P. Antonio Rivero, L.C.
Textos: Eclesiástico 15, 15-20; 1 Corintios 2, 6-10; Mateo 5, 17-37
Idea principal: el cristianismo consiste en encontrarnos con Cristo y seguirlo, y no en cumplir unos preceptos y leyes.
Resumen del mensaje: Es verdad que el cristianismo es el encuentro y el seguimiento de una persona, Jesús, como nos dice el Papa Benedicto XVI y no el conjunto de unos preceptos
a cumplir. Pero cuando uno ama a una persona, y esa persona es Dios, el
guardar los mandamientos que nos pide, no es una esclavitud o un fardo
pesado, sino una oportunidad para demostrarle nuestra fidelidad
(evangelio) y ese amor con obras, pues “obras son amores”. El cumplir
esos preceptos depende de nosotros y es de sabios (primera y segunda
lecturas). Y Dios se alegrará y nos sorprenderá al final de la vida
(segunda lectura).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, ser cristiano no
significa cumplir a rajatabla farisaicamente una serie de leyes para
tranquilizar la conciencia o para ganarnos el cielo. Ser cristiano es seguir
a Cristo, el más bello de los hijos de los hombres, encontrarse con Él,
dejarse amar por Él, y así dejarnos transformar por Él, aprendiendo su
estilo de vida y su mentalidad, purificando nuestros afectos junto a su
corazón y rectificando las decisiones de nuestra voluntad, si no están
de acuerdo a su santa Voluntad. Sólo cumplir por cumplir los preceptos
es anclarnos en el Antiguo Testamento. Pero encontrarnos y amar a
Cristo, cumpliendo con cariño su santa ley que se sintetiza en amar a
Dios y al prójimo, nos eleva y nos da la póliza del Nuevo Testamento,
que Cristo selló con su sangre, llevando a plenitud la antigua ley, que
Él no demolió sino que cumplió y llevó a plenitud (evangelio).
En segundo lugar, habiendo hecho la experiencia del amor de Cristo, porque nos encontramos con Él, entonces los preceptos
que hoy nos da a quienes le seguimos nos parecen obvios, justos y
canalizarán nuestra libertad para que no caiga en libertinaje. ¿Cuáles
son esos preceptos que hoy nos recuerda, que son antiguos y que Él
perfecciona y completa? No sólo no matar, sino también no enfadarnos ni
guardar rencor. No sólo no cometer adulterio físico, sino también el
reclamo a vivir la pureza de ojos y de corazón. No sólo no jurar en
falso, sino simplemente no jurar en absoluto, basándonos siempre en la
veracidad: el sí y el no de un seguidor de Cristo deben ser creíbles
(evangelio). La interpretación que Jesús hace de una serie de mandatos
del Antiguo Testamento, ciertamente en una línea más profunda que la de
los escribas y fariseos, va hacia la interiorización y la autenticidad
más plena.
Finalmente, por tanto, el problema está en saber conjugar sabiamente (segunda lectura) en nuestra vida dos realidades: la ley y la libertad.
La primera lectura del Eclesiástico nos dice que cada uno es libre y
debe tomar sus decisiones en la vida. Dios no nos obliga nunca, para eso
nos hizo libres. Escoger el mal o no despreciar los preceptos de la ley
no es de sabios. La verdadera sabiduría es seguir la voluntad de Dios
(primera lectura).
Para reflexionar: ¿Por qué nos cuesta tanto
cumplir los mandamientos? ¿Por qué no nos gustan los preceptos? ¿Hemos
sabido conjugar ley y libertad en clave de amor a Cristo o en clave de
esclavitud y fardo pesado que hay que soslayar y tirar a la cuneta?
Para rezar: Señor, dame la gracia de
encontrarme contigo, que eres mi Dios y Salvador. Que este encuentro me
transforme interiormente y me lleve a vivir con amor y libremente tus
preceptos, porque siempre quieres lo mejor para mí. Y quiero cumplir tu
ley para darte gusto a Ti, mi Señor. Y cuando me cueste mucho llevar tu
cruz, te pediré que seas mi Cireneo.