En el domingo de Ramos muchos tenían expectativas mundanas y todo ello se derrumbó ante el misterio de la cruz
En este miércoles
soleado de la primavera romana, el santo padre Francisco realizó la
audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, ingresando en el
jeep abierto, desde donde saludó a los varios miles de peregrinos
presentes. En medio del entusiasmo general que caracteriza estos
encuentros, no faltaron las bendiciones a los pequeños y a los enfermos,
e incluso le ofrecieron un mate, del cual tomó un par de sorbos, cuando
bajó del vehículo.
En la catequesis el Sucesor de Pedro abordó el tema de la esperanza cristiana relacionándolo con esta semana santa.
“Queridos hermanos y hermanas: El pasado domingo hemos hecho memoria
de la entrada de Jesús en Jerusalén” y señaló que “muchas de las
personas que acudieron con palmas a recibirlo lo hicieron con
expectativas mundanas: buscaban milagros, prodigios, la expulsión de los
invasores”. Entretanto, aseguró, “todo ello se derrumbó ante el
misterio de la cruz”.
Nosotros por el contrario creemos –reivindicó el Santo Padre– que del
Crucificado renace nuestra esperanza por la fuerza de su amor”.
“Jesús lo explica –añadió el Papa– con la imagen del grano de trigo
que cae en tierra, si éste permanece cerrado en sí mismo, no sucede
nada, pero si se rompe y se abre, entonces da vida a una planta que
producirá fruto. Él es ese grano que ha caído en tierra desde cielo y ha
transformado el miedo, el pecado y la muerte, en alegría, perdón y
resurrección”.
En esta Pascua, estamos llamados a seguir el ejemplo de Nuestro
Señor, dijo. “El amor más grande es el de aquel que se entrega sin
reservas y da todo lo que tiene”. Y “el que se pone al servicio de los
demás es simiente de esperanza”.
El Pontífice concluyó sus palabras, saludando a los peregrinos de
lengua española, “en particular a los grupos provenientes de España y
Latinoamérica”.
“Los exhorto a caminar hacia la meta de nuestra esperanza -dijo-
contemplando la cruz como el dolor de una madre en el momento de dar a
luz. Cuando la nueva vida nazca, no recordaremos el sufrimiento, porque
la alegría pascual inundará todo con su luz”.