, imparciales, transparentes y seguras para nosotros. Al animar a todos los cristianos a tomar parte en la vida política, la Iglesia, en su misión profética, seguirá expresándose contra los abusos electorales y todas las formas de embrollo en la conducción de las elecciones.
Los jefes religiosos están invitados en conservar la imparcialidad y en ningún caso estos deben tomar posiciones de parte. Deberían ser la voz crítica, objetiva y realista de quien no tiene voz, sin comprometer su imparcialidad.
Proposición 27
Libertad religiosa
La libertad religiosa (que presupone la posibilidad de profesar la propia fe privada y públicamente) y la libertad de la propia búsqueda de Dios como Creador y Salvador, son derechos humanos fundamentales.
Por ello los Padres sinodales recomiendan que todas las naciones de África reconozcan y protejan la libertad religiosa y la libertad de culto, extirpando todas las formas de intolerancia, persecución y fundamentalismo religioso. Piden también la restitución de iglesias, de propiedades eclesiásticas y de propiedades de otras instituciones religiosas confiscadas en algunas naciones.
Proposición 28
Migrantes y refugiados
En el continente africano hay cerca de quince millones de migrantes que buscan una patria y un lugar de paz. El fenómeno de este éxodo revela el aspecto de las injusticias y crisis socio-políticas de algunas áreas de África. Miles han intentado, e intentan aún, atravesar desiertos y mares para alcanzar “pastos más verdes”, donde creen que recibirán una instrucción mejor, que ganarán más dinero y, en algunos casos, que gozarán de mayor libertad. Por desgracia este fenómeno afecta a muchas naciones del continente. Aún hoy, muchos refugiados languidecen en prisión, centenares han muerto.
Esta situación precaria para tantos extranjeros debería ser vencida por la solidaridad de cada uno; en cambio ésta causa mucho miedo y ansiedad. Muchos consideran a los inmigrantes una carga y los miran con sospecha, considerándoles un peligro y una amenaza. Todo esto trae a menudo expresiones de intolerancia, xenofobia y racismo.
Entre algunas cuestiones recientes y preocupantes, hay una legislación que penaliza todos los ingresos clandestinos en las naciones extranjeras, y consulados y policía de frontera que discrimina en los aeropuertos a los pasajeros africanos.
Ciertamente las migraciones dentro y fuera del continente son un drama con muchas dimensiones, que afecta a todos los países, creando desestabilización, la destrucción de familias y una pérdida del capital humano de África.
Los Padres sinodales creen ante todo que las políticas y las leyes migratorias restrictivas del mundo contra los africanos violan cada vez más el principio del destino universal de los bienes creados y las enseñanzas de la Iglesia sobre los derechos humanos, sobre la libertad de movimiento y sobre los derechos de los trabajadores migrantes.
El Sínodo por tanto está convencido de que es necesario y urgente:
- pedir a los gobiernos que apliquen la ley internacional sobre migraciones de forma justa y conveniente sin discriminar a los pasajeros africanos;
- proporcionar un cuidado pastoral especial a los sectores vulnerables de la población africana, en un esfuerzo conjunto entre las Iglesias de origen y las Iglesias hospedantes, para ampliar el cuidado pastoral a los migrantes;
- propugnar un tratamiento justo de los refugiados en cooperación con el Consejo Pontificio para los Migrantes e Itinerantes, la Comisión Internacional Católica para las Migraciones y las Comisiones para la Justicia y la Paz a todos los niveles de la Iglesia;
- establecer oficinas o “Comisiones” para el Movimiento de los Pueblos en los secretariados de las Conferencias Episcopales, encargados de trabajar juntos y con el Consejo Pontificio para los Migrantes e Itinerantes;
- desarrollar programas de cuidado pastoral para los migrantes y sus familias.
El Sínodo invita también a los gobiernos africanos a crear un clima de seguridad y de libertad para llevar a cabo programas de desarrollo y de creación de trabajo, disuadiendo así a sus ciudadanos a dejar su hogar convirtiéndose en refugiados, y tomando iniciativas que animen a los refugiados a volver, con programas de acogida para ellos.
Proposición 29
Recursos naturales
La tierra es un precioso don de Dios a la humanidad. Los Padres Sinodales dan gracias a Dios por los abundantes y ricos recursos naturales de África.
