10/27/09

Proposiciones al Papa aprobadas por el Sínodo

Comunión eclesial y reconciliación

INTRODUCTIO

Proposición 1
Documentos que se presentan al Sumo Pontífice
Los Padres Sinodales presentan a la consideración del Sumo Pontífice los documentos sobre “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz. Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13.14) relativos a este sínodo. Esta documentación comprende: los “Lineamenta”, es “Instrumentum laboris”, las Relaciones “ante” y “post disceptationem” y los textos de las intervenciones, tanto los presentads en el Aula como los “in-scriptis”, las Relaciones de los Círculos Menores y sus discusiones – sobre todo algunas propuestas específicas, que los Padres han considerado de fundamental importancia.
Los mismos Padres piden humildemente al Santo Padre que valore la oportunidad de ofrecer un documento sobre la Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz.
I - ECCLESIA IN SYNODO
Proposición 2
El Sínodo de un nuevo Pentecostés
Si la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos fue llamada “sínodo de la resurrección y de la esperanza” (EIA, 13), los Padres sinodales, en comunión con el Santo Padre el Papa Benedicto XVI, ven esta segunda Asamblea Especial como el sínodo de un “nuevo Pentecostés”.
Agradecidos a Dios, dan las gracias al Santo Padre por la providencial decisión de convocar este sínodo. Los Padres sinodales están contentos de atestiguar el carácter universal de una asamblea sinodal en presencia del Santo Padre, y también de sus más estrechos colaboradores y representantes de la Iglesia de los demás continentes.
Rezan para que el Espíritu de Pentecostés renueve nuestra dedicación apostólica a trabajar para que la reconciliación, la justicia y la paz y la humanidad en general prevalezcan en África y en el resto del mundo, y para que no suceda que los inmensos problemas que pesan sobre África nos superen, y para que seamos “sal de la tierra” y “luz del mundo”.
Que este ejercicio de comunión eclesial y responsabilidad colegial inspire otras estructuras y formas de ministerio de cooperación en la Iglesia – Familia de Dios.
Proposición 3
Comunión eclesial
Por su naturaleza íntima, la Iglesia es una comunión que comporta una solidaridad pastoral orgánica. Los obispos, en comunión con el Obispo de Roma, son los principales promotores de comunión y colaboración en el apostolado de la Iglesia, en el que participan los sacerdotes, los diáconos, las personas consagradas y los fieles laicos. Esta comunión de la Iglesia aparece particularmente en la colegialidad efectiva y afectiva entre los obispos en sus provincias eclesiásticas y a nivel nacional, regional, continental e internacional.
Por esto el Sínodo recomienda que los obispos, los sacerdotes, los diáconos, los religiosos y los laicos refuercen ulteriormente su cooperación a nivel diocesano, nacional, continental e intercontinental. Anima también a una ulterior y continua cooperación entre el Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) y la Confederación de las Conferencias de los Superiores/as Mayores de África y Madagascar (COSMAM).
De esta forma la Iglesia se convierte en un signo más eficaz y promotora de reconciliación, justicia y paz.
Proposición 4
Comunión eclesial a nivel regional y continental
Los Padres sinodales dan gracias a Dios por el trabajo desarrollado desde el SECAM/SCEAM (Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar), en los pasados cuarenta años de su existencia (1969-2009) como primera instancia de comunión eclesial a nivel continental.
Desean que, conservando el Espíritu de Pentecostés, las Conferencias Episcopales nacionales y la Asamblea de la Jerarquía Católica de Egipto renueven su adhesión al SECAM/SCEAM con el fin de asegurar un ministerio pastoral más fructífero en África, con especial referencia a la reconciliación, a la justicia y a la paz.
Por ello animan a los obispos de África a reavivar las estructuras de la comunión eclesial, especialmente la COSMAM (Confederación de las Conferencias de los Superiores/as Mayores de África y Madagascar) y promover otras como:
-un consejo continental para el clero;
-un consejo continental para los laicos y
-un consejo continental para las mujeres católicas.
Piden al SECAM/SCEAM que explore y elabore formas e instrumentos para asegurar una colaboración fructífera en dichas estructuras.
II - SYNODALIA THEMATA
A) Reconciliatio
Proposición 5
El sacramento de la reconciliación
La gracia de Dios crea en nosotros un corazón nuevo y nos reconcilia con él y con los demás. Es esencial para la “reconciliación” el sacramento de la reconciliación, que se debe celebrar según las normas canónicas y en el espíritu de la Exhortación Apostólica post-sinodal Reconciliatio et Poenitentia. Se trata de restituir toda su importancia a la celebración del sacramento de la penitencia en su doble dimensión, individual y comunitaria.
La reconciliación en el plano social favorece la paz. Tras un conflicto la reconciliación reconstruye la unidad de los corazones y la vida en común. En virtud de la reconciliación, naciones durante mucho tiempo beligerantes han reencontrado la paz, ciudadanos devastados por la guerra civil han reconstruido la unidad; personas o comunidades que piden y ofrecen perdón han purificado su memoria; familias divididas vuelven a vivir otra vez en armonía. La reconciliación supera las crisis, restituye dignidad al pueblo y abre el camino al desarrollo y a la duración de la paz en el pueblo a todos los niveles.
Los Padres sinodales lanzan de corazón un llamamiento a todos aquellos que están en guerra en África y hacen sufrir mucho a su pueblo: “cesad las hostilidades y reconciliaos”.
Ellos piden a todos los ciudadanos y los gobiernos de África que reconozcan su fraternidad y promuevan iniciativas de todo tipo que podrían alentar la reconciliación y reforzarla establemente a todos los niveles de la sociedad.
Invitan a la comunidad internacional a que rechace con fuerza los intentos de desestabilizar el continente africano y que provocan constantemente conflictos.
Proponen que las naciones africanas celebren cada año el Día de la reconciliación.
Iniciativas de reconciliación y diálogo ecuménico

