El Papa en Santa Marta
La paloma, el arco iris y la alianza.
Tres imágenes de la primera Lectura del Libro del Génesis (9,1-13),
donde se narra cuando Noé liberó la paloma después del diluvio. Esa
paloma, que vuelve con el ramo de olivo, es la señal de lo que Dios
quería tras el diluvio: la paz, que todos los hombres estuvieran en paz.
La paloma y el arco iris son frágiles. El arco iris es bonito tras la
tormenta, pero luego viene una nube y desaparece. También la paloma es
frágil. Recuerdo que, hace dos años, en el Ángelus del domingo, un
gavilán mató a las dos palomas que solté junto a dos niños desde la
ventana del Palacio Apostólico.
La alianza que Dios hace es fuerte, pero
nosotros la recibimos y la aceptamos también con debilidad. Dios hace
la paz con nosotros, pero no es fácil conservar la paz. Es una labor de
todos los días, porque dentro de nosotros todavía está esa semilla,
aquel pecado original, el espíritu de Caín que, por envidia, celos,
codicia y querer de dominación, hace la guerra. Hablando de la alianza
entre Dios y los hombres, se hace referencia a la sangre. De vuestra
sangre –se lee en la primera lectura– yo os pediré cuentas; “pediré
cuentas de vuestra sangre, que es vuestra vida; se las pediré a
cualquier animal. Y al hombre le pediré cuentas de la vida de su
hermano”. Somos protectores de nuestros hermanos, y cuando hay
derramamiento de sangre hay pecado y Dios nos pedirá cuentas. Hoy en el
mundo hay derramamiento de sangre. Hoy el mundo está en guerra. Tantos
hermanos y hermanas mueren, incluso inocentes, porque los grandes, los
poderosos, quieren un trozo más de tierra, un poco más de poder o
quieren ganar un poco más con el tráfico de armas. Y la Palabra del
Señor es clara: “Pediré cuentas de vuestra sangre, que es vuestra
vida; se las pediré a cualquier animal. Y al hombre le pediré cuentas de
la vida de su hermano”. También a nosotros, que parece que estamos
aquí en paz, el Señor pedirá cuentas de la sangre de nuestros hermanos y
hermanas que sufren la guerra.
¿Cómo protejo yo la paloma? ¿Qué hago
para que el arco iris sea siempre una guía? ¿Qué hago para que no se
derrame más sangre en el mundo? Todos estamos implicados en esto. La
oración por la paz no es una formalidad, el trabajo por la paz no es una
formalidad. La guerra comienza en el corazón del hombre, comienza en
casa, en las familias, entre amigos, y luego va más allá, a todo el
mundo. ¿Qué hago cuando siento que viene a mi corazón algo que quiere
destruir la paz? La guerra comienza aquí (se señala el corazón) y acaba allá (señala a lo lejos).
Las noticias las vemos en los periódicos, en la televisión. Hoy tanta
gente muere, y esa semilla de guerra que hace la envidia, los celos, la
codicia en mi corazón, es la misma —crecida, hecha árbol— que la bomba
que cae en un hospital, en una escuela, y mata niños. Es lo mismo. La
declaración de guerra comienza aquí, en cada uno. Por eso la pregunta:
¿Cómo protejo yo la paz en mi corazón, en mi interior, en mi familia?
Proteger la paz, no solo conservarla: hacerla con las manos,
artesanalmente, todos los días. Y así lograremos hacerla en el mundo
entero.
La sangre de Cristo es lo que hace la
paz, pero no la sangre que yo hago con mi hermano o que hacen los
traficantes de armas o los poderosos de la tierra en las grandes
guerras. Recuerdo que, siendo niño, comenzó a sonar la alarma de los
bomberos, y luego salió en los periódicos y en toda la ciudad. Se hacía
para llamar la atención sobre un hecho o una tragedia u otra cosa. Y en
seguida oí a la vecina de casa que llamaba a mi madre: “¡Señora Regina, venga, venga, venga!”. Y mi madre salió un poco asustada: “¿Qué ha pasado?”. Y aquella mujer, desde la otra parte del jardín, le decía: “¡Ha terminado la guerra!”, y lloraba. Todavía me acuerdo del abrazo entre las dos mujeres, el llanto y la alegría porque la guerra había acabado.
Que el Señor nos dé la gracia de poder decir, llorando: “Ha
terminado la guerra. Ha terminado la guerra en mi corazón, ha terminado
la guerra en mi familia, ha terminado la guerra en mi barrio, ha
terminado la guerra en el puesto de trabajo, ha terminado la guerra en
el mundo”. Así será más fuerte la paloma, el arco iris y la alianza.