Homilía del Papa ayer martes en Santa Marta
La idolatría y la hipocresía no perdonan ni a la vida cristiana. Para no ceder a los peligros de estos pecados, dijo, es necesario poner en práctica los mandamientos del amor a Dios y del amor al prójimo.
Convertirse en un apóstol de sus propias ideas, o un devoto de su propio bienestar, en lugar que de Dios. Hablar de alguien porque no se ajusta a ciertas formalidades, olvidando que el mandamiento "nuevo" del cristianismo es el amor al prójimo sin peros. Una vez más la liturgia de la misa insta al papa a una reflexión sobre las trampas que jalonan la vida de fe. De las palabras de san Pablo, el papa parte para señalar el pecado de idolatría, el de algunas personas que, para decirlo como el Apóstol, "aún habiendo conocido a Dios, no le glorificaron ni le dieron las gracias como Dios", prefiriendo adorar "a las criaturas antes que al Creador". Es una idolatría, dice el papa, que llega a "ahogar la verdad de la fe, en la que se revela la justicia de Dios":
"Pero así como todos tenemos necesidad de adorar --porque tenemos el sello de Dios en nosotros--, cuando no adoramos a Dios, adoramos a las criaturas. Y este es el paso de la fe a la idolatría. Ellos, los idólatras, no tienen ninguna razón como excusa: a pesar de haber conocido a Dios, no le glorificaron ni le dieron las gracias como Dios. ¿Y cuál es el camino del idólatra? Lo dice claro: ‘Están perdidos en sus vanos razonamientos, y su mente obtusa fue obscurada. El egoísmo de su propio pensamiento, el pensamiento todopoderoso, lo que yo creo es cierto: yo digo la verdad, hago lo que es cierto con mi pensamiento...".
Las críticas de san Pablo fueron, hace dos mil años, a los idólatras, que se postraban delante de los reptiles, de las aves y de los cuadrúpedos.
Y aquí el papa Francisco frena una objeción: hoy el problema no se pone porque nadie va a adorar las estatuas. No es así, afirma el papa, la idolatría ha encontrado otras maneras y formas:
"Incluso hoy en día, hay tantos ídolos e idólatras, que incluso se creen sabios. Pero también entre nosotros, entre los cristianos, ¡eh! Yo no hablo de ellos, yo respeto a los que no son cristianos. Pero entre nosotros --hablamos en familia-- se creen los sabios, que saben todo... Y se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen: el propio yo, mis ideas, mi comodidad... Hoy en día, todos nosotros. No es sólo una cosa histórica , aún hoy por el camino hay ídolos... Todos tenemos algún ídolo oculto en el interior. Podemos preguntarnos delante de Dios: ¿cuál es mi ídolo oculto?, ¡el cual le quita el lugar al Señor!".
Si san Pablo llama necios a los idólatras, en el evangelio del día Jesús hace lo mismo con los hipócritas, interpretados por el fariseo que se escandaliza porque el Maestro no se ha lavado como debe ser antes de sentarse a la mesa. "Ahora vosotros fariseos --Jesús responde-- limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de avidez y de maldad". Y añade: "Den más bien como limosna lo que hay dentro, y he aquí que todo para ustedes estará puro".
"Jesús aconseja: no miren las apariencias, vayan directo a la verdad. El plato es plato, pero lo que es más importante es lo que está dentro del plato: la comida. Pero si eres vanidoso, si eres es un arribista, si eres un ambicioso, entonces eres una persona que siempre se jacta de sí mismo al cual le gusta presumir, porque piensas que eres perfecto; haz un poco de limosna y eso sanará tu hipocresía. Ese es el camino del Señor: es adorar a Dios, amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo. ¡Es tan simple, pero a la vez tan difícil! Esto solo se puede hacer con la gracia. Pidamos la gracia".