El papa Francisco recibió este jueves
en el Vaticano a varios cientos de personas sobrevivientes del
terremoto del 24 de agosto de 2016 ocurrido en Italia central, quienes
le recibieron con profunda emoción y a quienes el Santo Padre fue
saludando a medida que entraba en el Aula Pablo VI.
Diversas personas dieron su testimonio de este trágico evento, que
claramente cambió todo en estos lugares en donde murieron unas
trescientas personas de sus tres mil habitantes, y cuyos pueblos
quedaron literalmente arrasados.
Con un ‘Buon giorno‘ el Papa inició sus palabras que
improvisó, señalando que tomó nota de algunas frases que le llegaron al
corazón. “Reconstruir” fue la primera palabra, y “los corazones más aún
que las casas”, dijo. También la de un señor que narró: “por tercera vez
comenzaré a construir mi casa”.
“No hay lugar para el optimismo, sí para la esperanza”, señaló
Francisco y elogió ese papá que dejó a sus hijos en las manos de otros
para ir a auxiliar a quienes aún estaban atrapados.
El Pontífice confió que le gusta bendecir las manos de los médicos y
de los enfermeros “porque sirven para curar”, y le gustaría hacerlo con
la de los bomberos, los socorristas y a todos aquellos que allí
ayudaron.
Comentó también una frase del párroco don Luciano Avenati, del pueblo Sant’Eutizio in Preci:
“Nos quedamos allí para no herir aún más nuestra tierra”, en donde cada
uno sufrió algo, otros perdieron tanto, sus parientes, sus padres.
Citando al párroco dijo que “sucedieron también ‘milagros’ en el
momento del dolor, con reconciliaciones que dejaron atrás viejas riñas y
permitieron reencontrarse, con la ayuda mutua”. Otro testimonio dijo:
“Hoy nuestra vida no es la misma”, y el Papa añadió que “las cicatrices
quedarán para toda la vida”.
Elogió al párroco que no abandonó a su redil y les pidió a los
presentes “tener la capacidad de soñar” para reconstruir las casas, la
iglesia y el tejido social, y por darnos el ejemplo de coraje y así
ayudarnos a combatir nuestro egoísmo.
El Papa concluyó la audiencia rezando un Ave María, e impartió su bendición.