Pero afirman que los pueblos de África, en lugar de gozar de ellos como una bendición y fuente de desarrollo real, son víctimas de una mala gestión pública por parte de las autoridades locales y de la explotación por parte de poderes extranjeros.
Hoy existe una estrecha conexión entre la explotación de los recursos naturales, el tráfico de armas y la inseguridad deliberadamente mantenida.
Algunas sociedades multinacionales explotan los recursos naturales de las naciones africanas a menudo sin interesarse por sus poblaciones ni respetar el medio ambiente, con la complicidad de muchas personas privilegiadas del lugar.
Los padres Sinodales condenan la cultura del consumismo que es devastadora e invocan la cultura de la moderación. El Sínodo hace un llamamiento a la comunidad internacional para que se respalden fórmulas de legislación nacional e internacional para una justa redistribución de las rentas producidas por los recursos naturales en beneficio de las poblaciones locales, para asegurar una gestión legal en ventaja de las naciones propietarias de tales recursos, impidiendo al mismo tiempo la explotación ilegal. El Sínodo propone también dirigirse al sistema económico global, que sigue teniendo al margen a África.
Nosotros recomendamos con urgencia a la Iglesia-Familia de Dios en África para que haga presión sobre nuestros gobiernos para que adopten un cuadro jurídico aceptable que tenga en cuenta los intereses de nuestras naciones y poblaciones.
Pedimos a las instituciones de la Iglesia que operan en estas sociedades para que presionen con el fin de conseguir que esas poblaciones gestionen por sí mismas sus recursos naturales.
Por su parte la Iglesia intentará instituir en las diversas naciones del continente una mesa de seguimiento de la gestión de los recursos naturales.
Proposición 30
La tierra y el agua
Dado que grandes extensiones de terreno fértil y de recursos hídricos son explotados sin escrúpulo por inversores extranjeros y locales en muchos países africanos, causando el traslado y la privación de personas pobres y de sus comunidades a menudo impotentes para oponerse a este “asalto”, este Sínodo invita urgentemente a todos los gobiernos a asegurarse de que sus ciudadanos sean protegidos contra la exclusión injusta de su propia tierra y del acceso al agua, que son bienes esenciales de la persona humana.
Los Padres sinodales recomiendan vivamente que:
- la Iglesia en África se informe y aprenda sobre a los problemas sobre la tierra y el agua en las Iglesias locales, para educar al Pueblo de Dios y hacerlo capaz de responder a decisiones injustas al respecto;
- todas las negociaciones para contratos sobre la tierra deben llevarse a cabo con plena transparencia y con la participación de las comunidades locales que podrían resultar afectadas;
- los acuerdos para la expropiación de tierras no deben ser contratados ni firmados sin previo consenso, libre y consciente de las comunidades locales implicadas, y la gente no debe perder su propia tierra sin una compensación apropiada;
- los agricultores tengan garantizado un salario decente a la luz del hecho de que las inversiones promueven la creación de empleo;
- los modelos de producción agrícola respeten el ambiente y no contribuyan al cambio climático, al empobrecimiento del terreno y al agotamiento de las reservas de agua potable;
- la producción del alimento para la exportación no ponga en peligro la seguridad y la propiedad del alimento, ni as necesidades de las futuras generaciones;
- los derechos tradicionales a la tierra sean respetados y reconocidos por la ley; y
el agua no sea explotada como un producto económico privado sin la debida atención a los intereses de la gente.
Proposición 31
La globalización y la ayuda internacional
La Iglesia en África debería ser consciente de la ambigüedad de la globalización y de sus consecuencias. Debe estar preparada para responder a los desafíos que la globalización implica y afrontar las responsabilidades que derivan de ella. La mejor globalización debe ser una globalización de la solidaridad.
La globalización de la solidaridad a veces asume la forma de ayuda internacional a través de las agencias que actúan a nivel mundial. Desafortunadamente esta ayuda no siempre llega a las personas a las que está destinado, o a veces llega en condiciones que no reflejan las necesidades de la gente.
