11/29/15

'Ante la violencia, el anuncio del Evangelio es urgente'

Sergio Mora



El santo padre Francisco ha sido recibido por las comunidades evangélicas de la República Centroafricana en la sede de la FATEB (Facultad de teología evangélica de Bangui).
“Desde hace demasiado tiempo --indica el discurso del Papa-- su pueblo está marcado por pruebas y violencia que provocan tanto sufrimiento. Eso hace que el anuncio del Evangelio sea más necesario y urgente”.
“Queridos amigos --prosigue el Santo Padre-- la división de los cristianos es un escándalo, porque es ante todo contraria a la voluntad del Señor”. Y también un escándalo “frente al odio y la violencia que desgarra a la humanidad, frente a las numerosas contradicciones que se alzan contra el Evangelio de Cristo”.
Y tras indicar su aprecio por el “espíritu de respeto mutuo y de colaboración que existe entre los cristianos en su país”, los animó a “proseguir por este camino, sirviendo juntos con caridad”. Porque esto “es un testimonio de Cristo, que construye la unidad”.
"Dios no hace distinción entre los que sufren. A esto lo he llamado con frecuencia el ecumenismo de la sangre" indicó Francisco.
Francisco además expresó su cercanía y solicitud hacia el pastor Nicolás, "cuya casa ha sido recientemente saqueada e incendiada, así como la sede de su comunidad".
A continuación publicamos el discurso que el Santo Padre ha programado y que ha sido difundido por la Oficina de Prensa del Vaticano. Entretanto no hubo ni audio ni imágenes que puedan confirmar los añadidos o modificaciones realizadas por el papa Francisco.
“Queridos hermanos y hermanas: Me alegra estar en esta Facultad de Teología Evangélica. Agradezco al decano de la Facultad y al presidente de la Alianza Evangélica Centroafricana sus amables palabras de bienvenida.
Con profundo sentimiento de amor fraterno, saludo a cada uno de ustedes y, por su medio, también a los miembros de sus comunidades. Todos estamos aquí para servir al mismo Señor resucitado, que nos congrega hoy; y, gracias al mismo bautismo recibido, estamos invitados a anunciar la alegría del Evangelio a los hombres y mujeres de este querido País de Centroáfrica.
Desde hace demasiado tiempo, su pueblo está marcado por pruebas y violencia que provocan tanto sufrimiento. Eso hace que el anuncio del Evangelio sea más necesario y urgente. Porque es la carne del mismo Cristo quien sufre en sus miembros predilectos: los pobres de su pueblo, los enfermos, los ancianos y los abandonados, los niños huérfanos o que han sido abandonados a su suerte, sin guía y sin educación. Son también todos aquellos cuya alma y cuerpo han sido heridos por la violencia y el odio; aquellos a los que la guerra les ha quitado todo, el trabajo, la casa, sus seres queridos.
Dios no hace distinción entre los que sufren. A esto lo he llamado con frecuencia elecumenismo de la sangre. Todas nuestras comunidades sin distinción sufren a causa de la injusticia y el odio ciego que el demonio desencadena; y en esta circunstancia, quiero expresar mi cercanía y mi solicitud hacia el Pastor Nicolás, cuya casa ha sido recientemente saqueada e incendiada, así como la sede de su comunidad.
En este difícil contexto, el Señor no deja de enviarnos a manifestar a todos su ternura, su compasión y misericordia. Este sufrimiento común y esta misión común son una ocasión providencial para progresar juntos en el camino de la unidad; y son también un medio espiritual indispensable. ¿Cómo podría el Padre rechazar la gracia de la unidad, aunque todavía imperfecta, a sus hijos que sufren juntos y que en diversas ocasiones se unen para servir a los hermanos?
Queridos amigos, la división de los cristianos es un escándalo, porque es ante todo contraria a la voluntad del Señor. Es también un escándalo frente al odio y la violencia que desgarra a la humanidad, frente a las numerosas contradicciones que se alzan contra el Evangelio de Cristo. Por eso, y apreciando el espíritu de respeto mutuo y de colaboración que existe entre los cristianos en su país, los animo a proseguir por este camino, sirviendo juntos con caridad. Es un testimonio de Cristo, que construye la unidad.
Que, con ánimo siempre creciente y con vistas a la plena comunión que anhelamos, añadan a la perseverancia y a la caridad el servicio de la plegaria y de la reflexión en común, en búsqueda de un mejor conocimiento recíproco, de una mayor confianza y amistad.
Les aseguro que los acompañaré con mi oración en este camino fraterno de servicio, reconciliación y misericordia, un camino largo pero lleno de alegría y esperanza.
Que Dios los bendiga, que bendiga a sus comunidades”.