Para la negociación de un instrumento jurídicamente vinculante sobre la prohibición de las armas nucleares
A la Excelentísima Señora Elayne Whyte Gómez
Presidenta de la Conferencia de las Naciones Unidas para la negociación de un instrumento jurídicamente vinculante sobre la prohibición de las armas nucleares con miras a su eliminación total
Presidenta de la Conferencia de las Naciones Unidas para la negociación de un instrumento jurídicamente vinculante sobre la prohibición de las armas nucleares con miras a su eliminación total
La saludo cordialmente, señora Presidenta, así como a todos los
representantes de las diferentes naciones, organizaciones
internacionales y de la sociedad civil que participan en esta
Conferencia. Deseo animarles a trabajar con determinación para promover
las condiciones necesarias para un mundo sin armas nucleares.
El 25 de septiembre de 2015, ante la Asamblea General de las Naciones
Unidas, señalé que el Preámbulo y el primer artículo de la Carta de las
Naciones Unidas indican como fundamentos de la construcción jurídica
internacional: la paz, la solución pacífica de las controversias y el
desarrollo de las relaciones amistosas entre las naciones. Una ética y
un derecho basados en la amenaza de destrucción mutua –y posiblemente de
toda la humanidad– son contradictorios con el espíritu de las Naciones
Unidas. Por lo tanto, hay que empeñarse por un mundo sin armas
nucleares, aplicando plenamente el Tratado de no proliferación, en la
letra y en el espíritu, (cfr. Discurso a los miembros de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, 25 de septiembre de 2015).
Pero ¿por qué fijarse este objetivo difícil y de largo alcance en el
escenario internacional actual que se caracteriza por un clima inestable
de conflictualidad, que es a la vez causa e índice de las dificultades
que existen para promover y fortalecer el proceso de desarme y de no
proliferación nuclear?
Si se tienen en cuenta las principales amenazas a la paz y a la
seguridad con sus múltiples dimensiones en este mundo multipolar del
siglo XXI, tales como, por ejemplo, el terrorismo, los conflictos
asimétricos, la seguridad informática, los problemas ambientales, la
pobreza, surgen no pocas dudas acerca de la inadecuación de la
disuasión nuclear para responder eficazmente a estos retos. Estas
preocupaciones son aún más consistentes si tenemos en cuenta las
catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales derivadas de
cualquier uso de las armas nucleares con devastadores efectos
indiscriminados e incontrolables en el tiempo y el espacio. Un motivo
similar de preocupación surge frente al derroche de recursos de energía
nuclear para fines militares que, en cambio, podrían ser utilizados
para prioridades más importantes, tales como la promoción de la paz y el
desarrollo humano integral, así como la lucha contra la pobreza y la
actuación de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
También debemos preguntarnos cuanto sea sostenible un equilibrio
basado en el miedo, cuando en realidad tiende a aumentarlo y a socavar
las relaciones de confianza entre los pueblos.
La paz y la estabilidad internacional no pueden basarse en una falsa
sensación de seguridad, en la amenaza de la destrucción mutua o de la
aniquilación total, en el simple mantenimiento de un equilibrio de
poder. La paz debe construirse sobre la justicia, sobre el desarrollo
humano integral,sobre el respeto de los derechos humanos fundamentales,
sobre la protección de la creación, sobre la participación de todos en
la vida pública, sobre la confianza entre los pueblos, sobre la
promoción de instituciones pacíficas, sobre el acceso a la educación y
a la salud, sobre el diálogo y la solidaridad. En esta perspectiva,
tenemos que ir más allá de la disuasión nuclear: la comunidad
internacional está llamada a adoptar estrategias de largo alcance para
promover el objetivo de la paz y de la estabilidad y evitar los enfoques
miopes de problemas de seguridad nacional e internacional.
En este contexto, el objetivo último de la eliminación total de las
armas nucleares se convierte tanto en un desafío como en un imperativo
moral y humanitario. Un enfoque concreto debería promover una reflexión
sobre una ética de la paz y de la seguridad cooperativa multilateral que
vaya más allá del “miedo” y del “aislamiento” que prevalecen hoy en
muchos debates. El logro de un mundo sin armas nucleares requiere un
proceso a largo plazo, basado en el conocimiento de que “todo está
conectado”, con miras a la ecología integral (cfr. Laudato si’ 117,
138). El destino común de la humanidad exige que se refuerce , con
realismo, el diálogo y se construyan y consoliden mecanismos de
confianza y cooperación, capaces de crear las condiciones para un mundo
sin armas nucleares.
El aumento de la interdependencia y la globalización comportan que
cualquier respuesta demos a la amenaza de las armas nucleares, deba ser
colectiva y concertada, basada en la confianza mutua. Este última se
puede construir sólo a través de un diálogo que esté sinceramente
orientado hacia el bien común y no hacia la protección de intereses
encubiertos o particulares; este diálogo debe ser lo más inclusivo
posible de todos: Estados nucleares, países que no poseen armas
nucleares, sector militar y sector privado, comunidades religiosas,
sociedad civil, organismos internacionales. En este esfuerzo, tenemos
que evitar aquellas formas de recriminación mutua y de polarización que
obstaculizan el diálogo en lugar de fomentarlo. La humanidad tiene la
capacidad de trabajar junta para construir nuestra casa común; tenemos
la libertad, la inteligencia y la capacidad de guiar y dirigir la
tecnología, así como de limitar nuestro poder, y de ponerlos al
servicio de otro tipo de progreso:. más humano, más social y más
integral. , (cfr. Ibid 13, 78, 112; Mensaje a la XXII sesión de la
Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas
sobre el cambio climático (COP-22), 10 de Noviembre, 2016).
Esta conferencia quiere negociar un tratado inspirado por argumentos
éticos y morales. Es un ejercicio de esperanza y ojalá represente
también un paso decisivo en el camino hacia un mundo sin armas
nucleares. Aunque se trate de un objetivo a largo plazo extremadamente
complejo, no está fuera de nuestro alcance.
Señora Presidenta, le expreso mis mejores deseos para que los
trabajos de esta Conferencia sean provechosos y aporten una
contribución eficaz en el avance de esa ética de la paz y la seguridad
cooperativa multilateral que hoy la humanidad necesita tanto. Sobre
todos los participantes en esta importante reunión y todos los
ciudadanos de los países que representan, invoco la bendición del
Omnipotente.
Vaticano 23 de marzo 2017. Francisco