En el Duomo de Milán, la catedral gótica medioeval y
corazón de la Iglesia ambrosiana, el papa Francisco encontró al clero
de la ciudad, presidido por los tres cardenales milaneses. Después de
saludarles entró en el templo, donde le recibieron con aplausos.
En el lugar del Duomo llamado “Scurolo di San Carlo”, el Santo Padre se detuvo en oración y adoración al Santísimo Sacramento.
Aquí, en el primer encuentro con el clero de Milán, en la nave
central del Duomo, después del saludo del cardenal Scola, el sacerdote
diocesano Gabriele Gioia le preguntó cómo enfrentar la secularización y
evolución de la sociedad, plural, multiétnica, multicultural y
multirreligiosa.
Recordó que no siempre “se pesca”, lo importantes sí es salir a
navegar, sabiendo que somos siervos inútiles, con la alegría de
evangelizar.
El Papa señaló que “en cada época desde los primeros cristianos ha
tenido múltiples desafíos” y recordó el episodio de Pedro en la casa de
Cornelio en Cesarea. “No debemos temer los desafíos y es bueno que
existan. Son signo de una fe viva, de una comunidad que busca al Señor y
tiene los ojos y el corazón abierto”, dijo. Y añadió: “Más bien temamos
una fe sin desafíos que se considera completa como si todo hubiera sido
realizado”. Porque los desafíos “nos ayudan a hacer que nuestra fe no
se vuelva ideológica”.
Y sobre una sociedad “multicultural, multireligiosa y multiétnica”
señaló que la historia de la Iglesia tiene mucho que enseñarnos y
ayudarnos sobre la cultura de la diversidad. Porque “el Espíritu Santo
es el maestro de la diversidad”. Invitó así a mirar a las diócesis,
comunidades religiosas, congregaciones, con tantos carismas y modos de
realizar la experiencia de los creyentes. “La Iglesia -dijo el Papa- es
una experiencia multiforme, una pero multiforme”.
También señaló el Evangelio en sus cuatro versiones, lo que
enriquece. Invitó por ello a no confundir unidad con uniformidad,
pluralidad con pluralismo. “Todo lo que no asume el drama humano puede
ser una teoría muy clara y distinguida, pero no coherente con la
Revelación y por lo tanto ideológica”, dijo. Porque la fe para ser
cristiana y no ilusoria tiene que configurarse en el interior de los
procesos humanos si reducirse a ellos.
Por ello como pastores no podemos evitar de “formar el
discernimiento” en un “escenario muy insidioso”, en una cultura de la
abundancia, que presenta tantas posibilidades como válidas y buenas, en
la cual nuestros jóvenes están expuestos al zapping continuo, pudiendo
navegar en dos o tres pantallas al mismo tiempo, en diversos escenarios
virtuales.
“Nos guste o no es el mundo en el cual están insertados y es nuestro
deber como pastores ayudarlos a atravesar este mundo. Por lo tanto
considero que sea importante enseñarles a discernir, para que tengan los
instrumentos y los elementos que les ayuden a recorrer el camino de la
vida sin que se extinga el Espíritu Santo que está en ellos”.
“Cuando somos niños -señaló el Pontífice- es fácil que el papá y la
mamá digan qué hacer, y está bien. Pero a mediad que crecemos en medio a
una multitud de voces en las que aparentemente todas tienen razón, el
discernimiento de lo que nos lleva a la Resurrección, a la vida y no a
una cultura de la muerte es crucial”.