Hay que recibir a los refugiados, pero es
necesario también darles casa, escuela y trabajo. Lo indicó el papa
Francisco este domingo por la tarde en el vuelo de regreso de Suecia,
conversando en el avión con los periodistas. El Papa respondió también
sobre el sacerdocio femenino, el encuentro que tuvo con el presidente de
Venezuela; la secularización en occidente y el Grupo Santa Marta contra
la trata de personas, entre otros temas.
Sobre la migración indicó que “no es humano cerrar puertas y
corazones a los refugiados” pero “es necesaria la prudencia” para que
una vez que han sido recibidos se pueda ofrecerle lo necesario para su
integración. Y comentó que en los países europeos hay reacciones o
miedo, incluso quienes temen que los refugiados amenacen la identidad
cristiana.
El Papa señaló que como argentino y sudamericano, agradece a Suecia
por la acogida que ha dado a sus compatriotas, a los chilenos, uruguayos
y otros en la época de las dictaduras militares. Y más aún, porque
además ha sabido integrarlos, dando escuela y trabajo inmediatamente.
Indicó que los nuevos suecos son casi el 10 por ciento de la
población, y que es necesario distinguir entre migrante y refugiado.
Que el migrante debe ser tratado con ciertas reglas, porque migrar es un
derecho y está muy regulado. En cambio, el refugiado viene de
situaciones de angustia, hambre, guerra terrible, y su estatus requiere
más atención.
¿Qué pienso sobre los países que cierran las fronteras? Se interrogó,
y respondió que en teoría no se puede cerrar el corazón a un refugiado.
Que el país con posibilidades de integrar tiene que hacer más, pero que
es imprudente y recibir a más personas de los que pueden ser integrados
y que esto se paga políticamente.
El peor consejero para hacer cerrar las fronteras es el miedo, dijo, y
el mejor consejero es la prudencia. Pidió también evitar que se formen
guetos y reiteró su solicitud para favorecer la integración.