– 8:15 de la mañana, el Santo Padre llegará al aeropuerto de Génova.
Será recibido por el Arzobispo de la Ciudad acompañado por las
Autoridades civiles.
– 8:30 El Papa se trasladará a la fábrica siderúrgica “Ilva”, donde
tendrá lugar el Encuentro con los representantes del Mundo del trabajo.
– 10.00 En la catedral de San Lorenzo de Génova, el Papa Francisco
encontrará a los obispos, el clero, los seminaristas y religiosos de la
Región Eclesiástica de Liguria y a los representantes de otras
confesiones religiosas.
– 12:00 El Pontífice saludará a los Jóvenes de la misión diocesana de Génova en el Santuario de Nuestra Señora de la Guardia.
-13:00 El mismo Santuario, el Santo Padre almorzará con los pobres, los refugiados, los sin techo y los encarcelados.
– 15:15 Papa visitará el hospital pediátrico “Giannina Gaslini”,
para saludar a los niños hospitalizados en este centro de salud.
– 17:00 El sucesor de Pedro presidirá la Santa Misa en la “Plaza
Kennedy”, con todos los fieles allí congregados. Culminada la
Celebración Eucarística, el Papa Francisco se despedirá del Arzobispo de
Génova y de las Autoridades civiles en el aeropuerto de la ciudad y
tomará un vuelo hacia Roma para regresar al Vaticano.
Rezar, llevar y estar en el mundo con el Señor
Al concluir su visita invita a “ejercitar la fuerza suave de la
oración con la que se pueden también detener las guerras y obtener la
paz”
Con una misa presidida por el santo padre
Francisco en una explanada de la costa de Génova, concluyó la visita
apostólica de 12 horas en la ciudad portuaria.
Vistiendo paramentos crema con los bordes dorados y endosando el palio, el Santo Padre se dirigió a los varios miles de personas allí reunidos en esta zona del puerto.
El altar puesto en el centro de una construcción de fondo blanco, enarbolaba una hermosa cruz de madera y plata, como de plata era el altar.
“Recordemos de echar cada día el ancla en Cristo”, dijo el Papa en su homilía, “Jesús es nuestro abogado” debemos llevarle las situaciones y las dificultades”. Invitó a rezar para llevar todo a Dios, a confiarle el mundo, porque “la oración es intercesión, non es tranquilidad, es caridad”. Invitó así a ponerse en juego para interceder “los unos por los otros”, sin cansarnos porque “es nuestra primera responsabilidad”; “es nuestra primera misión”.
No gritar con más fuerza según la lógica de este mundo. Dijo, sino “ejercitar la fuerza suave de la oración con la que se pueden también detener las guerras y obtener la paz”.
“El Señor envía a los suyos a anunciarlo con la fuerza del Espíritu”. El Señor nos quiere en salida, libres de la tentación de contentarnos cuando estamos bien. “Nuestra identidad es ir en el mundo con el Señor”. “Pongámonos en juego, con coraje, sabiendo que hay más alegría en dar que en recibir”, dijo. Y concluyó exhortando: “Que el Señor sea el coraje de nuestro caminar”.
Vistiendo paramentos crema con los bordes dorados y endosando el palio, el Santo Padre se dirigió a los varios miles de personas allí reunidos en esta zona del puerto.
El altar puesto en el centro de una construcción de fondo blanco, enarbolaba una hermosa cruz de madera y plata, como de plata era el altar.
“Recordemos de echar cada día el ancla en Cristo”, dijo el Papa en su homilía, “Jesús es nuestro abogado” debemos llevarle las situaciones y las dificultades”. Invitó a rezar para llevar todo a Dios, a confiarle el mundo, porque “la oración es intercesión, non es tranquilidad, es caridad”. Invitó así a ponerse en juego para interceder “los unos por los otros”, sin cansarnos porque “es nuestra primera responsabilidad”; “es nuestra primera misión”.
No gritar con más fuerza según la lógica de este mundo. Dijo, sino “ejercitar la fuerza suave de la oración con la que se pueden también detener las guerras y obtener la paz”.
“El Señor envía a los suyos a anunciarlo con la fuerza del Espíritu”. El Señor nos quiere en salida, libres de la tentación de contentarnos cuando estamos bien. “Nuestra identidad es ir en el mundo con el Señor”. “Pongámonos en juego, con coraje, sabiendo que hay más alegría en dar que en recibir”, dijo. Y concluyó exhortando: “Que el Señor sea el coraje de nuestro caminar”.