El Papa ayer en Santa Marta
Dios renueva todo desde las raíces, no
solo en la apariencia. Es lo que dice la Primera Lectura de la Carta a
los Hebreos (8,6-13), sobre la recreación que Dios hace en Jesucristo.
Esta nueva alianza tiene sus
características. Primero, la ley del Señor no es un modo de obrar
externo, sino que entra en el corazón y nos cambia la mentalidad. En la
nueva alianza hay un cambio de mentalidad, hay un cambio de corazón, un
cambio de sentir, de modo de actuar, un modo distinto de ver las cosas.
Es como la obra que un arquitecto puede mirar de modo frío, con envidia,
o bien con actitud de alegría y benevolencia. La nueva alianza nos
cambia el corazón y nos hace ver la ley del Señor con ese nuevo corazón,
con esa nueva mente. Pensemos en los doctores de la ley que perseguían a
Jesús. Hacían todo, todo lo que estaba prescrito en la ley, tenían el
derecho en la mano, todo, todo, todo. Pero su mentalidad era una
mentalidad alejada de Dios. Era una mentalidad egoísta, centrada en sí
mismos: su corazón era un corazón que condenaba, siempre condenando. La
nueva alianza nos cambia el corazón y nos cambia la mente. Hay un cambio de mentalidad.
El Señor sigue adelante y nos asegura
que perdonará las iniquidades y no se acordará más de nuestros pecados
(cfr. Hb 8,12). Y a veces me gusta pensar, bromeando un poco con el
Señor: ¡Tú no tienes buena memoria! Es la debilidad de Dios: cuando nos perdona, olvida. Olvida porque perdona. Ante un corazón arrepentido, perdona y olvida: pues perdonaré sus delitos y no me acordaré ya de sus pecados. Pero también es una invitación a no hacer recordar al Señor los pecados, o sea, a no pecar más: Tú me has perdonado, has olvidado, pero yo tengo que cambiar. Un cambio de vida:
la nueva alianza me renueva y me hace cambiar de vida, no solo de
mentalidad y de corazón, sino de vida. Vivir así: sin pecado, lejos del
pecado. Esa es la recreación. Así el Señor nos recrea a todos.
Finalmente, el tercer rasgo, el cambio de pertenencia.
Nosotros pertenecemos a Dios, los otros dioses no existen, son
estupideces. Cambio de mentalidad, pues, cambio de corazón, cambio de
vida y cambio de pertenencia. Y esta es la recreación que el Señor hace
más maravillosamente que la primera creación. Pidamos al Señor que
sigamos adelante con esta alianza de ser fieles. El sello de esta
alianza, de esta fidelidad, ser fiel a esa labor que el Señor hace para
cambiarnos la mentalidad, para cambiarnos el corazón. Los profetas
decían: El Señor cambiará tu corazón de piedra en corazón de carne (cfr.
Ez 11,19). Cambiar el corazón, cambiar la vida, no pecar más o no hacer
recordar al Señor lo que ha olvidado con nuestros pecados de hoy, y
cambiar la pertenencia: jamás pertenecer a la mundanidad, al espíritu
del mundo, a las estupideces del mundo, solo al Señor.