Carta del Papa ante la inauguración del Instituto Juan Pablo II
Al querido hermano Michał Paluch, O.P. Rector de la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino:
El día del centenario del nacimiento de san Juan Pablo II, el alumno más ilustre de esta Universidad, se inaugura en el Angelicum, en la Facultad de Filosofía, el Instituto de Cultura que lleva su nombre. Deseo expresar mi aprecio por esta iniciativa y enviar un cordial saludo a toda la comunidad académica y a todos los que se han reunido para este acto, en particular a los representantes de las dos fundaciones polacas, Futura Iuventa y Saint Nicholas, que sostienen al nuevo Instituto.
Su finalidad principal es reflexionar sobre la cultura contemporánea. Para ello, los promotores desean valerse de la colaboración de los más eminentes filósofos, teólogos y hombres y mujeres de la cultura, en su más amplia expresión. Y san Juan Pablo II es tanto el inspirador como el primer y más importante artífice de esta obra, con el rico y multiforme patrimonio que ha dejado y, antes todavía, con el ejemplo de su espíritu abierto y contemplativo, apasionado por Dios y por el hombre, por la creación, la historia y el arte.
Las diversas experiencias de su vida, entre los cuales especialmente los dramas de una época y sus sufrimientos personales, interpretados a la luz del Espíritu, lo llevaron a desarrollar con singular profundidad su reflexión sobre el hombre y sus raíces culturales, como referencia indispensable para toda proclamación del Evangelio. En su primera Encíclica, de hecho, escribió: «Nos acercamos igualmente a todas las culturas, a todas las concepciones ideológicas, a todos los hombres de buena voluntad. Nos aproximamos con aquella estima, respeto y discernimiento que, desde los tiempos de los Apóstoles, distinguía la actitud misionera y del misionero. Basta recordar a San Pablo y, por ejemplo, su discurso en el Areópago de Atenas. La actitud misionera comienza siempre con un sentimiento de profunda estima frente a lo que “en el hombre había”, por lo que él mismo, en lo íntimo de su espíritu, ha elaborado respecto a los problemas más profundos e importantes; se trata de respeto por todo lo que en él ha obrado el Espíritu, que “sopla donde quiere”. (Redemptor hominis, 12; cf. Discurso a la UNESCO, 2 de junio de 1980).
Necesitamos mantener esta actitud viva si queremos ser una Iglesia en salida, una Iglesia que no se contenta con conservar y administrar lo que existe sino que quiere ser fiel a su misión.
Me alegra mucho que esta iniciativa se lleve a cabo en la Universidad de Santo Tomás de Aquino. El Angelicum alberga, en efecto, una comunidad académica compuesta por profesores y estudiantes de todo el mundo y es un lugar adecuado para interpretar los importantes retos de las culturas actuales. La tradición de la Orden Dominica, con su importante papel en la reflexión racional sobre la fe y sus contenidos, articulada de manera magistral por el Doctor Angélico, no puede sino favorecer este proyecto, para que se caracterice por la valentía de la verdad, la libertad de espíritu y la honestidad intelectual (cf. San Pablo VI, Carta Apostólica de la Orden).Necesitamos mantener esta actitud viva si queremos ser una Iglesia en salida una Iglesia que no se contenta con pconservar y administrar lo que existe sino que quiere ser fiel a su misión.
Me alegra mucho que esta iniciativa tenga lugar en la Universidad de Santo Tomás de Aquino. El Angelicum alberga de hecho una comunidad académica compuesta por profesores y estudiantes de todo el mundo y es un lugar adecuado para interpretar los importantes retos de las culturas actuales. La tradición de la Orden Dominica , con su importante papel en la reflexión racional sobre la fe y sus contenidos, articulada de manera magistral por el Doctor Angélico, no puede sino favorecer este proyecto, para que se caracterice por la valentía de la verdad, la libertad de espíritu y la honestidad intelectual (cf. San Pablo VI, Carta Apostólica de la Orden). Lumen Ecclesiae, 20 de noviembre de 1974, 8; S. Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 43).
Con estos deseos, le renuevo mi apoyo y mi gratitud, querido Hermano, al igual que a todos los que han dado vida al nuevo Instituto. A los profesores, estudiantes y personal les deseos buen trabajo y les envío d todo corazón la bendición apostólica.
Roma, San Juan de Letrán, 18 de mayo de 2020