Redacción de opusdei.org
Con motivo de la reapertura de Notre Dame de París este domingo 8 de diciembre, Antonin, maestro cantero, relata lo que ha significado para él trabajar en esta obra única
Antonin, eres maestro cantero ¿En qué consiste tu trabajo?
Como cantero especializado en monumentos históricos, trabajo principalmente en la restauración de piedras antiguas y en proyectos de diseño artístico. Mis clientes suelen ser representantes de monumentos históricos o galerías que desean llevar a cabo el proyecto de un artista, como un escudo heráldico sobre piedra, por ejemplo.
Formas parte de los cerca de 2.000 artesanos que trabajaron en la reconstrucción de Notre-Dame. ¿Cómo te uniste a esta aventura?
En enero de 2024, debía hacer una formación de técnico de acceso por cuerdas que finalmente fue cancelada. Con mi agenda más libre, decidí informar de mi disponibilidad a personas que ya me habían propuesto por tres veces trabajar en la reconstrucción de Notre-Dame. Tres propuestas que tuve que rechazar, lamentablemente, por falta de disponibilidad.
Afortunadamente, esta cuarta vez sí pude y me ofrecieron unirme a la obra. ¡Fue el comienzo de una aventura increíble! Fueron dos meses excepcionales. El ambiente era fantástico, conocí a personas increíbles de diferentes oficios. A veces éramos hasta 400 personas trabajando en la obra al mismo tiempo. No había visto una obra tan limpia y bien organizada.
¿En qué se diferencia esta obra de las demás? ¿Qué significó aportar tu granito de arena en este edificio?
Si Notre-Dame es un lugar único para los cristianos del mundo entero, también es una obra mítica para los artesanos como yo. Imagina poder contemplar una puesta de sol desde lo alto de la aguja de Notre-Dame, en el corazón de París.
Mi emoción al trabajar en este lugar fue aún mayor porque, cuando llegué a la obra, solo llevaba seis meses bautizado, pues recibí el bautismo en la Misa de Pascua de 2023. Desde que comencé a trabajar en Notre-Dame, me sentí conmovido. Me impresionó la enorme estatua de Cristo, bendiciendo la ciudad con sus manos heridas por los estigmas, que domina el frontón sur y bajo la cual trabajaba. Realmente estaba ayudando a reconstruir un edificio para Dios y a los pies de Dios.
¿Puedes decirnos en qué consistía concretamente tu trabajo en Notre-Dame?
Trabajé en el frontón sur, encima del gran rosetón. Nuestra misión consistía en reconstruir completamente dos pináculos de ocho metros de altura situados a ambos lados del pequeño rosetón, que está arriba del principal. Para ello, tuvieron que ser desmontados, renovados y pre-tallados en el suelo. Cada pieza se remontaba con una grúa, que los albañiles volvían a colocar al milímetro, antes de que yo, como cantero, la retallara en su lugar. Era un trabajo de precisión y pasión, cada piedra debía ser perfecta.
¿Cómo ha influido tu conversión en tu manera de trabajar y en las relaciones con tus compañeros de obra?
En la obra, cuando esperábamos que las grúas nos dejaran una nueva piedra, a veces sacaba mi rosario. Después de todo, ¡trabajábamos para Nuestra Señora! Algunos amablemente bromeaban por ese detalle, pero había un malgache (originario de Madagascar) que me defendía diciendo: "Déjalo, él reza por nosotros". Rezar el rosario en ese frontón sur, siguiendo el recorrido del sol a lo largo del día era increíble.
Mi conversión tuvo un impacto enorme en mi trabajo. Cada mañana rezo a san José, el patrón de los artesanos. Si no lo hago, siento que mi trabajo se resiente. La fe también influye en mi manera de relacionarme con mis colegas, a quienes les digo que soy católico y con quienes trato de compartir mi alegría. Les explico que saber que no estoy solo frente a la adversidad, sino que Alguien que siempre está a mi lado me está apoyando, me ayuda a seguir adelante.
He oído que recientemente descubriste "Camino" de san Josemaría. ¿Hay algún punto que te haya tocado especialmente?
Para los artesanos como yo, Camino es perfecto. A diferencia de textos largos que a veces son difíciles de leer, aquí encontramos frases cortas, francas y directas, que nos hablan al corazón y que alguna vez también nos vuelven a poner en nuestro lugar. Devoré el libro. Me marcó tanto que decidí comprar otro ejemplar que regalé a un amigo con quien trabajaba. Varios de nosotros, no todos católicos, quedamos impactados desde la primera página de Camino, por ese punto donde san Josemaría escribe: No digas: «Es mi genio así..., son cosas de mi carácter». Son cosas de tu falta de carácter: Sé varón —«esto vir». ¡A más de uno lo dejó noqueado!
Los puntos de Camino sobre el trabajo resuenan particularmente en nuestro mundo de tallistas : hacer bien y encontrar en lo bello, la perfección. Y en este camino para conseguirlo, buscar a Dios. Para mí, cantero, que soy más bien solitario, descubrir esta dimensión cristiana es un verdadero plus: ahora sé que el Señor está a mi lado y que me acompaña en el camino.
San Josemaría llevaba a los estudiantes a lo alto de la catedral de Burgos para que admiraran la belleza de este trabajo hecho para la gloria de Dios. ¿Qué te inspira esto?
Trabajando en las iglesias, vemos cosas magníficas, invisibles para las personas de la calle. Lo que hicimos en el frontón sur es realmente hermoso, pero no lo hicimos para los hombres, lo hicimos para Dios. Hay realmente algo de don gratuito en esto.
También tuve la fuerte sensación de que hacía mi trabajo con Dios y para Dios, un día mientras tallaba el altar mayor de la iglesia del monasterio benedictino de Saint-Wandrille. Los monjes cantaban su liturgia de las horas mientras yo trabajaba: ¡mi trabajo se convertía en oración! Estaba realmente feliz.
Trabajo humano con entrañas y perfiles divinos
Me gustaba subir a una torre, para que contemplaran de cerca la crestería, un auténtico encaje de piedra, fruto de una labor paciente, costosa. En esas charlas les hacía notar que aquella maravilla no se veía desde abajo. Y, para materializar lo que con repetida frecuencia les había explicado, les comentaba: ¡esto es el trabajo de Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal con perfección, con belleza, con el primor de estas delicadas blondas de piedra. Comprendían, ante esa realidad que entraba por los ojos, que todo eso era oración, un diálogo hermoso con el Señor. Los que gastaron sus energías en esa tarea, sabían perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su esfuerzo: era solo para Dios. ¿Entiendes ahora cómo puede acercar al Señor la vocación profesional? Haz tú lo mismo que aquellos canteros, y tu trabajo será también operatio Dei, una labor humana con entrañas y perfiles divinos (Amigos de Dios, 65)
Fuente: opusdei.org/es-es