Juan Luis Selma
Siempre encontraremos un amigo, un consejero, un sacerdote con el que desahogarnos
Llamaba la atención esta escena costumbrista: ver a las señoras salir a la puerta de las tiendas con los tejidos que pensaban adquirir porque solo a la luz del día se podía apreciar su color y calidad. La claridad, el colorido, los aromas forman parte de nuestra cultura. Nos gusta la calle, el campo, el cielo abierto, los baños de luz. Un simple paseo nos da vida.
Hace unos años se levantaron voces contra las luces de estas fiestas: calle, árboles, establecimientos. Argumentaban que no eran ecológicas, respetuosas con la naturaleza. Gracias a Dios, ahora, como son de led, consumen mucho menos, y podemos disfrutar de la luminosidad en la Natividad del Niño Dios. Todo lo bueno y hermoso requiere luz, se deja en la oscuridad lo feo y vergonzoso.
También queremos que nuestros hogares sean luminosos y alegres. El barullo de los niños correteando, los familiares con sus visitas, el Belén en el salón, el árbol con sus luces, el adorno del hogar, los villancicos… nos alegran la existencia, son signos de vida y, sin darnos cuenta nos llevan al Dios cercano hecho Niño.
Me gustan estas letras que mostraban unos padres de los colegios del Encinar y Ahlzahir: Empezamos a preparar ya una Navidad que será sin duda diferente a todas las vividas anteriormente. Se nos avisa de una Navidad sin luz, sin cantos, sin reuniones de amigos ni familiares. Una Navidad en la que muchos se verán aún más necesitados de ayuda que nunca. Quizás esa falta de luz nos transporte con más facilidad a aquella primera Navidad de la historia, donde en medio de la fría y oscura noche, se hizo la Luz para siempre. Y este año queremos aportar la luz de una pequeña vela al mundo con este nuevo villancico.
“Es Navidad con esa luz que te ilumina / que llenará tu corazón, tu alma y tu vida. / / No se apagará, / Te inunda y no se apagará”, reza una estrofa del precioso villancico. La Noche Buena coincide con el solsticio de invierno, con el Sol Invictus que ya celebraban los romanos, fechas en las que comienzan a decrecer las noches, en las que la luz va venciendo a las tinieblas. Ojalá apostemos por la transparencia, por la claridad, por la verdad en nuestras vidas y así lo propaguemos a nuestra sociedad.
“Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz”, no tenemos luz propia, somos como la luna que refleja la claridad del sol. Dejémonos iluminar: “Nace Jesús en Navidad con alegría, / en un portal, en un salón, / en la Familia. / No se apagará, confía y no se apagará”, sigue cantando el villancico. Si aprendemos la lección del Portal de Belén irradiaremos calor, seguridad, certeza y esperanza. Seremos como esas señales luminosas que facilitan el camino, indican los obstáculos, llevan a la buena posada.
“Hay que embeberse de esta lógica nueva, que ha inaugurado Dios bajando a la tierra. En Belén nadie se reserva nada. Allí no se oye hablar de mi honra, ni de mi tiempo, ni de mi trabajo, ni de mis ideas, ni de mis gustos, ni de mi dinero.
Allí se coloca todo al servicio del grandioso juego de Dios con la humanidad, que es la Redención”, escribía san Josémaría. “Confía y no se apagará”: vamos a llenarnos de esa lógica nueva, divina, que nos hace más humanos. Pensar en los demás, olvidarnos de nuestros innumerables derechos, hacernos amables buscando el bien de los nuestros. ¡Qué luminosa puede ser nuestra vida!
Dejar que la luz y el aire oreen todos los rincones de nuestra vida. Abrir el alma, hablar de eso que nos aprisiona. Siempre encontraremos un amigo, un consejero, un sacerdote con el que podamos desahogarnos. Acudir al sacramento de la reconciliación. Empezar una vida nueva: “Es Navidad con esa luz que te ilumina / que llenará tu corazón, tu alma y tu vida”: dile a tu esposo/a que le quieres, a tu hijo/a que estás loco por él, que te sientes orgulloso de su comportamiento. Dales una nueva oportunidad. Míralos a la luz de Belén.
“Navidad con alegría, / en un portal, en un salón, / en la Familia”, la Providencia, que es también prudencia, nos regala unos días más familiares, más íntimos. Llenemos de luz nueva y de calor nuestros hogares. No tendremos otra mejor oportunidad para vivirlos a la luz de Portal. El Niño Dios será el foco de paz, de armonía, de calor, y con Él, María y José. Irradiará tanta luz tu vida, tu casa, que será una ventana luminosa que alumbrará la ciudad.
Juan Luis Selma, en eldiadecordoba.es