Identidad eclesial
José Ramón Villar
Desde hace años, amplios grupos de ministros y de fieles anglicanos habían manifestado sus dificultades con las decisiones y la praxis de su Comunión Anglicana sobre la ordenación de mujeres, la ordenación de personas con homosexualidad activa, etc. Tras estas cuestiones sufrían un serio problema de identidad eclesial. Esos fieles anglicanos (grupos y comunidades, parroquias, etc.) tomaron la iniciativa de solicitar su plena incorporación a la Iglesia católica.
Por otra parte, la Santa Sede ha querido actuar con gran delicadeza hacia la Comunión Anglicana, como se deduce del largo tiempo que ha llevado el proceso. Es muy significativa la nota conjunta del arzobispo católico de Westminster y del primado de la Iglesia de Inglaterra, el arzobispo de Canterbury, publicada con esta ocasión.
Lógicamente la incorporación a la Iglesia católica es una decisión individual. Lo novedoso de este caso es que no se trataba sólo de peticiones individuales, pocas o muchas. Lo nuevo era el deseo de estos fieles ex anglicanos de incorporarse a la Iglesia católica manteniendo comunitariamente aspectos de la identidad anglicana en la que han recibido y vivido la fe cristiana. Esos aspectos son principalmente de carácter litúrgico (celebraciones) y espiritual (oraciones, etc.).
La Iglesia católica, como se ve, no ha tenido inconveniente en aceptar ese deseo, pues siempre han existido en ella, y existen actualmente, distintas tradiciones litúrgicas (rito bizantino, rito copto, rito latino etc.) y espirituales, o diversidad de disciplina canónica (latina u oriental), etc. Esta diversidad es una riqueza compatible con la unidad en la común fe católica.
Para responder a ese deseo, el Papa, según afirma el cardenal Levada, «ha introducido una estructura canónica que provee a una reunión corporativa a través de la institución de Ordinariatos Personales, que permitirán a los fieles ex anglicanos entrar en la plena comunión con la Iglesia católica, conservando al mismo tiempo elementos del especifico patrimonio espiritual y litúrgico anglicano».
La fórmula institucional de un Ordinariato Personal es parecida, sigue diciendo el cardenal Levada, a los Ordinariatos Militares. Los católicos que son militares, como es sabido, reciben la atención pastoral de la diócesis donde viven, o también de la pastoral castrense, debido a las situaciones profesionales en que a menudo se encuentran.
Análogamente, este Ordinariato Personal permitirá que esos fieles sean «unos más entre los demás católicos» de sus diócesis, si vale la expresión, y a la vez con una estructura pastoral que les permita cultivar unas tradiciones legítimas en el seno de la Iglesia católica.