5/04/20

“El Buen Pastor nos llama porque nos ama”



El Papa ayer antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 
El cuarto domingo de Pascua, que celebramos hoy, está dedicado a Jesús el Buen Pastor. El Evangelio dice: “Las ovejas escuchan su voz; él llama a sus ovejas, a cada una por su nombre” (Jn. 10,3). El Señor nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama. Pero, dice el Evangelio de nuevo, hay otras voces, que no debemos seguir: las de los extraños, ladrones y malhechores que quieren el mal de las ovejas. 
Estas diversas voces resuenan dentro de nosotros. Está la voz de Dios, que amablemente habla a la conciencia, y está la voz tentadora que induce al mal. ¿Cómo reconocer la voz del buen Pastor de la del ladrón, cómo distinguir la inspiración de Dios de la sugestión del Maligno? Se puede aprender a discernir estas dos voces: de hecho, estas dos hablan idiomas diferentes, es decir, tienen formas opuestas de tocar a nuestros corazones, hablan lenguas diferentes, como nosotros sabemos distinguir una lengua de otra, nosotros podemos distinguir la voz de Dios de la del maligno La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la voz maligna seduce, agrede, obliga: despierta ilusiones deslumbrantes, emociones alentadoras, pero pasajeras. Al principio nos halaga, nos hace creer que somos todopoderosos, pero luego nos deja vacíos por dentro y nos acusa: “Tu no vales nada”. La voz de Dios, por otra parte, nos corrige, con tanta paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela siempre, alimenta la esperanza. La voz de Dios es una voz que tiene un horizonte, en cambio la voz del maligno lleva a un muro a una esquina 
Otra diferencia. La voz del enemigo nos distrae del presente y quiere que nos centremos en el temor del futuro o en las tristezas del pasado, no quiere la voz del presente: saca a la superficie la amargura, los recuerdos de los males sufridos, de los que nos hicieron daño y tantos recuerdos feos. En cambio, la voz de Dios habla al presente: “Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes ejercitar la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los arrepentimientos y remordimientos que tienen prisionero tu corazón”. Nos anima, nos lleva adelante, pero habla al presente. 
De nuevo: las dos voces plantean diferentes preguntas en nosotros. Aquella que viene de Dios será: “Que es bueno para mí?” En su lugar, el tentador insistirá en otra pregunta: “¿Qué cosa me gustaría hacer?” “¿Qué cosa me gustaría?”: la voz malvada siempre gira en torno al yo, a sus impulsos, a sus necesidades, al todo y de inmediato. Es como los engreimientos de los niños, todo ahora. La voz de Dios, por otro lado, nunca promete la alegría a bajo precio: nos invita a ir más allá de nuestro yo para encontrar el verdadero bien, la paz. Recordemos: el mal nunca nos da paz, nos pone en un frenesí primero y deja la amargura después, este es el estilo del mal. 
Finalmente, la voz de Dios y la del tentador hablan en diferentes “ambientes”: el enemigo prefiere la oscuridad, la falsedad, las habladurías; el Señor ama la luz del sol, la verdad, la transparencia sincera. El enemigo nos dirá: “¡Enciérrate en ti mismo, porque nadie te entiende, ni te escucha, no confíes!”. El bien, al contrario, nos invita a abrirnos, a ser claros y a confiar en Dios y en los demás. Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo tantos pensamientos y preocupaciones nos llevan de vuelta a nosotros mismos. Prestemos atención a las voces que llegan a nuestro corazón. Preguntémonos de dónde vienen. Pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del buen Pastor, que nos hace salir de los recintos del egoísmo y nos conduce a los pastos de la verdadera libertad. Que Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo, oriente y acompañe nuestro discernimiento.

Después del Regina Coeli


Queridos hermanos y hermanas,
Hoy celebramos el Día Mundial de la Oración por las Vocaciones. La existencia cristiana es siempre una respuesta a la llamada de Dios, sin importar el estado de vida. Este día nos recuerda lo que Jesús dijo un día, que el campo del Reino de Dios requiere mucho trabajo, y debemos rezar al Padre para que envíe obreros a trabajar en su campo (cf. Mt 9, 37-38). El sacerdocio y la vida consagrados requieren coraje y perseverancia; y sin la oración no iremos por este camino. Invito a todos a invocar del Señor el don de los buenos obreros para su Reino, con el corazón y las manos disponibles a su amor.
Una vez más me gustaría expresar mi cercanía a los enfermos de COVID-19, a los que se dedican su cuidado a todos aquellos que, de alguna manera, están sufriendo la pandemia. Al mismo tiempo, me gustaría apoyar y alentar la cooperación internacional que se está llevando a cabo adoptando diversas iniciativas para responder adecuada y eficazmente a la grave crisis que estamos viviendo. Es importante, de hecho, reunir las capacidades científicas, de forma transparente y desinteresada, para encontrar vacunas y tratamientos y asegurar el acceso universal a las tecnologías esenciales que permitan a cada persona infectada, en todas partes del mundo, recibir la atención médica necesaria.
Dirijo un pensamiento especial a la Asociación “Meter”, promotora del Día Nacional por los niños víctimas de la violencia, la explotación y la indiferencia. Animo a los responsables y a los operadores a que continúen su acción de prevención y sensibilización de las conciencias  junto con los diversos organismos educativas. Y agradezco a los niños de la Asociación que me han enviado un collage con cientos de margaritas pintadas por ellos. ¡Gracias!
Recientemente hemos comenzado mayo, el mes mariano por excelencia, durante el cual los fieles aman visitar los santuarios dedicados a la Virgen. Este año, debido a la situación sanitaria, nos dirigimos espiritualmente a estos lugares de fe y devoción, para poner en el corazón de la santísima Virgen nuestras preocupaciones, expectativas y proyectos para el futuro.
Y como la oración es un valor universal, he aceptado la propuesta del Alto Comité para la Fraternidad  Humana para que el próximo 14 de mayo los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente en un día de oración y ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus. Recuerden: el 14 de mayo, todos los creyentes juntos, creyentes de diferentes tradiciones, para rezar, ayunar y hacer obras de caridad.
Les deseo a todos un buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós.