El Papa ayer en Santa Marta
Bienaventurados los que caminan en la Ley del Señor.
La Ley no es solo para estudiarla, sino para “caminarla”. La Ley es
para la vida, para ayudar a hacer el Reino, hacer la vida. Hoy el Señor
nos dice que también el Reino está en camino.
¿Qué es el Reino de Dios? A lo mejor
consideramos que el Reino de Dios es una estructura muy bien hecha, con
todo ordenado, organigramas bien hechos…, y lo que no entre ahí, no está
en el Reino de Dios. ¡No! Con el Reino de Dios pasa lo mismo que puede
pasar con la Ley: el fijismo, la rigidez… La Ley es para caminarla, el Reino de Dios está en camino. No está quieto. Es más, el Reino de Dios se hace todos los días.
Jesús habla en sus parábolas de cosas de
la vida diaria: la levadura —que no se queda en levadura, porque al
final se mezcla con la harina—, está en camino y hace el pan. Y la
semilla, que tampoco se queda en semilla, porque muere y da vida al
árbol. Levadura y semilla están en camino para hacer otra cosa, y para
hacerlo mueren. No es cuestión de pequeñez —¿es poca cosa o gran cosa?—,
es un problema de camino, y en el camino sucede la transformación.
Uno que ve la Ley y no camina, tiene una
postura fija, una actitud de rigidez. ¿Cuál es la actitud que el Señor
nos pide para que el Reino de Dios crezca y sea pan para todos y también
casa para todos? ¡La docilidad! El Reino de Dios crece con la docilidad
a la fuerza del Espíritu Santo. La harina deja de ser harina y se
convierte en pan, porque es dócil a la fuerza de la levadura; y la
levadura se deja mezclar con la harina… No sé, la harina no tiene
sentimientos, pero dejarse mezclar se puede pensar como un sufrimiento,
¿no? Y luego se deja cocinar, ¿verdad? Pues también el Reino crece así, y
al final es comida para todos. La harina es dócil a la levadura y
crece; pues el Reino de Dios es así: el hombre y la mujer dóciles al
Espíritu Santo crecen y son don para todos. También la semilla es dócil
para ser fecunda, y pierde su entidad de semilla y se convierte en otra
cosa, mucho más grande: se trasforma. Así es el Reino de Dios: en camino: en camino hacia la esperanza, en camino hacia la plenitud.
El Reino de Dios se hace todos los días
con la docilidad al Espíritu Santo, que es el que une nuestra pequeña
levadura o la pequeña semilla con su fuerza, y los transforma para hacer
crecer. En cambio, si no caminamos, nos volvemos rígidos y la rigidez
nos hace huérfanos, sin Padre. El rígido solo tiene dueños, no un padre.
El Reino de Dios es como una madre que crece y fecunda, se da a sí
misma para que los hijos tengamos comida y casa, según el ejemplo del
Señor. Hoy es un día para pedir la gracia de la docilidad al Espíritu
Santo. Muchas veces somos dóciles a nuestros caprichos, a nuestros
juicios: Yo hago lo que me da la gana. Así no crece el Reino, ni
crecemos nosotros. Será la docilidad al Espíritu Santo la que nos hará
crecer y transformar, como la levadura y la semilla. Que el Señor nos dé
a todos esta gracia de la docilidad.