Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo
Diálogo interreligioso y justicia
Proposición 11
Diálogo interreligioso
La paz en África, como en otras partes del mundo, está ampliamente condicionada por las relaciones entre las religiones. Por eso, la promoción del valor del diálogo es importante para que los creyentes trabajen en las asociaciones dedicadas a la paz y la justicia, en un mutuo espíritu de confianza y apoyo, y que se enseñen a las familias los valores de la escucha paciente y del respeto recíproco sin miedo.
El diálogo con las demás religiones, especialmente el Islam y la religión tradicional africana, es parte integrante de la predicación del Evangelio y de la actividad pastoral de la Iglesia en nombre de la reconciliación y de la paz. En consecuencia la iniciativa del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso de emprender el diálogo con las distintas religiones no cristianas es altamente recomendado.
Con todo, dado que la religión está constantemente politizada y se convierte en causa de conflictos, se requiere con urgencia el diálogo religioso con el Islam y la religión tradicional africana a todos los niveles. Este diálogo será auténtico y productivo en la medida en que cada religión se mueva desde lo profundo de su propia fe y encuentre a la otra en verdad y en apertura.
Los Padres Sinodales piden que disminuyan la intolerancia y la violencia religiosa y que se eliminen por medio del diálogo interreligioso. El importante acontecimiento ecuménico e interreligioso de Asís (1986) nos proporciona un modelo a seguir.
Proposición 12
Islam
Con el Concilio Vaticano II, la Iglesia-Familia de Dios “mira también con estima a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y omnipotente, creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres” (Nostra Aetate, 3).
Para servir a la reconciliación, la justicia y la paz, se debe superar cualquier forma de discriminación, de intolerancia y de fundamentalismo religioso. En lo que respecta a la libertad religiosa, el derecho al culto debe ser subrayado.
En las relaciones con los musulmanes, debemos:
- dar la prioridad al diálogo de la vida y al acuerdo en los contenidos sociales y en la reconciliación;
- tomar en consideración la variedad de situaciones y experiencias;
- confrontar con honradez nuestros malentendidos y dificultades;
- proporcionar mejores informaciones sobre el Islam en la formación de los sacerdotes, hombres y mujeres religiosos, y fieles laicos; y
- emprender iniciativas que promuevan el respeto, la amistad, la colaboración y la reciprocidad.
Proposición 13
La Religión Tradicional Africana (RTA)
Dado que la Iglesia-Familia de Dios en África sigue viviendo codo con codo con los seguidores de la religión tradicional africana, los padres Sinodales han recordado el sabio consejo del Vaticano II (Nostra aetate) que considera a la religión tradicional africana y las demás religiones en esta perspectiva: “Desde los tiempos antiguos hasta hoy en los diversos pueblos se encuentra una cierta sensibilidad a esa fuerza arcana que está presente en el curso de las cosas y sobre los acontecimientos de la vida humana…” (2).
La gente bien informada, que se ha convertido desde la religión tradicional africana, puede guiar a la Iglesia a un cada vez mayor y más preciso conocimiento de las culturas y las religiones africanas, haciendo más fácilmente discernimiento de los verdaderos puntos de oposición. Esto ayudará a la necesaria distinción que debe hacerse entre lo cultural y lo religioso, y especialmente entre lo cultural y esas perniciosas prácticas de brujería que causan la ruptura y la ruina de nuestras familias y sociedades.
Por tanto, siguiendo al Concilio Vaticano II, los Padres Sinodales no rechazan nada de cuanto “es verdadero y santo en estas religiones… [La Iglesia por eso exhorta a sus hijos para que, con prudencia y caridad, por medio del diálogo y de la colaboración con los seguidores de las demás religiones, siempre dando testimonio de la fe y de la vida cristiana, reconozcan, conserven y hagan conocer los valores espirituales, morales y socioculturales que se encuentran en ellas” (2).
Por tanto, este Sínodo propone que:
- la religión tradicional africana y las culturas sean sometidas a una cualificada y completa investigación científica en las Universidades Católicas de África y en las facultades de las Universidades Pontificias romanas a la luz de la Palabra de Dios;
- los obispos, en sus diócesis, deberían emprender una enérgica acción pastoral contra todos aquellos que están implicados en la brujería y decidir qué medidas disciplinares son necesarias; y
- cada obispo debería nombrar un exorcista, donde no lo haya.
