4/12/17

‘Quien se pone al servicio de los demás es simiente de esperanza’


En el domingo de Ramos muchos tenían expectativas mundanas y todo ello se derrumbó ante el misterio de la cruz
En este miércoles soleado de la primavera romana, el santo padre Francisco realizó la audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, ingresando en el jeep abierto, desde donde saludó a los varios miles de peregrinos presentes. En medio del entusiasmo general que caracteriza estos encuentros, no faltaron las bendiciones a los pequeños y a los enfermos, e incluso le ofrecieron un mate, del cual tomó un par de sorbos, cuando bajó del vehículo.
En la catequesis el Sucesor de Pedro abordó el tema de la esperanza cristiana relacionándolo con esta semana santa.
“Queridos hermanos y hermanas: El pasado domingo hemos hecho memoria de la entrada de Jesús en Jerusalén” y señaló que “muchas de las personas que acudieron con palmas a recibirlo lo hicieron con expectativas mundanas: buscaban milagros, prodigios, la expulsión de los invasores”. Entretanto, aseguró, “todo ello se derrumbó ante el misterio de la cruz”.
Nosotros por el contrario creemos –reivindicó el Santo Padre– que del Crucificado renace nuestra esperanza por la fuerza de su amor”.
“Jesús lo explica –añadió el Papa– con la imagen del grano de trigo que cae en tierra, si éste permanece cerrado en sí mismo, no sucede nada, pero si se rompe y se abre, entonces da vida a una planta que producirá fruto. Él es ese grano que ha caído en tierra desde cielo y ha transformado el miedo, el pecado y la muerte, en alegría, perdón y resurrección”.
En esta Pascua, estamos llamados a seguir el ejemplo de Nuestro Señor, dijo. “El amor más grande es el de aquel que se entrega sin reservas y da todo lo que tiene”. Y “el que se pone al servicio de los demás es simiente de esperanza”.
El Pontífice concluyó sus palabras, saludando a los peregrinos de lengua española, “en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica”.
“Los exhorto a caminar hacia la meta de nuestra esperanza -dijo- contemplando la cruz como el dolor de una madre en el momento de dar a luz. Cuando la nueva vida nazca, no recordaremos el sufrimiento, porque la alegría pascual inundará todo con su luz”.