11/11/15

“Nuestra alegría también es ir contracorriente”

Rocío Lancho García



El Santo Padre Francisco ha celebrado este martes por la tarde, la santa misa en el estadio Artemio Franchi en la ciudad italiana de Florencia, acompañado por miles de fieles, en el viaje que ha realizado con motivo del V Congreso Nacional de la Iglesia italiana.     
El estadio de fútbol construido en los años 30, que tiene una capacidad para 45 mil personas y que se encuentra dentro de ciudad de Florencia, estaba lleno incluso en el palco, lo que indica unas 60 mil presencias. En este día de otoño soleado pero más bien frío, el Santo Padre vistió paramentos blancos con el palio episcopal.
Haciendo referencia al Evangelio de hoy, Francisco ha indicado que Jesús pregunta a sus discípulos ‘¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?’, no para acontentarse con lo que la gente piensa, sino para poder comunicarse con ellos. “Sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aisla y comienza a juzgar a la gente según sus propios pensamientos y sus propias convicciones”, ha advertido.
Asimismo, ha asegurado que la única forma de hablar al corazón de las personas es tocando la experiencia cotidiana: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios… “Es la única forma de abrir su corazón a la escucha de Dios”, ha afirmado el Papa. En realidad --ha recordado-- cuando Dios quiso hablar con nosotros se ha encarnado.
De este modo, el Santo Padre ha indicado que los discípulos de Jesús no deben olvidar nunca de dónde han sido elegidos, es decir, de entre la gente, y “no deben caer nunca en la tentación de asumir actitudes distantes, como si lo que la gente piensa y vive no les afectase y no fuera importante para ellos”.
A continuación, ha planteado la segunda pregunta que Jesús hace a sus discípulos en el Evangelio de hoy: 'Y vosotros, ‘¿quién decís que soy yo?’ Pregunta que --ha observado el Papa-- resuena hoy en la nuestra conciencia, en la de sus discípulos, y es decisiva para nuestra identidad y nuestra misión. De este modo, el Pontífice ha asegurado que solo si reconocemos a Jesús en su verdad, “seremos capaces de mirar la verdad de nuestra condición humana, y podremos llevar nuestra contribución a la plena humanización de la sociedad”.
A propósito de la respuesta que Simón da a Jesús ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’, el papa Francisco ha explicado que esta respuesta encierra toda la misión de Pedro y resume en lo que se convertirá para la Iglesia el ministerio petrino, es decir, custodiar y proclamar la verdad de la fe; defender y promover la comunión entre todas las Iglesias; conservar la disciplina de la Iglesia.             
Por otro lado, el Santo Padre ha asegurado a los fieles presentes en la celebración eucarística que “nuestra alegría es también ir contracorriente y superar la opinión corriente que, hoy como entonces, no logra ver en Jesús más que un profeta o un maestro”. Nuestra alegría --ha añadido-- es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del Padre, el Hijo venido para hacerse instrumento de salvación para la humanidad.
Además, el Pontífice ha explicado que en la raíz del misterio de la salvación está de hecho la voluntad de un Dios misericordioso, que no se quiere rendir frente a la incomprensión, la culpa y la miseria del hombre, sino que se dona a él hasta hacerse Él mismo hombre para encontrar cada persona en su condición concreta.
“Esta verdad de la fe es verdad que escandaliza, porque pide creer en Jesús, el cual, aun siendo Dios, se ha despojado, se ha abajado a la condición de servicio, hasta la muerte de cruz, y por eso Dio lo ha hecho Señor del universo”, ha precisado Francisco.
Solo a partir del corazón de Cristo --ha observado-- podemos entender, profesar y vivir su verdad. En realidad, ha asegurado el Papa, “la comunión entre divino y humano, realizado plenamente en Jesús, es nuestra meta, el punto de llegada de la historia humana según el diseño del Padre”. Es la alegría del encuentro --ha explicado-- entre nuestra debilidad y su grandeza, entre nuestra pequeñez y su misericordia que colmará cualquiera de nuestros límites.                 
Al finalizar la homilía en el Estadio, el Pontífice ha asegurado que Dios y el hombre son los dos extremos de una oposición: “se buscan desde siempre, porque Dios reconoce en el hombre su propia imagen y el hombre se reconoce solo mirando a Dios”.