Respecto a la brujería y a los cultos,
- la Iglesia local se debe basar en una confrontación equilibrada que estudie este fenómeno a la luz de la fe y de la razón, para liberar a los africanos de esta plaga; y
- un equipo pastoral diocesano multidisciplinar debe preparar un programa pastoral basado en la racionalidad, sobre la redención y la reconciliación.
B) IUSTITIA
Proposición 14
Justicia
“La Iglesia... atestigua al hombre, en nombre de Cristo, su dignidad y su vocación a la comunión de las personas; le enseña las exigencias de la justicia y de la paz, conforme a la sabiduría divina” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2419). Con todo en el estado actual de la pecaminosidad humana y de los corazones heridos, el Antiguo Testamento está seguro en su convicción de que la justicia no puede llegar a la persona humana a través de sus propias fuerzas, sino que es un don de Dios. El Nuevo Testamento desarrolla esta visión, haciendo de la justicia la revelación suprema de la gracia salvífica de Dios. Así la justicia es, ante todo y sobre todo, un don de Dios. Es Dios quien nos justifica a través de Cristo. Esto significa que es Dios quien hace al pecador digno de la relación de comunión y de alianza con Dios y capacita a cada uno a hacer justicia (cf. Relatio post disceptationem).
En realidad el fruto de la reconciliación con Dios y la humanidad está dentro de la misma familia humana, es la recuperación de la justicia y de las justas exigencias de relación. Es por esto que Dios justifica al pecador no teniendo en cuenta sus pecados. O bien uno justifica a aquel que ofendo perdonando sus errores. Ya que Dios nos ha justificado perdonando nuestros pecados reconciliándonos con él, también nosotros podemos instituir relaciones y estructuras justas entre nosotros mismos y en nuestras sociedades, perdonando y no tomando en cuenta los errores de los demás en virtud del amor y la misericordia. ¿Cómo podemos vivir en comunidad y en comunión?
En consecuencia, reunidos en Sínodo los obispos de la Iglesia-Familia de Dios en África, unidos a los sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, se comprometen:
- a buscar en la oración la justicia / justificación de Dios a cuya luz somos capaces de justificar a los demás con amor y misericordia; y
- a ser artífices de estructuras justas en nuestras sociedades a la luz de la justicia que viene de Dios.
Proposición 15
Seguridad en la sociedad
El Sínodo se dirige a todos los miembros de la Iglesia en África, para que promuevan la justicia para todos y el respeto de los derechos humanos a través de la educación cívica, y construyendo una cultura de justicia y de paz. Para realizar esto, las diócesis y las parroquias deberían instituir comisiones para la Justicia y la Paz en colaboración con los jefes de las comunidades locales que pueden actuar de intermediarios.
La actual movilización de las naciones africanas para la reducción de la pobreza y la consecución de una paz duradera ofrece grandes esperanzas. Es por esto que el Sínodo recomienda, por amor a la justicia, el bien común y el bienestar de los pueblos.
El Sínodo hace un llamamiento a los gobiernos para que, desde una justa distribución de los frutos del desarrollo, provean a la seguridad de la sociedad y a las necesidades esenciales de la vida de los más vulnerables.
El Sínodo recuerda a nuestros gobiernos africanos esta realidad y les llama a que promuevan la seguridad de la vida y de la propiedad. La vida es sagrada y debe ser protegida en la seguridad. Los gobiernos deberían poner en marcha un sistema para detener los asesinatos, los secuestros etc. en el continente. La inseguridad de la vida y de la propiedad y la falta del buen orden acrecienta la emigración y la fuga de cerebros, y en consecuencia aumenta la pobreza.
Proposición 16
Fuga de cerebros
Los países y las familias africanas invierten grandes sumas de dinero para formar profesionales para contribuir a mejorar las condiciones de vida de la gente. Por desgracia muchos de ellos abandonan el país nada más terminar la especialización con la esperanza de encontrar mejores condiciones de trabajo y de remuneración.
El Sínodo propone:
- que los países africanos tomen medidas urgentes para mejorar las condiciones de vida y de trabajo en el continente para prevenir la “fuga de cerebros”, de modo que las personas no dejen su país para ser absorbidas en las sociedades desarrolladas;
- que los profesionales ejerzan un sentido de sacrificio y de servicio hacia su propia gente, a cuyas expensas han sido formados; y
- que los países desarrollados apoyen a África al afrontar este problema, desarrollando centros de excelencia académica para que respondan a las necesidades de un desarrollo integral de las sociedades.
