5/01/16


El Papa en el Regina Coeli



“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de hoy nos lleva nuevamente al Cenáculo. Durante la Última Cena, antes de enfrentar a la pasión y la muerte en la cruz, Jesús promete a los apóstoles el don del Espíritu Santo, que tendrá la tarea de enseñar y de recordar sus palabras a la comunidad de los discípulos.
Lo dice el mismo Jesús: « El Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho» (Jn 14,26). ). Enseñar y recordar. Y esto es lo que hace el Espíritu Santo en nuestros corazones.
En el momento en el que está por regresar al Padre, Jesús preanuncia la venida del Espíritu que ante todo enseñará a los discípulos a entender cada vez más plenamente el Evangelio, a recibirlo en su existencia y a hacerlo vivo y operante con el testimonio.
Mientras está por confiar a los Apóstoles –que justamente quiere decir, enviados– la misión de llevar el anuncio del Evangelio por todo el mundo, Jesús promete que no se quedarán solos: el Espíritu Santo, el Paráclito, estará con ellos, a su lado, es más, estará en ellos, para defenderlos y sostenerlos.
Jesús regresa al Padre pero sigue acompañando y enseñando a sus discípulos mediante el don del Espíritu Santo.
El segundo aspecto de la misión del Espíritu Santo consiste en el ayudar a los Apóstoles a recordar las palabras de Jesús.
El Espíritu tiene la tarea de despertar la memoria, recordar las palabras de Jesús. El divino Maestro ha comunicado ya todo aquello que pretendía confiar a los Apóstoles: con Él, Verbo encarnado, la revelación es completa.
El Espíritu hará recordar las enseñanzas de Jesús en las diversas circunstancias concretas de la vida, para poderlas poner en práctica. Es precisamente lo que sucede todavía hoy en la Iglesia, guiada por la luz y la fuerza del Espíritu Santo, para que pueda llevar a todos el don de la salvación, o sea el amor y la misericordia de Dios.
Por ejemplo, cuando ustedes leen todos los días –como les he aconsejado– un pasaje del Evangelio, pedir al Espíritu Santo: “Que yo entienda y que yo recuerde estas palabras de Jesús”. Y después de leer el pasaje, todos los días… Pero antes hacer aquella oración al Espíritu, que está en nuestro corazón: “Que yo recuerde y que yo entienda”.
¡No estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros! Su nueva presencia en la historia ocurre mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado.
El Espíritu, difundido en nosotros con los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, actúa en nuestra vida. Él nos guía en la forma de pensar, de actuar, de distinguir qué cosa es buena y qué cosa es mala; nos ayuda a practicar la caridad de Jesús, su darse a los demás, especialmente a los más necesitados.
¡No estamos solos! Y la señal de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús dona a sus discípulos: «Les doy mi paz» (v. 27). Ella es diferente de aquella que los hombres se desean e intentan realizar.
La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es don de Dios y señal de su presencia. Cada discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado en la certeza de su victoria y en la espera de su definitiva venida.
Que la Virgen María nos ayude a recibir con docilidad el Espíritu Santo como maestro interior y como memoria viva de Cristo en el camino cotidiano”.
El papa reza la oración del Regina Coeli y a continuación dice las siguientes palabras.
“Queridos hermanos y hermanas, mi cordial saludo va a nuestros hermanos de las Iglesias de Oriente que celebran hoy la Pascua. El Señor resucitado les dé a todos, los dones de su luz y de su paz.Christos anesti!
Recibo con profundo dolor las dramáticas noticias que provienen de Siria, sobre la espiral de violencia que sigue agravando la ya desesperada situación humanitaria del país, en particular en la ciudad de Alepo, y a producir víctimas inocentes, incluso entre los niños, enfermos y quienes con gran sacrificio se empeñan a dar ayuda al prójimo.
Exhorto a todas las partes involucradas en el conflicto a respetar el cese de las hostilidades y a reforzar el diálogo en curso, el único camino que conduce a la paz.
Se abre mañana en Roma la conferencia internacional sobre el tema “El desarrollo sostenible y las formas más vulnerables de trabajo”. Deseo que el evento pueda sensibilizar las autoridades, las instituciones políticas y económicas y la sociedad civil, para que se promueva un modelo de desarrollo que tenga en cuenta la dignidad humana en el pleno respeto de las normas sobre el trabajo y el ambiente.
Saludo a los peregrinos provenientes de Italia y de otros países, en particular saludo a los fieles de Madrid, Barcelona y Varsovia, como también a la comunidad Abraham, empeñada en proyectos de evangelización en Europa; a los peregrinos de Olgiate y Comasco, Bagnolo Mella y a quienes han recibido la Confirmación en Castelli Calepio.
Saludo a la Asociación ‘Meter’, que desde hace tantos años lucha contra toda forma de abuso contra los menores. Esta es una tragedia. No debemos tolerar los abusos contra los menores. Tenemos que defender a los menores y castigar severamente a los abusadores. ¡Gracias por vuestro empeño y sigan con coraje en esta labor!
Y a todos les deseo que tengan un buen domingo y por favor no se olvide de rezar por mi. ‘Buon pranzo’ y ‘arrivederici'”.