Rocío Lancho García
“Vengo como peregrino de la paz, y me presento como apóstol de la esperanza”. Con estas palabras el papa Francisco ha querido iniciar este domingo su primer discurso en la República Centroafricana, en su encuentro con las autoridades en el Palacio Presidencia. El Santo Padre ha llegado a Bangui, última etapa de su viaje a África. Después de aterrizar este domingo a las 10.00 de la mañana en el aeropuerto de Bangui, el Papa se ha dirigido directamente a la visita de cortesía a la Jefa de Estado de la Transición de la RepúblicaCentroafricana, Catherine Samba-Panza.
A su llegada al palacio presidencial, después de escuchar los himnos y rendir homenaje a las banderas, el Papa ha sido recibido por la Jefe de Estado, con la que se ha reunidos en privado. A la vez, ha tenido un encuentro entre la delegación vaticana y la del Gobierno de Centroáfrica. Tras el encuentro privado, ha tenido lugar el intercambio de regalos. A continuación, el Santo Padre se ha reunido con las autoridades del Estado, la clase dirigente y el cuerpo diplomático de la nación, en el patio del palacio presidencial de Bangui.
En su discurso, el Papa ha observado que en este momento este país se encamina, poco a poco y a pesar de las dificultades, hacia la normalización de su vida social y política. Por ello ha querido felicitar a las diversas autoridades nacionales e internacionales “por los esfuerzos que han realizado para dirigir el país en esta etapa”. Y así, ha deseado que las diferentes consultas nacionales, que se celebrarán en las próximas semanas, “permitan al país entrar con serenidad en una nueva etapa de su historia”.
Haciendo referencia al lema de la República Centroafricana, «Unidad – Dignidad – Trabajo», el Santo Padre ha asegurado que “hoy más que nunca, esta trilogía expresa las aspiraciones de todos los centroafricanos y, por tanto, es una brújula segura para las autoridades que han de guiar los destinos del país”. De este modo, ha estructurado su discurso en estas tres ideas.
A propósito de la unidad, el Pontífice ha recordado que “es un valor fundamental para la armonía de los pueblos”. Se ha de vivir y construir “teniendo en cuenta la maravillosa diversidad del mundo circundante, evitando la tentación de tener miedo de los demás, del que no nos es familiar, del que no pertenece a nuestro grupo étnico, a nuestras opciones políticas o a nuestra religión”, ha indicado. Asimismo ha añadido que la unidad requiere “crear y promover una síntesis de la riqueza que cada uno lleva consigo”.
En segundo lugar, la dignidad. El Santo Padre ha subrayado que este valor moral es el que “caracteriza a los hombres y mujeres conscientes de sus derechos y de sus deberes, y que lleva al respeto mutuo”. Hay que hacer lo que sea --ha añadido-- para salvaguardar la condición y dignidad de la persona humana. De este modo, también ha asegurado que el que tiene los medios para vivir una vida digna “debe tratar de ayudar a los pobres para que puedan acceder también a una condición de vida acorde con la dignidad humana, mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y social”. Por lo tanto, el Obispo de Roma ha reconocido que “el acceso a la educación y a la sanidad, la lucha contra la desnutrición y el esfuerzo por asegurar a todos una vivienda digna, ha de tener un puesto principal en un plan de desarrollo que se preocupe de la dignidad humana”. La grandeza del ser humano --ha precisado-- consiste en trabajar por la dignidad de sus semejantes.
Finalmente ha reflexionado sobre el trabajo. Así, Francisco ha indicado que los centroafricanos “pueden mejorar esta maravillosa tierra, usando con responsabilidad sus múltiples recursos”. Recordando que este país se encuentra en una zona que, por su excepcional riqueza en biodiversidad, está considerada como uno de los dos pulmones de la humanidad, el Papa ha llamado la atención acerca de la grave responsabilidad que les corresponde en la explotación de los recursos medioambientales, en las opciones y proyectos de desarrollo. La construcción de una sociedad próspera --ha observado-- debe ser una obra solidaria.
Por otro lado, el Santo Padre ha hecho hincapié en la importancia crucial que tiene la conducta y la gestión de las autoridades públicas, ya que debeb ser las primeras que han de encarnar en sus vidas con coherencia los valores de la unidad, la dignidad y el trabajo, y ser un ejemplo para sus compatriotas.
Para concluir su discurso, el Santo Padre ha dedicado unas palabras al papel de la Iglesia en este país. Y junto con los obispos, ha renovado “el propósito de esta Iglesia particular de contribuir cada vez más a la promoción del bien común, especialmente a través de la búsqueda de la paz y la reconciliación”. También ha reconocido los esfuerzos realizados por la Comunidad internacional. Y les ha animado a que sigan avanzando todavía más en el camino de la solidaridad, “con la esperanza de que su compromiso, unido al de las Autoridades centroafricanas, sirva para que el país progrese, sobre todo en la reconciliación, el desarme, la preservación de la paz, la asistencia sanitaria y la cultura de una buena gestión en todos los ámbitos”.