Los Padres sinodales reclaman a los gobiernos africanos y a las agencias intermediarias una mayor responsabilidad y una administración transparente de la solidaridad internacional, en el interés del bien común. Los Padres sinodales insisten en que estos valores sean apreciados y que las Iglesias locales sean reconocidas como agentes del desarrollo.
Proposición 32
Respeto por la diversidad étnica
La Iglesia, en servicio de la reconciliación, tiene la misión de reconciliar todas las cosas en Cristo (cf. 2Cor 5, 19). En el cumplimiento de su misión la Iglesia reconoce y respeta las ricas diversidades étnicas, culturales, políticas y religiosas de los pueblos africanos, buscando la unidad en la diversidad, más que en la uniformidad, prefiriendo lo que les unifica a lo que les divide y tomando de las diversidades los valores positivos como fuente de fuerza para alcanzar la concordia social, la paz y el progreso.
Proposición 33
Inculturación
Es necesario realizar un estudio completo sobre las tradiciones y las culturas africanas a la luz del Evangelio, para enriquecer la vida cristiana, para apartar esos aspectos que sean contrarios a las enseñanzas cristianas y para animar y sostener el trabajo de evangelización de los pueblos de África y de sus culturas.
La Iglesia en África experimenta un crecimiento constante en el número de sus miembros y de aquellos que sirven como clero. Con todo existe una incoherencia entre algunas prácticas culturales tradicionales africanas y lo que requiere el Evangelio.
Para poder ser pertinente y creíble, la Iglesia necesita realizar un discernimiento profundo, para identificar esos aspectos de la cultura que promueven y aquellos que impiden la inculturación de los valores evangélicos.
Por tanto el Sínodo propone:
- que se promuevan los valores culturales positivos y se inculquen en todas sus instituciones de enseñanza y educación;
- que se anime y promueva el trabajo de los teólogos auténticamente africanos;
- que los elementos positivos de las culturas tradicionales africanas se incorporen a los ritos de la Iglesia;
- que los agentes pastorales aprendan las lenguas y culturas locales, de modo que los valores del Evangelio puedan tocar el corazón de la gente, y la ayuden a una genuina reconciliación que lleve a una paz duradera;
- que los documentos del Magisterio se traduzcan en las lenguas locales;
- que se facilite el intercambio de documentos entre Conferencias Episcopales;
- que las reglas canónicas y litúrgicas respecto al ministerio del exorcismo se usen en un ministerio de compasión, justicia y caridad; y
- que se denuncie la simonía entre un cierto número de sacerdotes, que abusan de los sacramentos para salir al encuentro de los requerimientos de los fieles, a quienes les gustan los símbolos religiosos como el incienso, el agua bendita, el aceite de oliva, la sal, las velas, etc.
La enseñanza de la cultura condiciona el desarrollo integral de los individuos y grupos. Por tanto los africanos deberían promover la herencia cultural de su región. Deberían tener aprecio por ciertos valores y al mismo tiempo abrirlos a un encuentro con otras culturas, valores como el respeto por los ancianos y por las mujeres como madres; respeto por la solidaridad, la ayuda mutua y la hospitalidad, la unidad, el respeto por la vida, la honradez, la verdad y la palabra de honor.
III – PROMOTORES
A) Ecclesia
Proposición 34
Evangelización
Los Padres sinodales resaltan la urgencia y la necesidad de la evangelización, que es la misión y la verdadera identidad de la Iglesia (“Evangelii nuntiandi”, 14).
Los padres sinodales ponen en evidencia que esta evangelización consiste esencialmente en dar testimonio ante todo a través de la vida y después con la palabra (“Evangelii nuntiandi”, 21), en un espíritu de apertura a los demás, de respeto y de diálogo con ellos, ateniéndose a los valores del Evangelio.
Este Sínodo se dirige a la Iglesia-Familia de Dios en África para que sea testigo del servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz, como la “sal de la tierra” y la “luz del mundo”.
