12/05/20

“El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico”

GABRIEL SALES TRIGUERO

Responsabilidad ecuménica


El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha publicado “El obispo y la unidad de los cristianos: Vademécum ecuménico”, un documento dirigido a los prelados diocesanos y eparquiales para “ayudarles a comprender y cumplir mejor su responsabilidad ecuménica”.

Este texto responde a “una petición surgida en una Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo”, y fue desarrollado por los “oficiales” del consejo, bajo la asesoría de algunos expertos y el acuerdo de los pertinentes dicasterios de la Curia Romana.

Estructura

Este Vademécum, aprobado por el Papa Francisco, está estructurado en dos partes. La primera de ellas, “La promoción del ecumenismo en la Iglesia católica”, explica lo que es necesario para que la Iglesia católica cumpla con su misión de promover la unidad de los cristianos tanto a nivel diocesano como nacional, indica Vatican News.

En la segunda parte, “La Iglesia católica en su relación con los otros cristianos”, el documento examina cuatro formas en que la Iglesia católica se compromete con las otras comunidades cristianas.

La primera de estas formas es el “ecumenismo espiritual”, es decir, cómo los obispos pueden guiar a su pueblo, en aras de la unidad de los cristianos, mediante la oración, la conversión y la santidad, destacando en particular la importancia de las Sagradas Escrituras, la “purificación de la memoria” y el “ecumenismo de la sangre”.

La segunda manera es el “diálogo de la caridad” en la que se habla de la “cultura del encuentro” como una forma eficaz para nutrir y profundizar la relación que los cristianos ya comparten a través del bautismo.

La última forma es el “diálogo de la verdad” que se refiere a la búsqueda de la verdad de Dios, que los católicos emprenden junto con otros cristianos mediante el diálogo teológico y por último el “diálogo de la vida” en la que se presentan las oportunidades de intercambio y colaboración con otros cristianos en la atención pastoral (“el ecumenismo pastoral”), en el testimonio ante el mundo (“el ecumenismo práctico”) y a través de la cultura (“el ecumenismo cultural”).

Asimismo, este texto concluye cada una de sus secciones con unas recomendaciones prácticas que recogen las tareas e iniciativas que pueden emprenderse a nivel local y regional.

Unidad del pueblo de Dios

El preámbulo de este Vademécum indica que el ministerio del mitrado conlleva un servicio a la unidad, tanto de su territorio diocesano como entre éste y la Iglesia universal. Consta de, añade, “un significado especial”, que es la “búsqueda de la unidad de todos los discípulos de Cristo”.

También cita el Código de Derecho Canónico de la Iglesia latina para destacar que entre las “tareas” del oficio pastoral del obispo se sitúa claramente la “responsabilidad” de promover esta unidad. Debe, insiste, “mostrarse humano y caritativo con los hermanos que no estén en comunión plena con la Iglesia católica, fomentando también el ecumenismo tal y como lo entiende la Iglesia”.

Deber ecuménico

La publicación del Pontificio Consejo manifiesta que el “compromiso ecuménico” del prelado no es opcional para su ministerio, sino “un deber y una obligación”: no puede considerarlo como “una tarea más dentro de su variado ministerio”, una que “podría y debería posponerse en visa de otras prioridades, aparentemente más importantes”.

Esto, prosigue, lo certifica también el Código de los cánones de las iglesias orientales, en una “sección especial a la tarea ecuménica” que recomienda a los pastores eclesiales “trabajen con celo participando en la tarea ecuménica”, y apunta que en su “servicio a la unidad”, su ministerio “se extiende no solo a la unidad de su propia Iglesia, sino también a la unidad de todos los bautizados en Cristo”.

Concluyendo el prefacio, advierte que la intención del documento es que los mitrados de todo el mundo encuentren “pautas claras y útiles” que les “ayuden a dirigir las iglesias locales, confiadas a su ministerio pastoral, hacia aquella unidad por la que el Señor oró y a la que la Iglesia está irrevocablemente llamada”.