El Papa ayer en Santa Marta
Acabamos de leer en la Primera Lectura (Ef 1,1-10): Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la
persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El cristiano es bendecido por el Padre, por Dios.
¿Cuáles son los rasgos de esa bendición
para un cristiano? Ante todo, el cristiano es una persona elegida. El
Padre nos ha elegido uno a uno, no como a una multitud oceánica. Hemos
sido elegidos y esperados por el Padre. Pensemos en una pareja, cuando
esperan un hijo: ¿Cómo será? ¿Y cómo será su sonrisa? ¿Y cómo hablará?
Pues yo me atrevo a decir que también nosotros, cada uno de nosotros,
ha sido soñado por el Padre como un papá y una mamá sueñan con el hijo
que esperan. Y eso te da una gran seguridad. El Padre te ha querido a
ti, no a la masa de gente, no: a ti, a ti, a ti. A cada uno. Es el
fundamento, es la base de nuestro trato con Dios. Hablamos con un Padre
que nos quiere, que nos ha elegido, que nos ha dado un nombre. Así pues,
el cristiano es elegido, soñado por Dios. Y cuando vivimos así,
sentimos en el corazón un gran consuelo, no nos sentimos abandonados, no
se nos dice: “apáñatelas como puedas”.
El segundo rasgo de la bendición del
cristiano es sentirse perdonados. Un hombre o una mujer que no se siente
perdonado, no es plenamente cristiano. Todos hemos sido perdonados con
el precio de la sangre de Cristo. Pero, ¿de qué he sido perdonado? Pues
haz un poco de memoria y recuerda las cosas feas que has hecho, no las
de tu amigo, tu vecino, tu vecina: ¡las tuyas! ¿Qué cosas feas he hecho
yo en mi vida? Pues el Señor te ha perdonado esas cosas. Así pues, soy
bendecido, soy cristiano. O sea, primer rasgo: soy elegido, soñado por
Dios, con un nombre que Dios me ha dado, amado por Dios. Segundo rasgo:
perdonado por Dios.
Y tercer rasgo: el cristiano es un
hombre y una mujer en camino hacia la plenitud, al encuentro con Cristo
que nos ha redimido. No se puede entender un cristiano quieto. El
cristiano debe ir siempre adelante, debe caminar. El cristiano parado es
aquel hombre que recibió un talento, y por miedo a la vida, por miedo a
perderlo, por miedo al dueño, por miedo o por comodidad, entierra y
deja allí el talento, y él se queda tan tranquilo y se pasa la vida sin
avanzar. El cristiano es un hombre en camino, una mujer en camino, que
hace siempre el bien, que procura hacer el bien, e ir siempre adelante.
Esa es la identidad cristiana:
bendecidos, porque hemos sido escogidos, porque hemos sido perdonados y
porque estamos en camino. Ni somos anónimos, ni somos tan soberbios como
para no tener necesidad de perdón, ni nos quedamos quietos.
Que el Señor nos acompañe con esta
gracia de la bendición que nos dio, es decir, con la bendición de
nuestra identidad cristiana.