Proposición 35
Pequeñas comunidades cristianas / Comunidades eclesiales vivientes
El Sínodo renueva su apoyo a la promoción de las SCC / CEV, que edifican firmemente a la Iglesia-Familia de Dios en África. Las SCC / CEV, basadas en el compartir del evangelio, donde los cristianos se reúnen para celebrar la presencia del Señor en su vida y en medio de ellos, a través de la celebración de la Eucaristía, la lectura de la Palabra de Dios y el testimonio de su fe en el servicio amoroso entre ellos y en sus comunidades. Bajo la guía de sus pastores y catequistas intentan profundizar su fe y madurar en el testimonio cristiano viviendo experiencias concretas de fraternidad, maternidad, relación, amistad abierta, donde cada uno se cuida del otro. Esta familia de Dios se extiende más allá de los vínculos de la sangre, etnia, tribu, cultura y raza . De esta forma las SCC / CEV abren senderos de reconciliación con las familias extendidas, que tienen la tendencia a imponer a los núcleos de las familias cristianas sus maneras y costumbres sincretistas.
Proposición 36
Desafíos de los nuevos movimientos religiosos
A la luz de los retos lanzados por los nuevos movimientos religiosos (cultos, movimientos esotéricos, etc.), a las Iglesias locales se les pide que preparen nuevas formas de evangelización que afronten lo mejor posible los problemas actuales de los fieles.
También las parroquias deben promover en sus Pequeñas Comunidades Cristianas / Comunidades Eclesiales Vivientes (SCC / CEV) una vida fraterna de solidaridad. Los agentes de la actividad apostólica deben desarrollar un ministerio de escucha espiritual y de apoyo para asistir a los fieles en la vida de cada día conservando la fe.
Además el Sínodo recomienda que la catequesis conduzca a una genuina experiencia de conversión e incluya la formación a la perseverancia en la fe en tiempo de prueba (cf. Rm 5, 3-5) de la misma forma que la iniciación tradicional prepara a los jóvenes a afrontar todo tipo de situaciones. Debe ofrecerse a los fieles una profunda enseñanza bíblica y doctrinal. Los grupos de oración, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades deberían introducir también esta instancia en sus programas.
La globalización y la ayuda internacional
La Iglesia en África debería ser consciente de la ambigüedad de la globalización y de sus consecuencias. Debe estar preparada para responder a los desafíos que la globalización implica y afrontar las responsabilidades que derivan de ella. La mejor globalización debe ser una globalización de la solidaridad.
La globalización de la solidaridad a veces asume la forma de ayuda internacional a través de las agencias que actúan a nivel mundial. Desafortunadamente esta ayuda no siempre llega a las personas a las que está destinado, o a veces llega en condiciones que no reflejan las necesidades de la gente.
Los Padres sinodales reclaman a los gobiernos africanos y a las agencias intermediarias una mayor responsabilidad y una administración transparente de la solidaridad internacional, en el interés del bien común. Los Padres sinodales insisten en que estos valores sean apreciados y que las Iglesias locales sean reconocidas como agentes del desarrollo.
Proposición 32
Respeto por la diversidad étnica
La Iglesia, en servicio de la reconciliación, tiene la misión de reconciliar todas las cosas en Cristo (cf. 2Cor 5, 19). En el cumplimiento de su misión la Iglesia reconoce y respeta las ricas diversidades étnicas, culturales, políticas y religiosas de los pueblos africanos, buscando la unidad en la diversidad, más que en la uniformidad, prefiriendo lo que les unifica a lo que les divide y tomando de las diversidades los valores positivos como fuente de fuerza para alcanzar la concordia social, la paz y el progreso.
Proposición 33
Inculturación
Es necesario realizar un estudio completo sobre las tradiciones y las culturas africanas a la luz del Evangelio, para enriquecer la vida cristiana, para apartar esos aspectos que sean contrarios a las enseñanzas cristianas y para animar y sostener el trabajo de evangelización de los pueblos de África y de sus culturas.
La Iglesia en África experimenta un crecimiento constante en el número de sus miembros y de aquellos que sirven como clero. Con todo existe una incoherencia entre algunas prácticas culturales tradicionales africanas y lo que requiere el Evangelio.
Para poder ser pertinente y creíble, la Iglesia necesita realizar un discernimiento profundo, para identificar esos aspectos de la cultura que promueven y aquellos que impiden la inculturación de los valores evangélicos.
