Antonio Rivero, L.C.
Ciclo C - Textos: Gn 1, 1- 2, 2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15
– 15, 1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Ba 3, 9-15. 32 – 4, 4; Ez 36, 16-28; Rm 6,
3-11; Mc 16, 1-7
Idea
principal:
Repasemos las partes de esta Solemne Vigilia Pascual, desentrañando el
significado profundo sacramental y espiritual.
Síntesis
del mensaje: Después
de un día transcurrido en la oración y el silencio, el Sábado, en torno al
sepulcro del Señor, la comunidad cristiana se reúne esta noche para la
celebración principal de todo el año: el paso de la muerte y del sepulcro a la
vida nueva. Esta Vigilia es el punto de partida para la Cincuentena Pascual,
siete semanas de prolongación festiva que nos llevarán a la solemnidad
conclusiva, Pentecostés.
Puntos
de la idea principal:
En
primer lugar,
comienza todo desde fuera de la iglesia, con el fuego nuevo, bendecido por el
sacerdote, rociándolo con agua bendita. Iniciamos una procesión siguiendo al
Cirio Pascual, símbolo de Cristo Luz del mundo, y progresivamente con cirios
encendidos en manos de los fieles. Es la figura del amor de Cristo que desea
arder como una antorcha encendida en cada alma. Es como una llamarada divina
que desea abrazar a todas las almas para encenderlas en el deseo de las cosas
eternas., pero es también un fuego que debe quemar nuestras miserias, un fuego
abrasador que nos purifique de nuestro amor propio, que nos vacíe de nosotros
mismos para llenarnos de Dios. Después escuchamos el pregón inicial – “Exsultet”-
de la fiesta pascual. Himno bellísimo que se remonta a los primeros
siglos del Cristianismo; cántico impregnado de júbilo por la resurrección de
Cristo, sobre el telón de fondo del pecado del hombre y la misericordia de
Dios. Júbilo del cielo, de la tierra y de la Iglesia. Es el rito de entrada,
hoy más solemne. Podríamos llamar fiesta de la luz o
“lucernario”.
En
segundo lugar,
la proclamación de la Palabra tiene hoy más lecturas, sobre todo del Antiguo
Testamento, que nos van conduciendo desde la creación hasta la nueva creación o
resurrección de Jesús. Aquí se cumple lo que Jesús dijo a los de Emaús: “todo
lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía
que cumplirse”. Estas lecturas resumen las maravillas de Dios a favor de
los hombres, culminando con la del evangelio de la resurrección que nos relata
san Lucas. Palabras sagradas a las que debemos recurrir con frecuencia para
alimentar el alma, para saciar la sed de eternidad. Palabras que brotan
del Señor como de su fuente para esclarecer nuestra inteligencia y encender en
nosotros el entusiasmo por las cosas celestiales. Es la fiesta de la
Palabra.
En
tercer lugar,
la parte sacramental de esta noche es más rica: ante todo celebramos el
Bautismo, junto con la renovación de las promesas bautismales por parte de los
ya bautizados. Por el bautismo hemos sido injertados en Cristo. Fue nuestra
resurrección espiritual, pues gracias a él pasamos de la muerte a la vida. En
esta parte invocamos a Dios para que con su poder santifique el agua con que
serán bautizados los catecúmenos. Recurrimos para ello a la Iglesia triunfante,
a la Iglesia del cielo, a través de la letanías, rogando a los ángeles y a los
santos que intercedan ante el trono de Dios por nosotros y por que serán
bautizados, Al bendecir el agua, el sacerdote introduce en ella el cirio
pascual, imagen de Cristo, a cuyo contacto adquiere su virtud santificadora. Es
la fiesta del agua.
En
cuarto lugar,
pasamos ahora a la Eucaristía, la principal de todo el año, en la que
participamos del Cuerpo y la Sangre del Resucitado. Es Cristo como alimento
para el camino y para la lucha por la santidad. Es la fiesta del Pan y
del Vino, convertidos en comida celestial para nuestra salvación. La
eucaristía es un banquete. ¡Vengan y coman! ¡No se queden con hambre! Es un
banquete en el que Dios Padre nos sirve el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad
de su propio Hijo, hecho Pan celestial. Pan sencillo, pan tierno, pan sin
levadura…Pero ya no es pan, sino el Cuerpo de Cristo. ¡Vengan y coman! Sólo se
necesita el traje de gala de la gracia y amistad con Dios, si no, no podemos
acercarnos a la comunión, pues “quien come el Cuerpo de Cristo
indignamente, come su propia condenación”, nos dice San Pablo (1 Cor 11,
27). Este pan de la Eucaristía nos libra de esta muerte y nos da la vida
inmortal. Todo alimento nutre según sus propiedades. El alimento de la tierra
alimenta para el tiempo. El alimento celestial, Cristo eucaristía, alimenta
para la vida eterna.
Finalmente, especial esta noche es también la
conclusión de la Eucaristía, con los “aleluyas” de la despedida, el saludo
cantado a la Virgen y la prolongación, si es posible, de un pequeño ágape de
los participantes en el salón principal de la parroquia. Es la fiesta
de la vida pascual, hecha convivio y caridad fraterna.
Para
reflexionar: Del
Pregón Pascual de la Vigilia Pascual, meditemos:
Esta
es la noche en que,
rotas
las cadenas de la muerte,
Cristo
asciende victorioso del abismo.
¿De
qué nos serviría haber nacido
si
no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué
asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué
incomparable ternura y caridad!
Para
rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario
fue el pecado de Adán,
que
ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz
la culpa que mereció tal Redentor!
Para
rezar:
¡Te alabamos, Señor, por tu resurrección maravillosa! ¡Gracias por morir como
el grano de trigo para engendrarnos como los muchos granos llenos con tu vida divina!
¡Gracias por morir como el Unigénito de Dios y resucitar como el Primogénito,
con nosotros como los muchos hermanos! ¡Ahora somos hijos de Dios y hermanos de
Cristo! ¡Gracias por hacernos la simiente corporativa, tu continuación y tu
reproducción! ¡Señor, sólo queremos colaborar contigo lo mejor posible hoy,
permitiéndote vivir en nosotros para nosotros poder vivirte! ¡Somos tu
expresión y tu continuación, somos tus “largos días”!