(Abril 2017)
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Se
acerca la Semana Santa. Procuremos vivir los próximos días con
intensidad, de modo que siempre de nuevo podamos decir con San Pablo: mihi vivere Christus est!, ¡para mí vivir es Cristo! (cfr. Fil
1,21). El Señor no es para nosotros solo un ejemplo. Me viene a la
memoria un comentario del Papa: «A mí siempre me llamó mucho la atención
que el Papa Benedicto dijera que la fe no es una teoría, una filosofía,
una idea: es un encuentro. Un encuentro con Jesús».
Para nosotros vivir es Cristo. Y si, a veces, por debilidad, cansancio,
o por tantas circunstancias de la vida, perdemos de vista esta
realidad, Él siempre nos está esperando, e incluso se hace el encontradizo con los que no le buscan.
Leer el Evangelio con cariño nos ayuda a crecer en la amistad con Jesús, «de la que todo depende»: a buscarle, encontrarle, tratarle, amarle.
Al contemplar la vida del Señor, Dios siempre nos sorprenderá con luces
nuevas. Aunque a veces pueda parecer que esa lectura no deja huella,
después vienen a los labios o al pensamiento las palabras de Jesús, sus
reacciones y sus gestos, que iluminan las situaciones ordinarias o menos
ordinarias de nuestra vida. Se trata –y es un don que pido al Señor
para todos– de que respiremos con el Evangelio, con la Palabra de
Dios. Para esto, nos ayudan tantos buenos comentarios sobre la Sagrada
Escritura, en los escritos de san Josemaría, y también en muchos otros
textos: vidas de Cristo, escritos de los Padres, etc.
El reciente Congreso general ha insistido en la centralidad de Jesucristo: nos ilusiona que en esta gran catequesis, que es la Obra, todo gire cada vez más en torno a su Persona.
Con ese deseo de meteros a fondo en el Evangelio, al dar charlas,
clases, meditaciones, o al hablar de la vida cristiana con los amigos,
transmitiréis con más luminosidad la gran noticia del amor de Dios por
cada uno. Decía San Ambrosio: «Recoge el agua de Cristo (...). Llena de
este agua tu interior, para que tu tierra quede bien humedecida (...); y
una vez lleno, regarás a los demás». Pido a Santa María que nos enseñe a guardar y ponderar en nuestro corazón, como Ella, todo lo que se refiere a Jesús (cfr. Lc 2,19), para que caminemos y ayudemos a los demás a caminar, cada uno donde Dios le llama, por caminos de contemplación.
Aunque
aún está reciente la carta que os escribí recogiendo las conclusiones
del Congreso general, quizá habréis echado en falta, el mes pasado, una
carta del Padre. Tras considerarlo con calma y consultar a la Asesoría
Central y al Consejo General, me ha parecido oportuno comunicarme con
vosotros alternando cartas con mensajes más breves, que os haré llegar a
través de la web de la Obra, ahora que internet es un medio más para
estar unidos.
En la semana de Pascua haré un breve viaje
pastoral a Irlanda: acompañadme con vuestra oración. Y no dejéis de
rezar por los 31 fieles de la Prelatura que recibirán la ordenación
sacerdotal el próximo día 29. Por último, quiero agradeceros la cercanía
que me manifestáis con vuestras cartas y con vuestra oración. También
la mía por vosotras y por vosotros os acompaña siempre.
Deseándoos una feliz Pascua de Resurrección, os bendice con todo cariño vuestro Padre,
Roma, 5 de abril de 2017