Proposición 6
La forma no sacramental de la celebración de la reconciliación
Se favorezca prudentemente también la forma no sacramental de la celebración de la penitencia, de manera tal que revele el carácter eclesial de la penitencia y de la reconciliación. Esto permitirá a las comunidades dispersas, sin sacerdote, vivir un camino real de penitencia y de reconciliación. Permitirá a aquellos cristianos, privados de los sacramentos a causa de su propia condición personal, insertarse en un camino penitencial en la Iglesia. Al inicio de algunos tiempos litúrgicos como el Adviento y la Cuaresma, puede servir también a esas comunidades que tienen un sacerdote, como etapa hacia una recepción más fructífera del sacramento (cf. Reconciliatio et Poenitentia, 37).
Se recuerde a las Conferencias Episcopales que a ellas corresponde “adaptar este Ritual de la Penitencia a las necesidades de cada región” (Reconciliatio et Poenitentia, 38), y a los obispos diocesanos, que a ellos toca “regular la disciplina de la penitencia en su diócesis” (Reconciliatio et Poenitentia, 39).
Proposición 7
Inculturación del sacramento de la reconciliación
Un gran número de cristianos en África muestran una actitud ambigua frente a la conducta de cara a la reconciliación. Éstos adoptan un comportamiento de respeto escrupuloso de los ritos ancestrales de reconciliación, pero conceden poca importancia al sacramento de la penitencia.
Se confirma por tanto como necesario efectuar un estudio serio y profundo de los ritos tradicionales africanos de reconciliación, por ejemplo la reconciliación verbal (en el que un grupo de sabios llevan a cabo un arbitraje público de los casos judiciales), y la resolución de conflictos a través de un “grupo de mediadores”. Organismo similares pueden ser creados dentro de las Comisiones “Justicia y Paz”, para ayudar a los cristianos a realizar una conversión profunda en las celebraciones del sacramento de la reconciliación.
La gracia del sacramento de la penitencia celebrado con fe es suficiente para reconciliarnos con Dios y con el prójimo y no requiere ningún rito tradicional de reconciliación.
Proposición 8
Praxis pastoral de reconciliación
Para favorecer el desarrollo de una cultura de la reconciliación, las Iglesias locales podrán elegir entre las siguientes iniciativas:
1. una Jornada o una Semana de Reconciliación al año, especialmente en Adviento y Cuaresma, o un Año de Reconciliación a nivel continental, para pedir especial perdón a Dios por todos los males y heridas con que nos afligimos mutuamente, y para reconciliar a personas y grupos ofendidos en la Iglesia y en la sociedad. Se pueden organizar actos comunitarios de reconciliación y de perdón; y
2. un Año jubilar extraordinario durante el cual la Iglesia en África y en las Islas adyacentes agradece a Dios con la Iglesia universal y reza por el don del Espíritu Santo. Este periodo de reconciliación debe distinguirse por los siguientes elementos:
a. una conversión personal con la confesión sacramental y la absolución individual;
b. un Congreso Eucarístico continental;
c. la celebración de ritos penitenciales durante los cuales los participantes se perdonen mutuamente;
d. la renovación de las promesas bautismales, durante la cual nuestro ser discípulos de Jesús supera todas las formas de sometimiento al clan o a un partido político; y
e. una vida eucarística renovada.
Proposición 9
