Buscar a Jesús en el silencio de un Sagrario o en el sufrimiento de los pobres
VER
En varias partes del mundo hay conflictos y
guerras. En Siria, entre israelíes y palestinos, en diversas regiones de
Africa, en Venezuela, y en tantos otros lugares, con mayor o menor
intensidad. Pero lo mismo sucede entre nosotros. En Oxchuc y Chenalhó,
no han podido tomar plena posesión como presidentas municipales dos
mujeres, a pesar de que las autoridades federales les han confirmado en
sus puestos. No es cuestión de género, sino que hay divisiones internas
en sus comunidades, que tornan muy peligrosa, incluso sangrienta, su
reinstalación. Es lo que queremos evitar. Pero el interés por el dinero,
por administrar los recursos públicos, impide cualquier negociación y
acuerdo. No hay la paz social que anhelamos en esos lugares. Y con
bloqueos carreteros, que dañan tanto a las propias comunidades y al
turismo, presionan para quedarse con el poder.
Tampoco hay paz en muchos hogares. ¡Cuánto sufren
los hijos con el alcoholismo de un papá, o con la violencia
intrafamiliar! Hay hermanos que no se hablan, por inconformidades
internas con las herencias. ¡Cuánta guerra, subterránea o abierta, entre
los candidatos de partidos políticos! Entre los mismos seguidores de
Jesús, hay ataques fundamentalistas, usando hasta la misma Biblia para
destrozarnos. Y ¡cuántos corazones rotos por odios y resentimientos,
incapaces de perdonar!
En cambio, cuando descubrimos a Jesús y lo sentimos cercano, la vida
cambia por completo. Así me lo escribió un encarcelado, ahora que visité
el Centro de Readaptación Social No. 5 de Chiapas, como acostumbramos
hacer muchos obispos y sacerdotes en las fiestas navideñas: “Como nunca,
entiendo de manera literal lo que significa no ser libre a causa del
pecado. Tenemos muchas cárceles: vicios, excesos, alejamientos,
rencores, enfermedades, pobreza, hambre, indiferencia, y sólo cuando
estás en la cárcel y te dicen que alguien llegará para darte la
libertad, tu corazón despierta y comienza a albergar una luz en su
interior: esperanza… En Navidad, damos gracias a Dios que nos libera,
que puso su vista en nosotros y nuestra necesidad… Por eso, para quienes
no somos libres, este día es un día de alegría, porque hoy nace Dios, y
por eso es un día feliz”.
PENSAR
El Papa Francisco, con ocasión de la Navidad, nos invita a volver los
ojos a Jesús. Si lo aceptamos y procuramos vivir su Evangelio, no sólo
encontraremos paz y esperanza para nosotros, sino que las contagiaremos a
los demás:
“Cuando todo parece terminar, cuando, ante tantas realidades
negativas, la fe se hace difícil y viene la tentación de decir que nada
más tiene sentido, ahí está en cambio la bella noticia: Dios está
viniendo a realizar algo nuevo, a instaurar un reino de paz; Dios viene a
traer libertad y consolación. El mal no triunfará por siempre; existe
un final para el dolor. La desesperación ha sido vencida, porque Dios
está entre nosotros.
Estamos llamados a convertirnos en hombres y mujeres de esperanza.
Pero qué feo es cuando encontramos un cristiano que ha perdido la
esperanza: “Yo no espero nada, todo ha terminado para mí”; un cristiano
que no es capaz de mirar el horizonte con esperanza y, ante su corazón,
solo hay un muro. ¡Dios destruye estos muros con el perdón! Y por esto,
nuestra oración para que Dios nos dé cada día la esperanza y la dé a
todos, aquella esperanza que nace cuando vemos a Dios en el pesebre en
Belén. Y viendo al pequeño Niño de Belén, los pequeños del mundo sabrán
que la promesa se ha cumplido, el mensaje se ha realizado. En un niño
apenas nacido, necesitado de todo, envuelto en pañales y puesto en un
pesebre, está contenida toda la potencia del Dios que salva”
(14-XII-2016).
“Para encontrarlo, hay que ir allí, donde él está: es necesario
reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela:
nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a
renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las
insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que
siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de
nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido
luminoso de la vida” (24-XII-2016).
ACTUAR
Si piensas que esto son sólo bellas palabras,
consuelos baratos, sentimentalismos ocasionales, haz la prueba de
acercarte a Jesús y verás cómo cambia tu corazón. Encontrarás la paz que
necesitas, suceda lo que sucediere, y serás constructor de paz a tu
alrededor. Búscalo en el silencio de un Sagrario y en el sufrimiento de
los pobres. Tu vida será diferente.