Por tanto el Sínodo propone:
- que se promuevan los valores culturales positivos y se inculquen en todas sus instituciones de enseñanza y educación;
- que se anime y promueva el trabajo de los teólogos auténticamente africanos;
- que los elementos positivos de las culturas tradicionales africanas se incorporen a los ritos de la Iglesia;
- que los agentes pastorales aprendan las lenguas y culturas locales, de modo que los valores del Evangelio puedan tocar el corazón de la gente, y la ayuden a una genuina reconciliación que lleve a una paz duradera;
- que los documentos del Magisterio se traduzcan en las lenguas locales;
- que se facilite el intercambio de documentos entre Conferencias Episcopales;
- que las reglas canónicas y litúrgicas respecto al ministerio del exorcismo se usen en un ministerio de compasión, justicia y caridad; y
- que se denuncie la simonía entre un cierto número de sacerdotes, que abusan de los sacramentos para salir al encuentro de los requerimientos de los fieles, a quienes les gustan los símbolos religiosos como el incienso, el agua bendita, el aceite de oliva, la sal, las velas, etc.
La enseñanza de la cultura condiciona el desarrollo integral de los individuos y grupos. Por tanto los africanos deberían promover la herencia cultural de su región. Deberían tener aprecio por ciertos valores y al mismo tiempo abrirlos a un encuentro con otras culturas, valores como el respeto por los ancianos y por las mujeres como madres; respeto por la solidaridad, la ayuda mutua y la hospitalidad, la unidad, el respeto por la vida, la honradez, la verdad y la palabra de honor.
III – PROMOTORES
A) Ecclesia
Proposición 34
Evangelización
Los Padres sinodales resaltan la urgencia y la necesidad de la evangelización, que es la misión y la verdadera identidad de la Iglesia (“Evangelii nuntiandi”, 14).
Los padres sinodales ponen en evidencia que esta evangelización consiste esencialmente en dar testimonio ante todo a través de la vida y después con la palabra (“Evangelii nuntiandi”, 21), en un espíritu de apertura a los demás, de respeto y de diálogo con ellos, ateniéndose a los valores del Evangelio.
Este Sínodo se dirige a la Iglesia-Familia de Dios en África para que sea testigo del servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz, como la “sal de la tierra” y la “luz del mundo”.
Proposición 35
Pequeñas comunidades cristianas / Comunidades eclesiales vivientes
El Sínodo renueva su apoyo a la promoción de las SCC / CEV, que edifican firmemente a la Iglesia-Familia de Dios en África. Las SCC / CEV, basadas en el compartir del evangelio, donde los cristianos se reúnen para celebrar la presencia del Señor en su vida y en medio de ellos, a través de la celebración de la Eucaristía, la lectura de la Palabra de Dios y el testimonio de su fe en el servicio amoroso entre ellos y en sus comunidades. Bajo la guía de sus pastores y catequistas intentan profundizar su fe y madurar en el testimonio cristiano viviendo experiencias concretas de fraternidad, maternidad, relación, amistad abierta, donde cada uno se cuida del otro. Esta familia de Dios se extiende más allá de los vínculos de la sangre, etnia, tribu, cultura y raza . De esta forma las SCC / CEV abren senderos de reconciliación con las familias extendidas, que tienen la tendencia a imponer a los núcleos de las familias cristianas sus maneras y costumbres sincretistas.
Proposición 36
Desafíos de los nuevos movimientos religiosos
A la luz de los retos lanzados por los nuevos movimientos religiosos (cultos, movimientos esotéricos, etc.), a las Iglesias locales se les pide que preparen nuevas formas de evangelización que afronten lo mejor posible los problemas actuales de los fieles.
También las parroquias deben promover en sus Pequeñas Comunidades Cristianas / Comunidades Eclesiales Vivientes (SCC / CEV) una vida fraterna de solidaridad. Los agentes de la actividad apostólica deben desarrollar un ministerio de escucha espiritual y de apoyo para asistir a los fieles en la vida de cada día conservando la fe.
Además el Sínodo recomienda que la catequesis conduzca a una genuina experiencia de conversión e incluya la formación a la perseverancia en la fe en tiempo de prueba (cf. Rm 5, 3-5) de la misma forma que la iniciación tradicional prepara a los jóvenes a afrontar todo tipo de situaciones. Debe ofrecerse a los fieles una profunda enseñanza bíblica y doctrinal. Los grupos de oración, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades deberían introducir también esta instancia en sus programas.