Juan Luis Selma
La nueva fusión nuclear produce energía limpia, abundante e inagotable, como los niños
Nos han explicado los divulgadores científicos las ventajas de un reciente descubrimiento: “El Departamento de Energía de EEUU anuncia que, por primera vez, ha logrado generar más energía de fusión nuclear de la que ha consumido para obtenerla. El avance podría revolucionar la economía en las próximas décadas”. También nos dicen que es energía limpia, abundante e inagotable. ¡Hurra!: interjección usada para expresar alegría y satisfacción o excitar el entusiasmo según los crucigramas.
Estamos a las puertas de la Navidad en la que se celebra algo muy sencillo: el nacimiento de un Niño especial, hijo de Dios y niño como todos. También los niños son potencia inagotable. Energía gastada para traerlos al mundo y educarlos y fuente de vigor inagotable para la sociedad una vez crecidos y maduros.
Nos recuerda hoy el Evangelio: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. No tengas miedo de recibir en tu casa a ese Niño inesperado, te va a dar muchas alegrías con algún quebradero de cabeza. No temas, será el mejor regalo que puedas imaginar. Es el rey del mundo, su salvador, el Emanuel: Dios con nosotros. ¡Hurra!
Todo lo vivo, lo real, es complicado. La vida es impredecible, como lo es la naturaleza, el tiempo, los hombres, el mismo Dios. Vivir es una aventura, como ganar un Mundial de fútbol. Sacar adelante una familia, una empresa, enamorarse, viajar, un hobbie, la amistad, un deporte… Todo lo que tiene que ver con la vida es desbordante. Hemos perdido la capacidad de asombro, la alegría de vivir; lo queremos todo previsto, medido. Nos olvidamos del potencial inmenso de recursos que el Creador nos regala. Al perder de vista su grandeza e infinitud, lo hemos hecho todo pequeño, a nuestra media, rácano, limitado. Y la vida siempre desborda.
Pero volvamos a la energía de fusión. Parece que se ha conseguido lograr en un laboratorio lo que el sol hace espontáneamente. Hay una gran diferencia con la energía de fisión nuclear hasta ahora utilizada: es limpia y controlable, no contamina y no “explota”. La nueva se consigue uniendo partículas, la vieja disgregándolas. En ambos casos se requiere trabajo y esfuerzo. Lo que parece que la naturaleza hace fácilmente, a nosotros nos cuesta esfuerzo, pero también le cuesta a ella. En realidad, “el todo gratis” no existe, es un infantilismo pensar así.
Lo que funciona es el esfuerzo, la dedicación, la atención; el poner cabeza y corazón en las cosas, en las relaciones personales y familiares. Sumar, más que dividir. La apuesta por la esperanza y la paciencia. Los anuncios, las series, los realities, Instagram… nos engañan. Los poderosos nos quieren fuera de la realidad, lo dicen claramente, nos venden el metaverso, la irrealidad virtual.
La Navidad nos pone cara a cara con lo bonito, vivo y real, lo que se toca. Vemos una pareja que se quiere, que tiene dificultades, incomprensiones; la vida les hace parecer que algo no funciona en su relación, pero es un espejismo; en realidad está Dios, hay una prueba que desde la confianza y el amor se puede superar. Cuando se suma, se confía y se cuenta con Dios, todo acaba bien.
La ciencia viene a confirmar lo que la fe siempre nos ha dicho: que las dificultades se superan; que unir es mucho más eficaz que dividir; que las cosas tienden al mínimo esfuerzo, al desorden y hace falta esfuerzo, energía, para reordenarlas. Arriesgar, invertir, sumar y trabajar es el único modo de ganar. Esto vale para todo, de modo especial para la fe y la vida familiar.
No podemos encerrar a Dios en nuestra pequeña cabeza. Siempre habrá algo que no entendamos, oscuridades que son, en realidad, exceso de luz. Su grandeza nos supera, pero vale la pena fiarse de Él, confiar. No hagamos un dios pequeño, a nuestra medida, no le digamos lo que tiene que hacer, no le demos lecciones; vamos a escucharle, a hacerle caso.
En la familia hay que optar por sumar, por saber que el otro/a no es el enemigo, que estamos en el mismo bando, aunque no lo parezca. En vez de gastar energía en discutir, enfrentarse, en intentar que me tengan en cuenta ─fisión nuclear─, pongamos esfuerzo en comprender, en ver lo positivo del choque, roce, herida, carácter… Sumemos, fusionemos, pensemos en el otro, perdonemos, demos oportunidades. Se trata de resetear el modo de ver las cosas, percibirlas con esperanza, con la paciencia del científico que quiere imitar al sol. Todo es posible: en medio de esta profunda crisis energética, vemos que hay futuro, horizonte, fuerza.
La Navidad nos enseña que hay Luz, que Dios está con nosotros, que todo está muy bien pensado, pero tenemos que poner esfuerzo.
Fuente: eldiadecordoba.es