El Papa en el Ángelus
“Queridos hermanos y hermanas. Al concluir esta celebración elevamos a
Dios alabanza y agradecimiento por el don que el Año santo de la
misericordia significó para la Iglesia y para tantas personas de buena
voluntad.
Saludo con deferencia al presidente de la República Italiana y a las
delegaciones oficiales presentes. Expreso vivo reconocimiento a los
responsables del gobierno italiano y a las instituciones por la
colaboración y el empeño que han puesto.
Un gracias caluroso va a las fuerzas del orden, a los operadores de
los servicios de recibimiento, de información, de sanidad y a los
voluntarios de diversas edades y proveniencias.
Agradezco de manera particular al Pontificio Consejo para la
Promoción de la Nueva Evangelización y a quienes han cooperado en sus
diversas articulaciones.
Dirijo un grato recuerdo a quienes han contribuido espiritualmente a
que el Jubileo haya salido bien: pienso a tantas personas ancianas y
enfermas que han rezado incesantemente, ofreciendo también sus
sufrimientos por el Jubileo. De manera especial quiero agradecer a las
monjas de clausura, en la vigilia de la Jornada Pro Orantibus
que se celebra mañana. Invito a todos a recordarse de manera particular a
estas nuestras hermanas que se dedican totalmente a la oración y tienen
necesidad de solidaridad espiritual y material.
Ayer en Avignon, Francia, ha sido proclamado beato el padre Maria-Eugene de l’Enfant Jésus,
de la orden de los carmelitas descalzos, fundador del instituto secular
“Nuestra Señora de la Vida”, hombre de Dios atento a las necesidades
espirituales y materiales del prójimo. Su ejemplo y su intercesión nos
apoye en nuestro camino de fe.
Deseo saludar cordialmente a todos los presentes, que han venido
desde varios países para la clausura de la Puerta santa de la basílica
de San Pedro. La Virgen María nos ayude a conservar en el corazón y a
hacer fructificar los dones espirituales del Jubileo de la Misericordia.