Proposición 17
La justicia social y la eliminación de la pobreza
Los Padres Sinodales hacen un llamamiento a una economía al servicio de los pobres y ha denunciado fuertemente un orden económico injusto que ha llevado a perdurar la pobreza.
Por tanto nosotros proponemos que:
1. la Iglesia-Familia de Dios en África se dedique al servicio de los pobres, huérfanos y excluidos a imitación de la vida de la Iglesia primitiva;
2. como la Iglesia primitiva, la Iglesia en África y en las Islas debe desarrollar un sistema interno para responder a sus propias necesidades. A propósito de situaciones de emergencia (catástrofes y desastres) es obligatorio instaurar relaciones de solidaridad entre las diversas diócesis y dentro de las mismas Conferencias Episcopales. Por este motivo es urgente establecer un fondo de solidaridad a nivel continental a través de la red Cáritas. Al mismo tiempo la Iglesia debería esforzarse en promover e inculcar una concepción integral del trabajo como expresión de gratuidad y solidaridad. De esta forma el talento humano será reconocido como necesario para el bien de todos;
3. que los políticos adopten las medidas adecuadas (acceso a la tierra, al agua, infraestructuras, etc.) para remediar la pobreza y para desarrollar políticas que garanticen la autosuficiencia alimentaria y programas educativos que estén orientados a la producción;
4. que se propugne la ulterior cancelación de la deuda en condiciones favorables y la eliminación de la práctica de la usura;
5. los gobiernos africanos deben ser más prudentes en el acceso a subsidios y préstamos, de forma que no traigan al pueblo ulteriores deudas;
6. África debe implicarse activamente como socio importante en los procesos de tomas de decisiones sobre el comercio internacional y sobre las cuestiones socio-económicas que le conciernen;
7. y los esfuerzos arriba mencionados deben estar inspirados y regulados por valores humanos auténticos de promoción integral y de desarrollo humano.
Proposición 18
La doctrina social de la Iglesia
La misión evangelizadora de la Iglesia-Familia de Dios en África se alimenta de materiales de distintas fuentes, la más importante de las cuales en absoluto es la Escritura, la Palabra de Dios. Pero, como se observó en el Sínodo (Relatio ante disceptationem, 6), la conducta y el carácter del ministerio de la Iglesia se ponen de relieve en muchos “acontecimientos y materiales de apoyo”, “subsidia fidei”, como el “Compendio de la Doctrina social de la Iglesia”, una guía muy exhaustiva sobre la misión y sobre la realización de la Iglesia como “maestra” y “levadura”, en el mundo y en su orden social.
En consecuencia, los Padres Sinodales, reconociendo la utilidad del “Compendio” en la tarea de la evangelización del continente y de sus Islas, proponen que cada Conferencia Episcopal nacional y regional:
- revise todos sus materiales catequéticos a todos los niveles (niños, jóvenes, parejas jóvenes, familias) para incluir los elementos de la doctrina social de la Iglesia y traducir el “Compendio” en las lenguas locales;
- exija que la doctrina social de la Iglesia se haga obligatoria en toda la educación de los seminarios y en los programas de formación permanente de los sacerdotes, hombres y mujeres religiosos y en la formación de los laicos al servicio de la Iglesia y de la sociedad;
- reúna, allí donde aún no existen, los mensajes y las cartas pastorales relativas a su enseñanza social;
- cree un grupo de investigadores para redactar el programa de un curso para la enseñanza y la comunicación de los valores sociales y cristianos, de modo que el programa, así concebido, sea enseñado desde la escuela primaria hasta la universidad; y
- haga conocer y amar el Evangelio y los valores africanos de la solidaridad, de la generosidad y del bien común.
Proposición 19
Educación
Los Padres Sinodales manifiestan interés por la educación, idea que a menudo es expresada por el Santo Padre Benedicto XVI. Como en otros lugares alrededor del mundo, África está experimentando la crisis de la educación. Un programa educativo completo e integrado es necesario para unir fe y razón a través del cual el fiel se prepare adecuadamente para afrontar todas las circunstancias de la vida y evitar que se vean abocados a regularse con criterios dualistas y relativistas en sus decisiones cotidianas. La educación no puede ser simplemente reducida a academia, sino que debería inculcar en la juventud el sentido profundo de la vida. La familia debe ser reconocida como primer lugar de educación y por esto asistida en esta misión. Los Padres Sinodales, por ello, insisten en la prioridad de la educación y defienden el derecho del ciudadano al trabajo educativo, que no debe ser monopolio del Estado.