La espiritualidad de la reconciliación
“En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo” (2 Cor 5, 19-20). Reconciliación implica un modo de vida (espiritualidad) y una misión. Para llevar a cabo una espiritualidad de reconciliación, justicia y paz, la Iglesia necesita testigos arraigados profundamente en Cristo, nutridos de su Palabra y de los sacramentos. Así, estos podrán esforzarse hacia la santidad, sobre la base de una conversión permanente y de una intensa vida de oración, y entregarse a la tarea de la reconciliación, la justicia y la paz en el mundo, hasta el martirio, a ejemplo de Cristo. Con su valor en la verdad, con su abnegación y con su alegría, estos ofrecen un testimonio profético en un modo de vida coherente con la propia fe. María, la Madre de la Iglesia-Familia de Dios, que acogió voluntariamente la Palabra de Dios, escuchó las necesidades humanas y fue mediadora compasiva, será modelo de esto.
Los Padres sinodales recomiendan:
- que se preserve la memoria de los grandes testigos que dieron su vida al servicio del Evangelio, y que promovieron el bien común y defendieron la verdad y los derechos humanos, y que sean conmemorados fielmente;
- que los miembros de la Igelsia desarrollen un sentido de responsabilidad hacia sus propias acciones y una continua “metanoia”, que pueda celebrarse regularmente en el sacramento de la reconciliación;
y
- que la celebración y adoración de la Eucaristía, la oración y meditación sobre la Palabra de Dios, constituyan profundamente a la Iglesia-Familia de Dios en el Señor y le den la fuerza de ser “sal de la tierra” y “luz del mundo”.
Proposición 10
Dialogo ecuménico
En el servicio a la reconciliación, a la justicia y a la paz en el continente y en unión con la Iglesia universal, la Iglesia en África renueva su propio compromiso con el diálogo y la colaboración ecuménica. Una cristiandad dividida es un escándalo, porque contradice la voluntad del Maestro divino, que rezó para que sus seguidores pudiesen ser una sola cosa (cf. Jn 17, 21). Por ello el objetivo del diálogo ecuménico está tanto en dar testimonio de la comunión de los fieles en Cristo, como en proceder hacia la unidad cristiana con aquellos con quienes compartimos la misma fe, a través de la escucha de la Palabra de Dios y la colaboración en el servicio a los hermanos y hermanas “en un solo Señor… un solo Bautismo, un solo Dios y Padre de todos…” (Ef 4, 5-6). En consecuencia el Sínodo alaba los esfuerzos del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para iniciar y mantener el diálogo con las demás Iglesias y comunidades eclesiales.
El Sínodo es consciente de que, aunque la unidad de los cristianos no sea aún una realidad, cristianos en distintos países africanos se han reunido en varias asociaciones (como la Asociación Cristiana de Nigeria, el Consejo Cristiano de Liberia, etc.) para promover obras comunes de caridad y para salvaguardar los intereses de los cristianos en los modernos estados pluralistas. El Sínodo alaba estos esfuerzos y los recomienda en otros países, donde estas asociaciones pueden servir a la causa de la paz y de la reconciliación.
Además, el Sínodo invita a la Iglesia en cada diócesis o región a asegurarse de que la semana dedicada a la oración por la unidad de los cristianos esté marcada por oraciones y actividades comunes que promuevan la unidad de los cristianos “para que todos sean una sola cosa” (Jn 17, 21).