El Papa en el Ángelus
“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días! La lectura del evangelio de hoy,
contiene la primera parte de las palabras de Jesús sobre los últimos
tiempos, escritas por Lucas. Jesús las pronuncia mientras se encuentra
delante al Templo de Jerusalén y se apoya en las expresiones de
admiración de la gente por la belleza del santuario y de sus
decoraciones. Entonces Jesús dice:
“De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre
piedra: todo será destruido”. Podemos imaginar el efecto de estas
palabras sobre los discípulos de Jesús. Peo él no quiere ofende al
templo sino hacer entender a ellos, y también a nosotros hoy, que las
construcciones humanas incluso las más sagradas, son pasajeras y no
tenemos que poner en ellas nuestras seguridades.
¡Cuántas presuntas certezas en nuestra vida pensábamos que eran
definitivas y después se revelaron efímeras! De otra parte ¡cuántos
problemas que parecían sin salida después fueron superados!
Jesús sabe que existen siempre quienes especulan sobre la necesidad
que los hombres tienen de seguridades. Por lo tanto dice: ‘Tengan
cuidado, no se dejen engañar’, y pone en guardia de tantos falsos mesías
que se presentarán. También hoy los hay.
Y añade que no hay que hacerse terrorizar y desorientar por guerras,
revoluciones y calamidades, porque estas son también parte de la
realidad de este mundo.
La historia de la Iglesia es rica en ejemplos de personas que
soportaron tribulaciones y sufrimientos terribles con serenidad, porque
eran conscientes de estar fuertemente en las manos de Dios. Él es un
padre fiel y atento que no abandona nunca a sus hijos. Nunca, y esta
certeza la debemos tener en nuestro corazón. Dios no nos abandona nunca.
Quedarse firmes en el Señor, caminar en la esperanza de que no nos
abandona nunca, trabajar para construir un mundo mejor, a pesar de las
dificultades y los hechos tristes que marcan la existencia personal y
colectiva es lo que realmente cuenta.
Es lo que la comunidad cristiana está llamada a hacer para ir al
encuentro del ‘día del Señor’. Justamente en esta perspectiva queremos
colocar el empeño que parte de estos meses en los cuales hemos vivido
con fe el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que hoy se concluye
en las diócesis de todo el mundo con el cierre de las Puertas Santas en
las iglesias catedrales. El Año Santo nos ha llamado, de una parte, a
tener fija la mirada hacia el cumplimiento del Reino de Dios y, de otra,
a construir el futuro sobre esta tierra, trabajando para evangelizar el
presente, para realizar un tiempo de salvación para todos.
Jesús en el Evangelio nos exhorta a tener firme en la mente y en el
corazón la certeza de que Dios conduce nuestra historia y conoce el fin
último de las cosas y de los eventos.
Bajo la mirada misericordiosa del Señor se sucede la historia en su
fluir incierto y en su entrelazarse del bien y del mal. Pero todo lo que
sucede está conservado en Él, nuestra vida no se puede perder porque
está en sus manos.
Recemos a la Virgen María, para que nos ayude a través de los hechos
gozosos y tristes de este mundo a mantenerse firme en la esperanza de la
la eternidad de Dios. Recemos a la Virgen a que nos ayude a entender en
profundidad la verdad de que Dios nunca abandona a sus hijos”.