Allí donde las Iglesias han instituido escuelas encaminadas a colaborar con el Estado para promover la educación, es necesario que el derecho de las Iglesias a mantener las escuelas sea respetado. Sería también deseable que el Estado estableciera una colaboración con la Iglesia en el campo educativo, apoyando las escuelas.
Proposición 20
Protocolo de Maputo
Los Padres Sinodales conocen los aspectos problemáticos del Protocolo de Maputo sobre las mujeres y la vida, por ejemplo en lo tocante a la salud reproductiva. Pero sobre todo consideran inaceptable la promoción del aborto en el artículo 14,2/c: “proteger los derechos reproductivos de las mujeres autorizando el aborto clínicamente asistido en los casos de violencia sexual, estupro, incesto, y cuando llevar adelante el embarazo comprometería la salud mental y física de la mujer o del feto”.
Según la enseñanza de la Iglesia, el aborto es contrario a la voluntad de Dios. Además este artículo está en contradicción con los derechos humanos y con el derecho a la vida. Banaliza la seriedad del crimen del aborto y minusvalora el papel de la maternidad. La Iglesia condena esta postura sobre el aborto, proclamando que por valor y dignidad la vida humana debe ser protegida desde la concepción hasta la muerte natural.
Los Padres sinodales invitan a la Iglesia en África y en sus Islas a dedicarse a usar los medios y las estructuras necesarias para acompañar a las mujeres y parejas tentadas de abortar. Además alaban el valor de los gobiernos que combaten el aborto en sus legislaciones.
Fuga de cerebros
Los países y las familias africanas invierten grandes sumas de dinero para formar profesionales para contribuir a mejorar las condiciones de vida de la gente. Por desgracia muchos de ellos abandonan el país nada más terminar la especialización con la esperanza de encontrar mejores condiciones de trabajo y de remuneración.
El Sínodo propone:
- que los países africanos tomen medidas urgentes para mejorar las condiciones de vida y de trabajo en el continente para prevenir la “fuga de cerebros”, de modo que las personas no dejen su país para ser absorbidas en las sociedades desarrolladas;
- que los profesionales ejerzan un sentido de sacrificio y de servicio hacia su propia gente, a cuyas expensas han sido formados; y
- que los países desarrollados apoyen a África al afrontar este problema, desarrollando centros de excelencia académica para que respondan a las necesidades de un desarrollo integral de las sociedades.
Proposición 17
La justicia social y la eliminación de la pobreza
Los Padres Sinodales hacen un llamamiento a una economía al servicio de los pobres y ha denunciado fuertemente un orden económico injusto que ha llevado a perdurar la pobreza.
Por tanto nosotros proponemos que:
1. la Iglesia-Familia de Dios en África se dedique al servicio de los pobres, huérfanos y excluidos a imitación de la vida de la Iglesia primitiva;
2. como la Iglesia primitiva, la Iglesia en África y en las Islas debe desarrollar un sistema interno para responder a sus propias necesidades. A propósito de situaciones de emergencia (catástrofes y desastres) es obligatorio instaurar relaciones de solidaridad entre las diversas diócesis y dentro de las mismas Conferencias Episcopales. Por este motivo es urgente establecer un fondo de solidaridad a nivel continental a través de la red Cáritas. Al mismo tiempo la Iglesia debería esforzarse en promover e inculcar una concepción integral del trabajo como expresión de gratuidad y solidaridad. De esta forma el talento humano será reconocido como necesario para el bien de todos;
3. que los políticos adopten las medidas adecuadas (acceso a la tierra, al agua, infraestructuras, etc.) para remediar la pobreza y para desarrollar políticas que garanticen la autosuficiencia alimentaria y programas educativos que estén orientados a la producción;
4. que se propugne la ulterior cancelación de la deuda en condiciones favorables y la eliminación de la práctica de la usura;
5. los gobiernos africanos deben ser más prudentes en el acceso a subsidios y préstamos, de forma que no traigan al pueblo ulteriores deudas;
6. África debe implicarse activamente como socio importante en los procesos de tomas de decisiones sobre el comercio internacional y sobre las cuestiones socio-económicas que le conciernen;
7. y los esfuerzos arriba mencionados deben estar inspirados y regulados por valores humanos auténticos de promoción integral y de desarrollo humano.
Proposición 18
La doctrina social de la Iglesia
La misión evangelizadora de la Iglesia-Familia de Dios en África se alimenta de materiales de distintas fuentes, la más importante de las cuales en absoluto es la Escritura, la Palabra de Dios. Pero, como se observó en el Sínodo (Relatio ante disceptationem, 6), la conducta y el carácter del ministerio de la Iglesia se ponen de relieve en muchos “acontecimientos y materiales de apoyo”, “subsidia fidei”, como el “Compendio de la Doctrina social de la Iglesia”, una guía muy exhaustiva sobre la misión y sobre la realización de la Iglesia como “maestra” y “levadura”, en el mundo y en su orden social.
En consecuencia, los Padres Sinodales, reconociendo la utilidad del “Compendio” en la tarea de la evangelización del continente y de sus Islas, proponen que cada Conferencia Episcopal nacional y regional:
- revise todos sus materiales catequéticos a todos los niveles (niños, jóvenes, parejas jóvenes, familias) para incluir los elementos de la doctrina social de la Iglesia y traducir el “Compendio” en las lenguas locales;
- exija que la doctrina social de la Iglesia se haga obligatoria en toda la educación de los seminarios y en los programas de formación permanente de los sacerdotes, hombres y mujeres religiosos y en la formación de los laicos al servicio de la Iglesia y de la sociedad;
- reúna, allí donde aún no existen, los mensajes y las cartas pastorales relativas a su enseñanza social;
- cree un grupo de investigadores para redactar el programa de un curso para la enseñanza y la comunicación de los valores sociales y cristianos, de modo que el programa, así concebido, sea enseñado desde la escuela primaria hasta la universidad; y
- haga conocer y amar el Evangelio y los valores africanos de la solidaridad, de la generosidad y del bien común.
Proposición 19
Educación
Los Padres Sinodales manifiestan interés por la educación, idea que a menudo es expresada por el Santo Padre Benedicto XVI. Como en otros lugares alrededor del mundo, África está experimentando la crisis de la educación. Un programa educativo completo e integrado es necesario para unir fe y razón a través del cual el fiel se prepare adecuadamente para afrontar todas las circunstancias de la vida y evitar que se vean abocados a regularse con criterios dualistas y relativistas en sus decisiones cotidianas. La educación no puede ser simplemente reducida a academia, sino que debería inculcar en la juventud el sentido profundo de la vida. La familia debe ser reconocida como primer lugar de educación y por esto asistida en esta misión. Los Padres Sinodales, por ello, insisten en la prioridad de la educación y defienden el derecho del ciudadano al trabajo educativo, que no debe ser monopolio del Estado.
Allí donde las Iglesias han instituido escuelas encaminadas a colaborar con el Estado para promover la educación, es necesario que el derecho de las Iglesias a mantener las escuelas sea respetado. Sería también deseable que el Estado estableciera una colaboración con la Iglesia en el campo educativo, apoyando las escuelas.
Proposición 20
Protocolo de Maputo
Los Padres Sinodales conocen los aspectos problemáticos del Protocolo de Maputo sobre las mujeres y la vida, por ejemplo en lo tocante a la salud reproductiva. Pero sobre todo consideran inaceptable la promoción del aborto en el artículo 14,2/c: “proteger los derechos reproductivos de las mujeres autorizando el aborto clínicamente asistido en los casos de violencia sexual, estupro, incesto, y cuando llevar adelante el embarazo comprometería la salud mental y física de la mujer o del feto”.
Según la enseñanza de la Iglesia, el aborto es contrario a la voluntad de Dios. Además este artículo está en contradicción con los derechos humanos y con el derecho a la vida. Banaliza la seriedad del crimen del aborto y minusvalora el papel de la maternidad. La Iglesia condena esta postura sobre el aborto, proclamando que por valor y dignidad la vida humana debe ser protegida desde la concepción hasta la muerte natural.
Los Padres sinodales invitan a la Iglesia en África y en sus Islas a dedicarse a usar los medios y las estructuras necesarias para acompañar a las mujeres y parejas tentadas de abortar. Además alaban el valor de los gobiernos que combaten el aborto en sus legislaciones.